Europa Sur

¿POR QUÉ AHORA, MR. BIDEN?

- FRANCISCO REYERO Periodista y escritor

TRAS reunirse con Putin en la exquisita villa ginebrina de La Grange, el presidente Biden ha explicado cómo podría ser nuestro futuro: una renovada Guerra Fría con rusos y chinos. Es la paradójica nostalgia de un terror elemental y práctico. Sin embargo, hoy resulta imposible volver al mundo maniqueo de los Ford y los rústicos Trabant, coches soviéticos que, en nuestros días, han devenido en rentables productos pop: así de temible es la nostalgia. ¿Dónde colocar los chascarril­los que Ronald Reagan utilizaba para mofarse de Moscú? Como aquel que el presidente republican­o contaba de tres perros–ya saben, uno estadounid­ense, uno polaco y uno ruso– que conversan entre sí: ¿Qué tal se vive en vuestros países?, preguntaba el norteameri­cano. Y se contestaba a si mismo, “Aquí a mí no me va mal. Ladro y me traen un trozo de carne”. Entonces, el polaco preguntaba: “¿Qué es carne?”. Y el ruso remachaba: “¿Qué es ladrar?”.

El poder de hoy es mucho más sofisticad­o y ubicuo que aquellos lejanos años; la Stasi hizo minería represiva de una intimidad que ahora regalamos a las tecnológic­as. Pero Biden ha querido recorrer el continente recordando que fumamos un puro en un barril de pólvora. ¿Y cuándo no? Bajo la presidenci­a de Trump no se renovó el Tratado de No Proliferac­ión de Armas Nucleares, vigente desde 1987. Un riesgo añadido, claro, pero hay tal almacén de cabezas atómicas que la amenaza de devastació­n nunca ha dejado de estar presente. Siempre hay mechas cortas encendidas en el mapamundi pero, si interesa, se pueden acortar más: Siria, Ucrania, ciberataqu­es electorale­s, Crimea, envenenami­ento de opositores...

Ante las críticas levantadas por presentars­e ante Putin sin estrategia, Biden nos explicó que lo había convocado para advertirle personalme­nte y evitar malos entendidos. El ruso le ha dado ya la mano a cinco presidente­s norteameri­canos (Clinton, Bush jr, Obama, Trump y el actual) y practica, desde 1999 y con desahogo, la táctica del whatabouti­sm. Es decir, “¿Qué hay de esto otro?”. En Villa La Grange, si Biden le hablaba de cibertaque­s e interferen­cias en las elecciones USA, Vladimir respondía que Estados Unidos es el país que más organizaci­ones internacio­nales de ransomware –cibersecue­stro de datos– ampara; si le atacaba por Navalny, Putin esgrimía los sucesos del Capitolio, donde una manifestan­te desarmada murió a manos de la Policía y así...

La pregunta es: ¿por qué ahora, Joe? Estados Unidos encara el declive –quizá no definitivo, el futuro está por escribirse– y ha señalado a China como su principal enemigo. Los chinos tienen la maquinaria en marcha para dulcificar su imagen de dictadura de facto y mejorar la recepción de sus mensajes. Los peligros de China y Rusia son complement­arios en el diseño internacio­nal de la nueva administra­ción demócrata. Y Biden ha encontrado en el motto “una nueva Guerra Fría”, enfermedad del siglo XX, el aglutinant­e para sus aliados.

Estados Unidos ha sido, nuevamente, capaz de imponer su agenda sobre Europa. Escribimos así porque la propaganda de la nueva-vieja Guerra Fría venía facturada como el principal equipaje ideológico con el que Biden se montó en el Air Force One para reencontra­rse consigo mismo y exigirle a la Unión, a la OTAN y a los países integrados. Desde que llegó a la reunión del G-7 en Cornualles, entre palmaditas en la espalda de Macron y luciendo sonrisa bideniana, dijo Rusia y dijo China; el pasado lunes, en las instalacio­nes militares Reina Isabel de Bélgica, a las fueras de Bruselas, durante la cumbre de la OTAN, Jens Stoltenber­g, el secretario general de la Alianza, dijo Rusia y dijo China y luego dio los buenos días a los fotógrafos mientras esperaba a treinta líderes de Occidente.

Durante dos jornadas (las del lunes y el martes de la pasada semana) zumbaron los helicópter­os y alrededor del edificio Justus Lipsius del Consejo –donde se celebró la cumbre UE/USA– se ubicaron francotira­dores en los inmuebles colidantes. Cientos de soldados patrullaro­n a pie o conduciend­o vehículos militares. Incluso los aparcamien­tos de bicicletas estuvieron prohibidos.

Hoy todavía permanecen en las calles de la capital europea los amables mupis con los que la OTAN presentó su nueva faz. En una bucólica fotografía se puede ver a una pareja en un frondoso bosque y el anagrama de la Alianza Atlántica sobreimpre­so, lucha contra el cambio climático y seguridad garantizad­a.

Ahora, al menos, intuimos los planes que realmente nos tienen preparados.

La pregunta es: ¿por qué ahora, Joe? EEUU encara el declive –quizá no definitivo, el futuro está por escribirse– y ha señalado a China como su principal enemigo

 ?? ROSELL ??
ROSELL
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain