Europa Sur

“El éxito consiste siempre en tener tiempo”

● El periodista presenta hoy en la Feria del Libro ‘Miss Marte’, novela que desarrolla su intriga sobre la dificultad de llegar a la “casi verdad”

- Pilar Vera CÁDIZ

A pesar de todo, en el periodismo de antes había mucha menos maña y mucho más morbo”

Nunca he tenido sensación de desconexió­n con Galicia: vuelvo todos los meses”

La época actual es especialme­nte convulsa, y eso contribuye bastante a un cierto adanismo”

¿Cómo construimo­s las historias? ¿Cuánto pesan los recuerdos, la emoción, cuánto pesa el atractivo de la narrativa, lo que queremos creer? ¿Podemos llegar a la “casi verdad”? Sobre todo esto viene a reflexiona­r Miss

Marte (Alfaguara), la novela que el periodista Manuel Jabois (Sanxenxo, 1978) presenta hoy en la Feria del Libro, de la mano de la Fundación Ory. “De la novia se dijo que había aparecido en su propia boda de blanco, como si estuviese metida en una secta”, así empieza un relato de realidades inasibles que transcurre en Xaxebe, un pueblo imaginario que es el pueblo (pátina gallega mediante) de todos los veranos, de ese verano que sólo se da una vez en la vida. “Los amigos, cuando dejan de serlo, siempre es por envidia”, dice uno de los personajes, radiante en el entonces, cuarentón con suerte en el ahora. Jabois niega la mayor: “Yo envidio el talento de muchos de mis amigos. Creo que el secreto erosiona mucho más que cualquiera otra cosa. La sospecha, la duda... es un tumor que termina reventando cualquier relación”.

El enlace en torno al que gira la trama de Miss Marte fue la “última boda por la iglesia que se celebró” en un pueblo en el que el alcalde puede hacerse una idea del resultado electoral según los fallecimie­ntos: en cuántos velatorios gallegos se decidirán elecciones. El desplome demográfic­o de lo rural no es, en Galicia, un tema nuevo: “Somos un pueblo emigrante: claro que ha habido ocasiones más extraordin­arias que esta, de pobreza extrema, guerra... –comenta el escritor–. La oferta laboral para las, digamos, profesione­s relativas a la creación, aunque no sé si el periodismo entraría ahí, siempre ha sido escasa. Pero es también una tierra súper resistente, hasta el punto de que mucha de la gente que se va, regresa. De hecho, yo mismo tampoco me he sentido nunca fuera de Galicia porque, excepto por el paréntesis de la pandemia, voy todos los meses: nunca he tenido sensación de desconexió­n. Y, al fin y al cabo, me he venido a Madrid para escribir de Galicia”.

La novela sigue el caso de la desaparici­ón de un niña en la década de los noventa, cómo se trató, qué marcas dejó en quienes lo vivieron. Es inevitable recordar los casos mediáticos de la época (Alcàsser, Wanninkhof) y pensar si el circo ha cambiado tanto en todo este tiempo: “Cuando hablamos de periodismo, las quejas, las miradas, siempre se dirigen a lo malo: pero yo he visto, en asuntos tan delicados y emocionale­s, trabajos impecables –apunta Manuel Jabois–. A mí me gusta mucho referencia­r: hay días en los que leo más periódicos antiguos que periódicos de ahora, y sí que hay evolución. Antes había mucha menos maña y mucho más morbo, ¡si hasta he leído crónicas de una violación homosexual en plan de coña! Es verdad que las coberturas televisiva­s siguen siendo muy intensas, al igual que en los digitales, en los que pesa mucho la inmediatez. Ahora, desde luego que siempre va a haber mal periodismo, como siempre habrá malas personas”.

Un triste consuelo es constatar que no somos especiales, ni para lo bueno ni para lo malo, aunque “cada generación sea un poco ombliguist­a, un poco tramposa –prosigue–. Y lo mismo la actual lo es mucho porque es verdad que parece que en esta época ocurre de todo. Pero incluso una pandemia también pasó otras veces, y de otra forma, y también salieron reyes de España. Y no sólo caemos en esa trampa, en ese adanismo nosotros, sino también desde la política donde, además, señalamos mucho la crispación, olvidando que hubo una Guerra Civil o que hace veinte años también se decían barbaridad­es en el Congreso”.

Mención aparte merece, en la historia, Ventín, el director de un periódico local de hace tres décadas: “Ese jefe que parecemos haber tenido los que nos dedicamos a esto”, asegura Jabois. Un responsabl­e cuya máxima aspiración vital era dar a sus lectores algo que ya supiesen y que les confirmara el orden natural del mundo. Se puede pensar que era un adelantado a su tiempo, que hubiera respirado tranquilo con las listas de los diez rincones ocultos más conocidos: “Al señor Ventín lo usé en un relato de verano para el periódico hace unos años, y me hacía gracia caricaturi­zarlo de nuevo. Me encantaba la idea de un tipo que trabajara en medios pero no soportara la actualidad, que la realidad le marease: es sólo apretar un poco, de hecho, algo que vemos” . Su orden de apagar radios y televisore­s en el trabajo –no fuera que los redactores se enterasen de algo – podría trasladars­e a esta época, pero con las redes: “Uy, yo prefiero no enterarme de muchas cosas porque el poder de la burbuja es brutal, y lo digo como consumidor y usuario de redes –indica Jabois–. Pero, al final, tiendo a que me aburran las cosas. Para mí, son desde luego impagables con asuntos puntuales, como pudo ser lo del asalto al Capitolio”.

Su reportera, Berta,con gafas y abrigo largo, y su misión de montar un documental de testimonio­s, levantando horas y horas de filmación es un piano para un niño sin manos en la realidad periodísti­ca actual. Manuel Jabois no olvida que su rutina era marcarse tres páginas al día en

Diario de Pontevedra porque, cuando aterrizó en El País, ya era “mayor de lo que se suele” para los oteadores. En su caso, nadie apagó el despertado­r de un manotazo, como escribe en Miss

Marte, sino que más bien lo sacaron de la cama con urgencia. “El éxito consiste siempre en tener tiempo, y en el periodismo ni te cuento –continúa–. Si consigues eso, es que has llegado a un sitio al que no ha llegado casi nadie. Yo me puedo ir tres meses a hacer un reportaje, posibilida­d que me hubiera provocado risa cuando empecé. Soy bien consciente de que, a pesar de mí mismo, y de este personaje, la situación real del periodismo es otra, llena de precarieda­d y horarios indignos” .

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ALFREDO ARIAS El periodista y escritor Manuel Jabois.

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