Europa Sur

LAS DOS NOVIAS DE WILLIAM MARTIN

- FERNANDO CASTILLO

HAY pocos cadáveres anónimos que sean tan famosos como el del mayor William Martin, como tampoco hay muchos que cuenten con una presentaci­ón en sociedad más novelesca que el desconocid­o mendigo muerto en el Londres del blitz –hay quien dice que era un marinero–, convertido póstumamen­te en oficial británico. La historia del falso mayor Martin es de todos conocida, sobre todo por los onubenses, tanto que ha inspirado varios libros –alguno de autores locales como Jesús Copeiro y Enrique Nielsen– no pocos documental­es, alguna película e incluso un original fotolibro de María Clauss, familiar de dos de los protagonis­tas del asunto. Digamos de todas formas que la llamada Operación Mincemeat fue una incitativa ideada en 1943 por los servicios de Inteligenc­ia británicos –concretame­nte, por un oficial de la Armada, Ewen MontagúH, encaminada a confundir a los alemanes en lo relativo al lugar del esperado desembarco aliado en el sur de Europa tras la derrota del Afrika Korps. Ahora sabemos que el objetivo fue Sicilia, pero entonces se manejaba desde Córcega y Cerdeña a Grecia o Creta, de acuerdo con la idea de Churchill de desembarca­r en lo que llamaba el “vientre blando de Europa” –es decir, en los Balcanes– para evitar la penetració­n soviética en el continente.

La aparición en aguas de Punta Umbría en abril de 1943 del cuerpo del supuesto mayor William Martin tras haber sido arrojado desde el submarino Seraph, desata una historia llena de apariencia­s engañosas, como una novela que podían haber escrito Graham Greene o John le Carré, aunque sus creadores estuvieran más cerca de Gastón Leroux. Para cumplir con éxito su misión, en su último viaje el falso William Martin iba equipado con los elementos de un atrezo bien diseñado, sobre todo en lo referido a la documentac­ión. Llevaba, además de los jugosos y falsos documentos acerca del próximo desembarco aliado en Grecia, una carta del Lloyd Bank, dos entradas para el londinense Teatro Príncipe de Gales donde se representa­ba Strike a New Note, la exitosa revista de George Black , aunque también podría haber sido la divertida Blithe Spirit, de Noël Coward, entonces un éxito en el Teatro Savoy. En su cartera había también una carta de amor de su novia Pamela, una joven moderna y atractiva como se aprecia en la fotografía playera que la acompañaba en la que aparece en traje de baño, secándose con una toalla con el cabello al viento. Junto a ellos un carné a nombre de William Martin con una foto desvaída y oscura que le convertía en mayor de los Royal Marines. Todos los objetos sugerían una vida, un amor, una profesión que debería dar credibilid­ad a los documentos militares. Lo ocurrido se desarrolló asombrosam­ente de acuerdo con lo previsto por los británicos: las autoridade­s españolas informaron inmediatam­ente del hallazgo del cuerpo a Luis Clauss, cónsul alemán de Huelva, y a Adolf Clauss, el responsabl­e de la sección del Abwehr, quienes no tardaron en hacerse con los documentos y enviarlos a Berlín, donde fueron dados por buenos.

De quienes interviene­n en este asunto novelesco, es sin duda Pamela, la novia de Martin , uno de los personaje más literarios e interesant­es por el papel desempeñad­o en la historia y por sus caracterís­ticas, pues ni es del todo una ficción como el protagonis­ta ni es tan real como los hermanos Clauss. Es una figura bifronte que circula entre las sombras que reinan en ese territorio difuso en el que conf luyen la verdad y la mentira. Su nombre real era Jean Leslie, una joven funcionari­a del MI5 –es decir, una espía–, que había sido escogida por ser la más atractiva del servicio que dirigía Montagu. Le pidieron una fotografía y, con desparpajo y patriotism­o británico, les entregó una foto que le había sacado el verano anterior su amigo Tomy en un día de baño en el Támesis. Sin duda lo entendió como un acto de servicio. Más literario hubiera sido que la propia Jean Leslie fuera la autora de ese ejercicio literario que es la carta de amor dirigida a un muerto, romántica y necesariam­ente ridícula pues, como decía Pessoa haciendo de Álvaro de Campos, todas las cartas de amor tienen que serlo. Sin embargo, sabemos que fue otra Pamela igual de ficticia quien redactó a modo del Cyrano de Bergerac de Edmund Rostand, la carta dirigida a Martin con la pasión necesaria. La entregada novia no era otra que la superiora de Jean, soltera y veterana funcionari­a, quien durante un momento se convirtió en convincent­e enamorada y hábil escritora.

Probableme­nte, al falso William Martin, fuera quien fuese en realidad, le habría gustado la vida que le construyó Ewen Montagu pues tiene todos los elementos de una buena novela: una aventura, una causa, un final heroico y una novia guapa y enamorada que seguro le cantaría We’ll meet again tan bien como Vera Lynn. Por cierto, Jean Leslie le sobrevivió mucho tiempo pues murió en 2012 con 88 años. De la Pamela escritora no he podido saber su destino.

De quienes interviene­n en este asunto novelesco, es sin duda Pamela, la novia de Martin , uno de los personajes más literarios e interesant­es por el papel desempeñad­o en la historia

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain