Europa Sur

LA SALIDA DE LA CÁRCEL, CONVERTIDA EN UN MITIN SEPARATIST­A

- Francisco José Ortega

La selección de Luis Enrique se saca las piedras de la mochila con cinco tantos frente a una Eslovaquia tan débil como los dos rivales anteriores Las dudas reaparecie­ron con un penalti fallado por Morata

España tiene gol. Ésa fue la principal conclusión del atracón ofensivo que se pegó el combinado de Luis Enrique en su despedida de Sevilla camino de Copenhague, donde jugará los octavos de final contra Croacia en su condición de segundo clasificad­o del Grupo E. Y no es mala cuestión ésta que los hombres que defienden a la selección española hayan pasado de ser unos negados delante de la portería rival a convertirs­e casi en los más acertados en esta faceta.

Porque nadie puede vivir en el engaño, a este deporte sólo se juega para meter la pelotita entre los tres palos de la portería rival. Es la única finalidad posible y después si se consigue con un plan estético, pues muchísimo mejor, aunque para ello sean necesarios los mimbres necesarios para desarrolla­rlo. Porque no es lo mismo tener en el campo a Xavi, Iniesta, Silva y el resto de la constelaci­ón que le puso una estrella a la camiseta española que jugar con los hombres que ahora mismo la defiende.

Quien no sepa entender semejante aserto vive en un mundo paralelo, claro está, son dos magnitudes incomparab­les por mucho que al final se trate de once hombres pateando un objeto esférico para marcar más goles que el adversario. Y eso, precisamen­te, fue lo que demostraro­n los elegidos por Luis Enrique, que lo son igualmente cuando golean que cuando suman pobres empates, en esta calurosa tarde en Sevilla.

Aunque ya que hasta ahora todo habían sido excusas pueriles sobre los elementos exógenos, sobre el césped, el calor y otras cuestiones varias, también se le podría dar algún mérito a ese tipo de situacione­s, pues el gol que abrió el camino tuvo algo que ver con el sol que pudo cegar al guardameta. Pero, vaya, eso no deja de ser una anécdota cuando se analiza el global del encuentro, ya que después caerían otros cuatro tantos, uno detrás de otro.

Y no es que empezara precisamen­te bien la historia para España. Luis Enrique había apostado por algunas variantes en su equipo, introdujo a Azpilicuet­a en el lateral derecho, Eric García como central por esa zona también para

conducir a Laporte a su posición ideal en la izquierda, Sarabia era esta vez el extremo derecho titular y Busquets tomaba las riendas de todo con su habitual clarividen­cia en el eje. Cuatro novedades que también servían para refrescar al combinado nacional.

Pero ¿por qué no empezó bien la cosa a pesar de esos cambios? Fácil, apenas llegados a los diez minutos de juego, una fricción entre Hromada y Koke dentro del área eslovaca era revisada por el VAR para decretar penalti a favor de España. Kuipers, que había pitado falta del centrocamp­ista del Atlético, se tuvo que rendir a la evidencia ante la flagrante acción del rival.

Máximo castigo y Morata se muestra valiente y muy dispuesto para lanzarlo, coge el balón sin temor alguno y le pega a romper, pero lo hace a media altura para hacer posible que la estirada de Dubravka tenga éxito y se esfume una oportunida­d magnífica para encauzarlo todo. No era la mejor forma de empezar en medio de tantas dudas, aunque España, liderada por Busquets, no dio un paso atrás y llegó a comerse a una Eslovaquia de un nivel semejante, ni más ni menos, a los dos anteriores rivales en el Estadio de la Cartuja.

La que sí fue distinta fue España, que no tuvo nada que ver en

el acierto goleador. Se acababan de refrescar ambos equipos cuando Eslovaquia le regala un balón a Sarabia en plena salida, el disparo del madrileño se va a larguero. La jugada sigue, sin embargo, y un balón que viene desde las nubes trata de palmearlo fuera un Dubravka que no se ganaría la vida como jugador de voleibol, pues la pelota cae tocada por el propio guardameta en su portería.

España sentía una liberación interior, por segunda vez se ponía por delante en un partido, aunque esta vez se va a prolongar en el tiempo la situación y comenzarán a caer goles, uno detrás de otro, para vivir una tarde de lo más plácida a pesar del calor. Justo antes del intermedio llegaría el suspiro de tranquilid­ad con un cabeza de Laporte para que después ya fuera todo un paseo.

El fútbol tiene estas cosas, basta con una circunstan­cia favorable para que todo vaya cuesta abajo en lugar de hacerlo en contra de la corriente. Aunque también es justo decir que en eso colaboraro­n sobremaner­a la manera de entender el juego de Busquets y también de Eric García. Ambos supieron buscar la zona más desprotegi­da de Eslovaquia, que era alrededor del medio centro, donde cualquiera que acudiera,

léase Morata, Koke, Pedri, Sarabia o incluso Busquets muchas veces, recibía con comodidad y tenía todo el tiempo del mundo para darse la vuelta y buscar las mejores opciones de profundiza­r.

Ésa, junto a la efectivida­d, fue la clave de todo, porque España se sentía cómoda incluso a pesar de no haber aprovechad­o sus primeras ocasiones de marcar, incluido ese penalti marrado por Morata. Pero con cero a dos al descanso, ya todo fue mucho más cómodo.

Sarabia materializ­aba el tercero en los primeros instantes de la segunda mitad en una llegada de Jordi Alba con un buen pase al corazón del área y España ya llegaría a gustarse entre unas probaturas de Luis Enrique que eran premiadas no más las realizaba. Porque tanto Ferran Torres como Pau Torres, dos titulares en el primer día contra Suecia, vieron puerta en las primeras acciones tras entrar al campo como sustitutos.

España llegó incluso a divertirse con esos goles y es que la mejor forma de pasarlo bien en un campo de fútbol es ganando, por supuesto, y también cantando gol a los cuatro vientos. Hasta cinco veces lo hizo España y cabe esperar que lo vuelva a hacer en Copenhague contra Croacia. Ojalá que sí.

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JULIO MUÑOZ / EFE El guardameta eslovaco no acierta a despejar el balón tras el disparo al larguero de Sarabia y éste se convierte en el primer gol para España.

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