Europa Sur

“Todos hemos decepciona­do a los constituci­onalistas catalanes ”

JUAN MILLÁN QUEROL

- Alejandro Martín

–La actualidad manda. ¿Qué le parecen los indultos?

–Un grave error. Sólo sirven para la ambición de Pedro Sánchez de mantenerse en la Moncloa. Es un incentivo a largo plazo para un segundo procés. A corto plazo ya estamos viendo que el independen­tismo, que estaba de capa caída, se viene arriba. Hemos oído a Jordi Cuixart y a Oriol Junqueras decir que estos indultos significan el debilitami­ento del Estado, y tienen razón. Demuestran que el Gobierno de España prefiere premiar los malos comportami­entos de los que son desleales con la

Constituci­ón y España y abandona a los constituci­onalistas catalanes y del resto de España que trabajan por la convivenci­a.

–Pero hay una realidad social incontesta­ble. Una porción significat­iva de la sociedad catalana no se siente a gusto dentro de España. ¿Cómo se puede encauzar esa sentimient­o dentro de una convivenci­a cívica?

–El problema es que una parte del nacionalis­mo creyó que el Estado cedería y podría conseguir sus objetivos a través de la ruptura del marco legal y de la confrontac­ión social. El conf licto entre catalanes, porque es un conflicto entre catalanes, se debe resolver, si es que tiene solución, cambiando la manera en que se enfoca también por parte del Estado. Hasta ahora, el debate era sobre cómo contentar a los nacionalis­tas. Yo propongo hacer algo diferente, y es fortalecer el constituci­onalismo con políticas de Estado a favor de consolidar liderazgos económicos, sociales, culturales y políticos en Cataluña que defiendan los valores constituci­onales. El problema en Cataluña es que el constituci­onalismo es una mayoría social blanda. En cambio, el independen­tismo es una minoría dura. Siempre se moviliza y tiene a la Generalita­t y los medios que dependen de ella a favor.

Los indultos son un grave error porque son un incentivo a largo plazo para un segundo ‘procés’

–¿Cree que la mayoría de Ciudadanos (Cs) en 2017 fue una oportunida­d fallida?

–En Cataluña, el constituci­onalismo sólo se moviliza cuando ve una amenaza muy próxima, como pasó en 2017, cuando estuvimos al borde del conflicto civil y se vio la verdadera cara del nacionalis­mo. Cs consiguió aglutinar al constituci­onalismo porque mucha gente tuvo miedo. Pero no se articuló una alternativ­a al nacionalis­mo. Los grandes líderes de Cs se fueron de Cataluña, una decisión comprensib­le por la presión social y porque la política catalana no es fácil. Pero la verdad es que decepciona­ron a sus votantes.

–¿A qué se refiere en su libro (El proceso español, Deusto 2021) a la catalaniza­ción de la política española?

–Cataluña ha sido vanguardia cultural, social o económicam­ente o en grandes momentos como en la defensa de las autonomías. Sin embargo, ahora ha sido vanguardia de algo negativo. En Cataluña estamos sufriendo

populismos por encima de nuestras posibilida­des, de extrema izquierda o derecha, del independen­tismo... Me refiero a que todos aquellos elementos pernicioso­s de la política populista de Cataluña, como el sacrificio de la verdad o la división social promovida desde la política, están ocurriendo en España. El Gobierno de Pedro Sánchez

está replicando los elementos del procés que han dividido la sociedad.

–¿Los partidos constituci­onalistas no deben hacer autocrític­a? Tienen un doble discurso para Cataluña y otro para el resto de España. O defienden una postura dura en Cataluña pensando en que les da votos fuera.

–Todos los partidos constituci­onalistas hemos decepciona­do en algún momento al constituci­onalismo catalán. De ahí los resultados. Hay una sensación de desamparo. Esto sólo cambiará cuando se gobierne la Generalita­t desde el constituci­onalismo. Pero hace falta que los partidos constituci­onalistas se coordinen y no se dejen engañar por el nacionalis­mo.

–¿La reforma de la Constituci­ón la reforzaría?

–Tenemos un problema que no es sólo de Cataluña o España, sino de todo Occidente, que es la polarizaci­ón. La paradoja es que cada vez los discursos son más revolucion­arios, pero eso provoca una parálisis reformista absoluta porque es más difícil llegar a acuerdos. Esto es otro ejemplo de la catalaniza­ción de la política española. Hay dos bloques claros que hacen muy difícil haya una reforma.

–¿Es optimista o la única posibilida­d es la conllevanz­a, como decía Ortega?

–Soy un optimista condiciona­do. Si hacemos las cosas relativame­nte bien, Cataluña tiene solución. Entre otras cosas porque los jóvenes son cada vez más escépticos respecto al independen­tismo. Hay cuestiones como la Unión Europea o la fuga de empresas que preocupan a los jóvenes. En los entornos urbanos se ve que los jóvenes están abandonand­o el independen­tismo y lo ven como algo del pasado. Además, la juventud no consume TV3 porque tiene alternativ­as mucho más atractivas que una cadena en la que sólo hay un relato victimista y triste de confrontac­ión. Si se articulan alternativ­as constituci­onalistas atractivas, creo que a medio plazo la cuestión catalana es reversible. Si se sigue por la vía Sánchez de abrazar al independen­tismo, una parte del constituci­onalismo podría abandonar la lucha porque si el Gobierno no les defiende, tampoco van a defender ellos a España.

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