El enemigo silencioso
COMO de santa Bárbara, solo nos acordamos de la inf lación cuando truena y esta es una de esas ocasiones: en solo tres meses se ha disparado y se ha abierto el debate sobre si es algo puntual o si ha venido para quedarse.
Técnicamente, la inf lación mide la subida de los precios de una cesta de la compra media de los hogares de un país. Para ser gráficos, es como la termita que anida en el interior de la madera y la devora poco a poco sin que nos demos cuenta. La inflación, de forma inevitable, se alimenta del dinero reduciendo su valor de compra. Algo especialmente peligroso para nuestros ahorros y una preocupación constante para los que nos dedicamos al asesoramiento financiero.
La web del INE dispone de una curiosa herramienta que permite averiguar qué parte de nuestro dinero se ha comido la inf lación en un periodo de tiempo determinado. Así, con 10.000 euros de hace diez años actualmente podríamos comprar cosas por valor de 9.090 euros. Si nos remontamos 20 años, esos 10.000 euros se habrían reducido a 5.560 euros y los de hace 30 años los habría desintegrado la inflación.
Pues bien, la única manera de combatir la inflación es contar con una planificación financiera con el objetivo de poner a trabajar nuestro dinero para superar, como mínimo, a la inflación. Si no lo hacemos, nuestros ahorros perderán valor. Como lo hubiesen perdido hasta ahora si hubiesen estado sin rentabilidad: de hecho, habrían mermado ya un 10% en diez años, un 45% en 20 años y un 108% (hasta dejarlos a cero) en 30 años, según el INE. Y eso, solo por efecto de la inf lación.
Sin embargo, aunque a nadie le gusta ver como su dinero pierde valor, todavía queda mucha gente que lo aparca en productos escasamente remunerados cuyos intereses por lo general no superan la inflación. Es el primer gran error que se comete. El segundo es caer en comparaciones a corto cuando el objetivo es de largo plazo. Aunque es bueno que la rentabilidad supere la inf lación anual, puede ocurrir que un año no sea posible debido a la volatilidad en los mercados financieros de renta fija o renta variable. El inversor debe planificar pensando en el largo plazo en función de los objetivos vitales que se marque. Y los resultados se deben medir en ese contexto: perder frente a la inflación un año no es malo, perder en una década lo es y mucho.
Históricamente se ha considerado que a largo plazo el mejor antídoto contra la inf lación es la inversión en los mercados de renta variable. Evidentemente con la máxima diversificación, dentro de un completa planificación financiera.
En este proceso de lucha contra el daño que la inflación puede causar en nuestro ahorro y nuestro patrimonio, el acompañamiento de un profesional de las finanzas nos permitirá disponer de una estrategia acorde a nuestros objetivos y sus horizontes temporales, y aprovechar de la forma más coherente las oportunidades que vayan surgiendo.
La termita es ese enemigo silencioso que hace que la madera, pasado el tiempo, se haya desintegrado. El enemigo del ahorro es la inf lación, y estás a tiempo de protegerte de ella.