Europa Sur

HOLA, ARGELIA; BIS BALD, MARRUECOS

- ANTONIO OJEDA AVILÉS

PARECE que los desaires marroquíes a España continúan viento en popa, igual que con Alemania, porque son los dos países que con más energía insisten en el cumplimien­to de las obligacion­es asumidas en su día con el pueblo saharaui, con motivo del tratado de “retrocesió­n” a Marruecos del territorio de Ifni por el Gobierno de Franco, en 1969. El bloqueo de las inmigrante­s marroquíes en España en su vuelta a su país tras la recolecció­n es el último mal gesto, pero aún resuenan en Ceuta las carreras de los miles de jóvenes marroquíes que se colaron azuzados por el Gobierno marroquí, o la prohibició­n de cruzar por España a quienes volvían a ese país para disfrutar de sus vacaciones. Para Alemania, la suspensión de relaciones diplomátic­as y el bloqueo de las oficinas consulares germanas en Marruecos responde, según la prensa marroquí, a las “acciones hostiles y atentorias del Gobierno alemán contra los intereses superiores del país norteafric­ano”. Son gestos altivos, por no decir groseros, de un rey medieval crecido tras el reconocimi­ento por Trump de su soberanía sobre Ifni.

La actitud española es de resignació­n af ligida. Ningún mal gesto, nada de alzar la voz. Continuamo­s siendo el segundo socio comercial del país magrebí, y éste es el primer destino de la inversión española en África. Pero según se mire, Marruecos utiliza con España dos varas de medir, una gruesa, las acciones de conflicto social y el empuje de TángerMed enfrente de Algeciras con una fuerte competenci­a apoyada por Francia y la Renault; y la fina, que se desvanece por momentos, con melifluos gestos de amistad y el control medido de la frontera a cambio de gruesas subvencion­es europeas.

De todo el panorama expuesto emerge un asombrado interrogan­te: ¿por qué razón mantenemos a Marruecos como socio principal de nuestra política africana? Los españoles apenas sabemos, apenas conocemos nada de los demás países norteafric­anos, ni siquiera de Argelia, que está frente a Almería. Marruecos es estable y democrátic­o, se dirá, frente al Argel recién salido de Buteflika o a la Libia que todavía ayer ejecutó a Gadafi. Por desgracia, Marruecos mira a España con lentes francesas, y su democracia apenas cabe en el recinto de su Parlamento, con un rey que físicament­e cada vez se parece más al presidente-dictador de Corea del Norte. Una cierta rivalidad se palpa en la población marroquí cuando uno pisa, digamos, Tánger, y le dicen de primeras que ellos nos conquistar­on durante varios siglos. Al cabo, el mayor aliciente para conocer Marruecos es el de su proximidad: se llega pronto, se llega fácil.

No podemos poner todos los huevos en la misma canasta. Diría más, no podemos permanecer sin alternativ­as políticas para el caso de que el rey alauí continúe la escalada. Es urgente continuar la senda iniciada con la visita del jefe del Gobierno español a Argelia en octubre pasado, acompañado de empresario­s. Incluso hay que preguntars­e si los contactos de Aznar con Gadafi hace unos años no deberían ser continuado­s con la nueva Libia. Pero al menos Argelia está más cerca, su viejo dictador Butef lika ha sido expulsado, y el actual presidente Tebún, un universita­rio que se rodea de universita­rios, recuerda a nuestro Suárez en sus deseos de poner distancia con el pasado y entrar rápidament­e en la democracia.

Hay algo más, y es lo mejor. Tenemos una fuerte sintonía con Argelia. Como decía en 2014 una publicació­n del Ícex español, “para Argelia somos la nación europea geográfica­mente más cercana, la que culturalme­nte guarda mayor relación con el mundo árabe y el único contrapunt­o de potencia regional que puede encontrar en la región para mantener una situación de cierto distanciam­iento de Francia y de tensión permanente con Marruecos”. Y lo cierto es que nuestros empresario­s se han dado cuenta de ello y nos hemos convertido en el primer socio comercial de Argelia desde 2013, y somos su primer cliente comercial. Tras las recientes elecciones de este mes el país se moderniza y la fuerza del viejo partido FLN cede en beneficio de otros partidos jóvenes y moderados, así como de independie­ntes: los islamistas del MSP quedaron solo en tercer lugar.

Un país cuyas juventudes sueñan con poseer la estructura de un Estado de las Autonomías como el de España, y que ha comprado importante material ferroviari­o a España en varias ocasiones, con la intensidad comercial recien descrita, bien merece que apostemos por su desarrollo en democracia y por su visibilida­d para el público español. No es posible que sea una gran desconocid­a, cuando en la historia nuestro país ha tenido plazas fuertes en todo el frente costero argelino, y se habla español en algunas regiones de su territorio.

Hagamos de Argelia nuestro primero objetivo cultural y político de la región. No es difícil: lo están deseando. Es hora de ampliar nuestras amistades en el norte de África y de tomarnos en serio a ese continente. Lo cual no significa que volvamos la espalda a Marruecos. Es solo que, a propósito de sus desdenes, no tiene sentido permanecer llorosos en una esquina, sino que hemos de dirigirnos a ese otro gran país, Argelia, y entablar con ella una amistad duradera.

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