Los contagios dejan a Andalucía al margen de la reapertura turística
La UE sitúa a la comunidad autónoma en el nivel de riesgo alto La precaución impera entre los campogibraltareños en el primer día sin la mascarilla obligatoria al aire libre
El control de la pandemia ha estado progresando razonablemente bien en España. Desde el fin del estado de alarma, el 8 de mayo, el nivel del contagio del coronavirus no ha dejado de disminuir, aunque menos en Andalucía. La preocupación, ciertamente, no está ya en los hospitales ni en las morgues, que es lo principal. La vacuna funciona. El problema tiene que ver ahora con los patrones internacionales de seguridad. El Consejo de la Unión Europea, el organismo donde acuerdan los ministros de los estados miembros, ha establecido un semáforo de reapertura turística cuyos jueces son los valores relacionados con el contagio. Ahí Andalucía sale perjudicada.
La campaña de vacunación se ha acelerado en junio y, por tanto, es cada vez mayor la protección de más y más gente frente a la enfermedad grave y a la muerte a causa del Covid. Ha obrado una especie de milagro científico y, sin embargo, al igual que desde el inicio de la pandemia, persisten ciertas incertidumbres. Los organismos de salud y los estados europeos piden precaución con el final de las restricciones y están vigilando con celo la relajación de las medidas, las desescaladas.
La Unión Europea se acerca a una especie de reconexión de movilidad comunitaria. Lo han llamado Re-open –reapertura en español– y es una sistema de información pública creado para “ayudar a a planificar” el “viaje en Europa” que mantenga al viajero “seguro y saludable”, lo que se traduce en un código de colores que se renueva periódicamente y en cuya última actualización, la del viernes, figura Andalucía en el valor de riesgo alto junto a otras cinco regiones de la UE.
Además de Andalucía, en esa lista roja de tránsito están por ahora Cantabria, La Rioja, Canarias, las francesas La Reunión y la Guayana, esta última en nivel de riesgo muy alto. En función de los datos del Centro Europeo de Prevención y Control de las Enfermedades, la institución europea considera una serie de recomendaciones dirigida al usuario de la reapertura viajera. Para situarse en un color o en otro, los requisitos tenidos en cuenta para las diversas regiones europeas son la incidencia acumulada a 14 días y la positividad, es decir, el porcentaje de casos detectados por cada positivo, un modo de medir el control de la propagación del virus. En ambos parámetros, Andalucía lleva semanas registrando los peores valores de España.
El 7 de mayo, justo antes del fin del estado de alarma, Andalucía registró la décima incidencia acumulada más alta (191,7). Dos semanas después, el 20 de mayo, con la nueva normativa andaluza ya en vigor, iniciado el llamado “proceso de transición a la normalidad”, la incidencia andaluza era la quinta más alta (165,2), ya en alza. Desde el 13 de junio, el indicador de los nuevos contagios lleva dos semanas siendo el más elevado de España.
Esta anomalía andaluza, teniendo en cuenta que en el último informe del Ministerio de Sanidad la incidencia andaluza era 70 puntos mayor que la de la media española, se ha debido a una “toma de decisiones equivocada” por parte de la Junta de Andalucía “tras el fin del estado de alarma”, expone Joan Carles March, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, crítico también con “que el Gobierno de España” desandara el estado de excepcionalidad “un poco antes de lo que debería”.
Para March, el Gobierno andaluz acometió una desescalada con “medidas demasiado aperturistas”, centrándose en las discotecas, que es lo “que nos ha llevado a la situación actual”. Este especialista en salud pública se refiere al grupo de entre 16 y 29 años, que es el que más disfruta “el ocio nocturno” y el que está protagonizando la diseminación vírica.
La andaluza fue la única Administración que se atrevió a tanto. Las demás han ido aligerando las restricciones más progresivamente. En Ceuta, por ejemplo, el ocio nocturno abrió la semana pasada del modo en que Andalucía lo hizo un mes y medio atrás. Ése es el tiempo que lleva estancada la desescalada andaluza, que debió haber avanzado a su segunda fase el 1 de junio y que no lo hará hasta un mes después.
Además de la incidencia acumulada, tampoco es óptimo en Andalucía el indicador epidemiológico de la positividad, que es el otro indicador que tiene en cuenta la UE para cambiar el color del semáforo turístico. Cuatro semanas suma por encima del resto de las autonomías el valor andaluz, un dato (7,8%) que no se acerca ni de lejos al umbral que Europa (4%) establece para rebajar el nivel de riesgo en este semáforo.
El Gobierno andaluz ha respondido esta semana a preguntas relacionadas con la menor bajada del nivel de contagios en la comunidad
Expertos atribuyen la peor evolución de los datos a la desescalada tras el estado de alarma
autónoma en comparación con el resto de España. El consejero de Presidencia, Elías Bendodo, vino a referirse el martes a la afluencia de visitantes y a la celebración de bodas, comuniones y otras reuniones familiares. Efectivamente, los expertos coinciden con ese diagnóstico, pero creen que las administraciones han debido actuar para contener los contagios que se producen en dichas celebraciones.
Así lo hace March, quien expone que los “eventos sociales” han sido un factor principal en los altos valores de los contagios en Andalucía. No obstante, “es preciso controlar el número de personas que pueden ir a las reuniones sociales para no favorecer el incremento de los brotes”. “Es necesario mantener las medidas adecuadas y el control estricto para que el número de casos no suban mientras se sigue vacunando a buen ritmo”, indica March sobre la llegada de los visitantes en los meses veraniegos.