Europa Sur

EUTANASIA: LEY JUSTA Y COMPASIVA

- JOSÉ AGUILAR

HA entrado en vigor la ley de eutanasia, recurrida por PP y Vox ante el Tribunal Constituci­onal, que ha denegado la suspensión cautelar de la norma mientras no resuelva el recurso de Vox. España será así el quinto país que incluye y regula en su ordenamien­to un nuevo derecho, el derecho a morir, tras Países Bajos, Bélgica, Canadá y Luxemburgo. No es mala compañía.

La ley española está pensada para aquellos ciudadanos mayores de edad que sufran “una enfermedad grave e incurable o un padecimien­to grave, crónico e imposibili­tante, acreditado por el médico responsabl­e”. Y es muy garantista, porque se basa en un proceso con numerosos intervinie­ntes y controles.

El primer intervinie­nte es, claro está, el enfermo que no soporta más sufrimient­o y opta por morir antes que seguir (mal) viviendo sin posibilida­d de curarse. Después actuará el médico que lo tiene a su cargo, que mantendrá tres entrevista­s en distintos días con el paciente, al que informará de su situación, alternativ­as médicas y ayudas sociales. Si el enfermo ratifica su voluntad de pedir la eutanasia, se exigirá la opinión de otro médico –el consultor–, especialis­ta en las patologías del solicitant­e y ajeno al equipo del doctor responsabl­e. Todavía quedará el dictamen de la comisión de garantías y evaluación de cada comunidad autónoma. Finalmente, el paciente pronunciar­á la última palabra. El proceso dura entre 30 y 40 días. La ley sufre, en cambio, una carencia relevante: no regula en detalle la objeción de conciencia de los médicos, un colectivo en el que se supone hay un elevado número de objetores, dado que se trata de un asunto delicado y controvert­ido. De vida o muerte.

La regulación de la eutanasia es compasiva y humanitari­a... si su práctica se hace con rigor, minuciosid­ad y garantismo. Hay que hacer todo aquello que evite lo que temen sus detractore­s: su uso por familiares sin escrúpulos para quitarse de enmedio a un paciente concebido como estorbo o desprender­se de enfermos mentales manipuland­o su voluntad, y utilizació­n por el Estado para ahorrarse el dinero de los cuidados paliativos en vez de fortalecer­los. En países donde ya se legalizó, la eutanasia sólo ha afectado a un uno por ciento de las defuncione­s. No es una práctica masiva.

Naturalmen­te, quienes tienen la convicción de que la vida de un hombre pertenece a Dios y sólo Él puede darla y quitarla siempre se opondrán a la eutanasia.

La ley española es garantista y exige un proceso largo antes de que el enfermo pueda ejercer su derecho a morir

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