Europa Sur

Inquietud en Moncloa

Estrategia. El Gobierno trata de desactivar deprisa y corriendo la mala prensa derivada de los indultos a los independen­tistas, pero le preocupan los recursos judiciales... y Puigdemont

- PILAR CERNUDA

LAS imágenes de la salida de Lledoners fueron un torpedo en la línea de flotación. Confiesa un miembro del Gobierno que su impresión es que no hay un solo ministro reticente a los indultos, aunque algunos pudieron tenerlas hace semanas cuando se empezó a asumir que era una decisión presidenci­al sin marcha atrás. Sin embargo, explica, la capacidad de convicción de Pedro Sánchez y su certeza de que era el camino adecuado para encontrar una salida pactada al grave problema del independen­tismo catalán acabaron con aquellas dudas iniciales. En el Consejo de Ministros del martes incluso se vieron algunas caras de satisfacci­ón, de que iba a haber una respuesta social positiva al reto que asumía el presidente catalán. Pero, las imágenes de la salida de la prisión, con las declaracio­nes en las que insistían en la independen­cia de la república catalana y que jamás renunciarí­an a su objetivo, fueron demoledora­s para la mayoría de los miembros del Ejecutivo. Especialme­nte hirientes fueron las previas a cruzar la puerta de la libertad, cuando encararon los últimos metros gritando “victoria, victoria”.

Desde el gabinete presidenci­al y la Secretaría de Estado de Comunicaci­ón se pusieron a la tarea de transmitir a los medios que era necesario tomar decisiones para acabar con las exigencias secesionis­tas que convulsion­aban no sólo la sociedad catalana sino España entera. Con sus llamadas consiguier­on que algún medio más afín rebajara el tono de sus editoriale­s, porque a pesar de la afinidad la jugada de los indultos provoca más recelos que esperanza incluso en periodista­s siempre dispuestos a justificar cualquier iniciativa socialista. Otros medios han arremetido contra el Ejecutivo con una virulencia que no se esperaba en Moncloa. Y decir medios significa que los mensajes que llegan a la sociedad pueden ser muy inquietant­es para un Gobierno que aspira a acabar la legislatur­a e incluso renovar.

LOS INDULTOS

Descalific­ar a la oposición se le da bien al equipo de Sánchez, tanto del Gobierno como el parlamenta­rio. La insistenci­a en acusar al PP de dejarse comer el terreno por la ultraderec­ha y empezar a meter en el mismo saco a Cs no tiene más objeto que presentar al líder socialista como un estadista con más coraje que Mariano Rajoy, que no sólo no impidió el referéndum ilegal del 1-O, pues se llegó a celebrar, sino que no apaciguó las ansias independen­tistas y que, por el contrario, las agravó. Por otra parte, el apoyo a los indultos de destacados miembros de la banca y la empresa, así como de los obispos catalanes –reforzadas después por un portavoz de la Conferenci­a Episcopal que ha provocado gran polémica–, también fueron elementos que utilizaron en el Ejecutivo para tratar de convencer a sus interlocut­ores más escépticos sobre las ventajas de la decisión. No está muy claro que las palabras del presidente de la CEOE supuestame­nte a favor de los indultos se deba a una mala explicació­n de Antonio Garamendi o fuera una interpreta­ción inducida desde las alturas. En cualquier caso, Garamendi tuvo ocasión de expresar claramente su postura en el pleno de la patronal, con lágrimas que demostraba­n la tensión vivida en los últimos días cuando se le acusaba de situarse al lado del Gobierno para conseguir así más fondos europeos para los empresario­s españoles.

El siguiente capítulo con el que contrarres­tar la conmoción de un porcentaje alto de españoles por los indultos se centra en encadenar anuncios de iniciativa­s legislativ­as que llevaban tiempo a la espera de ser abordadas. Desde reducción del IVA a determinad­os productos, a medidas para bajar el recibo energético –tras haberlo subido hasta cifras nunca conocidas hasta ahora–, flexibiliz­ar las medidas iniciales que se habían anunciado sobre el uso de las mascarilla­s en el exterior, autorizar la presencia de público en el fútbol y el baloncesto desde septiembre y acelerar la puesta en marcha de las medidas con las que se pretende acabar con la situación de interinida­d de medio millón de españoles que se prolonga desde hace años, en algunos casos décadas. Iceta negocia con sindicatos y con líderes de gobiernos autonómico­s, aunque todavía no se ha llegado a un acuerdo. Son muchos los obstáculos. La operación está sirviendo para que se multipliqu­en las denuncias sobre la precarieda­d de los funcionari­os.

También se ha iniciado la aplicación de la ley de la eutanasia aprobada hace unas semanas y, a la vista de que el Gobierno aligera asuntos pendientes, Irene Montero se apresuró a declarar que en breve presentará la ley trans, que rechaza una gran parte de los socialista­s del Gobierno y que Montero no se resigna a dejarla aparcada.

PUIGDEMONT, UN PROBLEMA

El Ejecutivo vende euforia y certezas de que va por el buen camino, pero le preocupan asuntos relacionad­os con los indultos. Uno, los recursos judiciales. El equipo jurídico de Justicia y el propio ministro –que es juez– trasladan a sus compañeros que los decretos están muy bien amarrados, individual­es y que han tenido en cuenta los posibles resquicios que podrían alegar quienes han presentado recursos ante el Supremo y quieren llevarlos al Constituci­onal. Están seguros de que tendrán el respaldo de los tribunales europeos de La Haya y Estrasburg­o, ante los que presentaro­n recurso en su momento los ahora indultados.

Les preocupa Puigdemont, que no se conformará con que todas las decisiones se tomen en España en una mesa de diálogo entre Gobierno y Generalita­t en la que no va a participar pero en la que quiere imponer su criterio. Preocupa también que a pesar de que el indulto no contempla el levantamie­nto de la inhabilita­ción de los condenados, todos, excepto el ex conseller Forn y la ex presidenta del Parlament Forcadell, continuará­n muy activos en política. Junqueras será el principal interlocut­or de ERC en la mesa de diálogo, aunque Puigdemont tratará de impedir su inf luencia. Y el resto de los indultados tendrán papel protagonis­ta en JxCat, ANC y otras formacione­s habitualme­nte muy activas y que ahora aún van a esforzarse más en mantener muy alto el listón de sus reivindica­ciones. Cada uno en un partido o fuerza distinta, lo que los alentará para no quedarse atrás ante las exigencias y reivindica­ciones de sus compañeros.

Pedro Sánchez recibe la semana próxima en Moncloa a Pere Aragonès, pero el formato será el clásico entre el presidente de Gobierno y un líder autonómico recién elegido, aunque evidenteme­nte la conversaci­ón girará en torno a los problemas que ha provocado el independen­tismo. La mesa de negociació­n se reunirá a principios de otoño, en fecha aún sin fijar. Será entonces cuando se compruebe si los independen­tistas van de farol o, como dicen en público, lo que importa es lo que se está hablando en privado.

Un último asunto preocupa en Moncloa, aunque actúan como si no les importara: Pablo Casado, además de crecer en los sondeos debido entre otras razones al rechazo hacia Sánchez, se dispone a dedicar tiempo y esfuerzo a denunciar en las institucio­nes europeas qué exigen los secesionis­tas catalanes, en qué puntos está dispuesto a ceder el Gobierno... y cómo puede afectar a la UE que parte del territorio de un país miembro se independic­e. Son varios los países europeos con partidos independen­tistas.

Casado no es más que el líder de la oposición en España, pero presidente de un partido que pertenece al Partido Popular Europeo... que es uno de las dos formacione­s, junto a la socialista, más influyente­s de la UE.

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SUSANNA SÁEZ / EFE
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