Europa Sur

SEXO DE CINE

- MAGDALENA TRILLO

HACE un año lo anunció el Festival de Cine de Berlín y ahora sigue sus pasos el de San Sebastián: ya no habrá distinción de sexo en los premios de actuación. La Concha de Plata al mejor actor y a la mejor actriz serán reemplazad­as por la mejor interpreta­ción protagonis­ta y de reparto. Se acabó la distinción de género. Este mismo martes lo explicaba el director: “El cambio obedece a la convicción de que el género, una construcci­ón social y política, deja para nosotros de ser un criterio de distinción en la actuación”.

No es ninguna decisión menor. Porque tiene una parte anecdótica, de moda incluso si lo entendemos como una forma de subirse al tren de lo trans, pero subyace un trasfondo de revolución (sigilosa) que conecta con el movimiento #MeToo y que vuelve a situar a la industria cultural (de la más popular a la más elitista) en la avanzadill­a de lo que somos (y queremos ser) como sociedad.

Tampoco es una batalla sectorial. Porque lo que ocurre en la alfombra roja tiene el mismo efecto arrastre que el que hemos (mal)digerido durante décadas imitando las vidas e historias del celuloide

Tal vez empecemos a creer que lo de la identidad va más allá de la X y la Y cuando lo veamos en la gran pantalla

con que antes nos engatusaba la gran pantalla y ahora las series en el iphone. De la denostada colonizaci­ón a las políticas de excepción cultural pasando por el proteccion­ismo más pervertido. Como espejo de las mismas tensiones que van saltando nuestras costuras de confort.

Aunque siempre he criticado las guerras colaterale­s del feminismo, las que nos distraen de lo que realmente nos debería sublevar, sería irresponsa­blemente simplista no entender que los cambios más profundos también se cocinan a f lor de piel, sin que nos demos cuenta, desde abajo. Que lo simbólico, lo que no podemos etiquetar ni encapsular, a veces tiene tanta capacidad de tracción y de revulsivo como ese avance esquizofré­nico de la tecnología en que nos solemos perder. Que importa el imaginario, importan los valores, importan los márgenes.

No piensen que me he emborracha­do de ingenuidad: la decisión de San Sebastián es un guiño. Ni arregla la desigualda­d, ni elimina brechas ni rompe ningún techo de cristal. Siendo pragmático­s, ni siquiera están a salvo de caer en lo políticame­nte correcto queriendo otorgar cada año la Concha de Plata a un “hombre” y a una “mujer” por aquello de alternar y marcar cierta equidad... Pero lo importante es que ya han lanzado un mensaje con vida propia y sin vuelta atrás: el sexo, la identidad, va mucho más allá de una X y una Y. Tal vez empecemos a creerlo cuando lo veamos en la ficción.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain