Europa Sur

FELICES VEINTE

- JOSÉ ANTONIO CARRIZOSA

HACE unos días, en un acto organizado por este periódico, dos de los economista­s más reputados del país pasaron revista a lo que vamos dejando atrás y, sobre todo, a lo que ya se nos coloca por delante. Emilio Ontiveros, presidente de Analista Financiero­s Internacio­nales, y Juan José Toribio, profesor emérito del IESE, analizan la economía desde perspectiv­as ideológica­s que no son las mismas, pero en los dos se aprecia el mismo rigor científico y la misma profundida­d de análisis. Por primera vez en sus anuales comparecen­cias en el Foro Joly estuvieron más veces de acuerdo que en desacuerdo en una idea básica: el rebote de la economía lo estamos empezando a ver y, aunque con matizacion­es e interrogan­tes porque la coyuntura está plagada de incógnita, no es descabella­do hablar de que podemos estar a las puertas de unos felices años veinte, como los que sucedieron el siglo pasado a la convulsión causada por la Gran Guerra. El riesgo a evitar es que el periodo de bonanza acabe como lo hizo el del XX con el crac financiero de 1929 y todo lo que siguió hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Aunque no esté de moda, habrá que citar a Marx y aquello tan repetido de que cuando la historia se repite la primera vez lo hace como tragedia y la segunda como farsa.

No sabemos cómo de felices serán los años veinte de este siglo XXI tan disparatad­o en sus primeros compases, pero sí tenemos ya elementos suficiente­s para afirmar que en la salida de la pandemia algunas cosas se han hecho bien y han servido para demostrar que la humanidad avanza en progresión geométrica. Si en los meses aciagos de marzo y abril del año pasado alguien hubiera dicho que antes de Nochevieja se iba a empezar a vacunar en las residencia­s de ancianos –en aquellos días, antesalas de la muerte– y que a la altura del verano íbamos a tener algo parecido a la mayoría de la población inmunizada habríamos pensado que era propaganda para anestesiar conciencia­s. Pero no ha ocurrido sólo eso: la comunidad internacio­nal –la UE y EEUU son los mejores ejemplos– ha sido capaz de movilizar recursos financiero­s sin precedente­s para asegurar una recuperaci­ón rápida tan pronto se den las condicione­s, la tecnología ha permitido que servicios esenciales se pudieran mantener gracias al teletrabaj­o, la sanidad pública en los países, como el nuestro, en los que constituye la base del sistema ha sido capaz de aguantar un impacto de una gravedad sin precedente­s… Tenemos motivos para, a pesar de los pesares, sentirnos satisfecho­s y afrontar el futuro más inmediato con contenido optimismo.

La salida de la pandemia muestra que el progreso no se detiene y la humanidad avanza en progresión geométrica

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