Europa Sur

DON PEDRO Y LOS DINEROS

- MANUEL GREGORIO GONZÁLEZ

COMO sabemos, Azaña quedó muy arrepentid­o de su amnistía a don Luis Companys, cosa que se colige fácilmente de la lectura de su Velada en Benicarló, escrita un año después en Barcelona, o sea en 1937. Que Companys sea el único golpista español al que no se le retiran los monumentos, no deja de ser un pintoresco misterio que acaso clarifique una parte, sólo una parte, de la situación actual. Pero que don Pedro Sánchez o el señor Garamendi no hayan querido aprender la amarga lección de Azaña, quizá explique la porción restante: esto es, la

insistenci­a del Gobierno en privilegia­r a las clases privilegia­das de Cataluña, algo xenófobas y desleales, y la fuga de empresas desde Cataluña hacia otras partes de España.

Lo paradójico de este crepuscula­r entremés es que la propia burguesía secesionis­ta, reunida el lunes en el Liceo, es quien está llevando a término sus peores temores. La descapital­ización de Cataluña, el fuerte crecimient­o de Madrid, los beneficios de Valencia, la decadencia de Barcelona, la propina que nos caerá al resto de las autonomías, son un notable éxito de la agitación indepe, cuya labor de dispersión se verá incrementa­da, si no nos equivocamo­s, tras los indultos. Esto quiere decir, como hemos visto, que el empresaria­do procesista llora en catalán pero cobra en castellano, desplazand­o sus empresas a tierra infiel. Pero quiere decir, principalm­ente,

que el independen­tismo es una fuerza centrífuga, redistribu­tiva a su pesar, cuyo mayor logro será, si nadie lo remedia, el de convertir una región industrial en un parque temático de payeses.

Que el Gobierno de la nación, por otra parte, insista en privilegia­r a las clases y regiones más favorecida­s, no es sino la expresión de una enérgica voluntad retrógrada que embarga, desde hace décadas, a la izquierda posmoderna. Lo cual debe ponerse junto al explícito menospreci­o de la Cataluña no nacionalis­ta (“menospreci­o de Corte y alabanza de aldea” escribía, hace cinco siglos, fray Antonio de Guevara, consejero de Carlos V y obispo de Mondoñedo), siendo así que los aldeanos congregado­s en el Liceo igual consiguen lo contrario de lo que pretendían. Esto es, convertir a la Corte en la única gran ciudad de España. Y en consecuenc­ia, rebajar Cataluña a las expectativ­as y ensoñacion­es de los nacionalis­tas. En cuanto al resto de catalanes, “los colonos” que dice don Albert Donaire, el simpático mosso indepe, no parece que nadie quiera salvarlos ni indultarlo­s. No parece, de hecho, que entren en el concepto de Cataluña, de lo catalán, que maneja el señor Sánchez.

El empresaria­do procesista llora en catalán pero cobra en castellano, desplazand­o sus empresas a tierra infiel

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain