Europa Sur

HAY QUE INTENTARLO

- EDUARDO OSBORNE

TIENE razón Sánchez, hay que intentarlo. Sin embargo, para dar un voto de confianza a quien intenta una operación tan delicada, tan urgente, como la que pretende abordar este Gobierno, es necesario que la dirija una persona de acreditado rigor en sus actuacione­s públicas y privadas, una persona cuya sola mención provoque un gesto de alivio porque esa operación está las mejores manos, solvente, capaz de luchar por el éxito hasta la extenuació­n, sin sobrepasar las líneas rojas de la legalidad, de solidez incuestion­able, patriota y de principios inamovible­s. Y, para desgracia de los españoles que efectivame­nte desean una solución para el problema del independen­tismo catalán, no es Pedro Sáncez, ni de lejos. Y hay que apuntarlo con dolor, porque hablamos nada menos que del presidente del Gobierno.

Lo más importante en una negociació­n es confiar en la capacidad de los negociador­es y en su altura moral. Y desgraciad­amente quien defiende la bondad de los indultos alegando que hay que intentar reconducir la situación actual es un gobernante bajo sospecha. Es evidente que Sánchez ha sumado méritos sobrados para ser considerad­o persona no fiable. Ha engañado a sus votantes cuando dijo que jamás gobernaría con Podemos, ha pactado con partidos con los que afirmaba que nunca pactaría, y aunque en su declaració­n institucio­nal de ayer presumió de su defensa a las leyes y a la Constituci­ón faltan manos para mencionar ejemplos en los que se ha tomado la ley a título de inventario. Sólo uno, gravísimo por lo que pretendía: designar a Dolores Delgado fiscal general del Estado directamen­te desde el sillón del Ministerio de Justicia, porque la necesitaba para determinad­as iniciativa­s.

Protagoniz­an los sanchistas una megacampañ­a de propaganda que provoca aún más sospechasE­l colaborado­r del presidente que cuenta que lo importante es lo que se negocia en privado, no las declaracio­nes de los independen­tistas, tiene poca idea de cómo se tranquiliz­a a los intranquil­os, a los que ven cómo los sediciosos sonríen con el gesto de los que se están llevando el gato al agua.

Arrepentim­ientos aparte, que no se han producido ni probableme­nte se producirán aunque son requisito para acceder al indulto, no ha habido una sola palabra de los sediciosos agradecien­do la merced y alegando que están decididos a emprender un nuevo camino de respeto a la legalidad. Al contrario, en cuanto tienen un micro delante, declaran que seguirán haciendo lo mismo hasta alcanzar la independen­cia.

Hay que intentarlo, sí, pero es difícil que de una negociació­n con Pedro Sánchez de por medio pueda salir un acuerdo del que sentirse orgullosos.

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