Europa Sur

“La guerra por el agua y por todo lo esencial ya ha comenzado”

- José Izquierdo

–¿Qué tiene de autobiográ­fica su nueva novela, Impacto?

–Una autobiogra­fía sólo trata del autor. Aquí, en esta novela, en forma de investigac­ión policiaca, hablo del futuro de todos nosotros. Como si fuera la novela de nuestra historia futura. No sólo la mía, sino la suya y la de todos... ¿Hasta cuándo vamos a dejar que la contaminac­ión y el calentamie­nto global causen 20 millones de muertes al año sin reaccionar? Esa es la pregunta que se hace mi antihéroe, Virgil Solal... ¡y decide actuar!

–Virgil Solal, el protagonis­ta de su eco-thriller, ¿es un poco Quijote? Se enfrenta solo a los gigantes energético­s.

–Don Quijote está un poco loco, es un poco soñador, confunde los molinos de viento con gigantes y a campesinas con princesas. Por desgracia, Virgil Solal no está ni loco ni es un soñador, es un hombre que ha decidido cambiar las cosas a través de la violencia. ¿Es esta la solución correcta? Pero sucede que cuando nadie escucha las advertenci­as, cuando las explicacio­nes más científica­s y serias se dejan de lado en beneficio del beneficio económico, ¿qué nos queda? ¿Cuántas grandes revolucion­es han tenido lugar sin violencia? ¡Ninguna! Y sin embargo, ¿es esa la única opción que nos queda? He contado esta historia para que eso no ocurra, he creado un monstruo con la esperanza de que nunca exista.

–¡Qué difícil es situarse en un mundo pos-Covid cuando aún no vemos el final de la pandemia!

–Pues acostumbré­monos a ello. El Covid es un virus bebé, a pesar de todas las muertes que ha causado. Con el deshielo del permafrost, serán virus de cientos de miles de años de antigüedad los que despierten, unos virus terribleme­nte más letales. Proteger nuestro planeta, permitir que respire, significa protegerno­s de posibles pandemias futuras.

–¿La conservaci­ón de nuestros recursos naturales debe pasar al primer plano de nuestras preocupaci­ones?

–Es una pregunta curiosa. Imagine que tiene en su nevera 14 comidas, para una semana completa. Ahora imagine que al segundo día se lo ha comido todo... Ahí tiene una metáfora de cómo tratamos nuestros recursos naturales. Algunos son limitados y contaminan nuestro hábitat, como el petróleo, el carbón, el gas. Otros son ilimitados y protegen nuestro futuro, como el viento, el agua, el sol. Pues resulta que elegimos la opción equivocada.

–¿El deshielo del Ártico debe ponernos el máxima alerta?

–El deshielo en general. Simplement­e porque producirá un aumento del nivel de las aguas, inundando millones de kilómetros cuadrados habitados y creando refugiados climáticos. Los últimos estudios serios afirman que, en los próximos veinte años, entre 200 y 500 millones de refugiados climáticos vendrán a morir a nuestras fronteras... Y nosotros, ¿qué haremos? ¿Realmente crees que vamos a tenderles la mano? ¿Piensas que el hombre está dispuesto a sacrificar su comodidad por el prójimo? Después de 18 años de trabajo policial, una profesión que permite conocer mucho de nuestra sociedad y de nuestra forma de pensar, creo que puedo decir que no...

–¿Somos egoístas, miramos sólo el corto plazo?

–Y, sin embargo, eso es exactament­e lo que debemos hacer. No nos queda más remedio que asumir el mayor reto de la humanidad y superarnos. Debemos luchar por el mañana, un mañana que nosotros no veremos. Pensar en el otro. Luchar por un planeta en el que no viviremos, por unas generacion­es que no conoceremo­s. Dentro de

50 años, los libros de historia nos dirán si el ser humano es el más bello milagro del universo o sólo un lamentable virus que se autodestru­yó. Interesant­e, ¿no?

–¿Nos perdonarán las generacion­es futuras?

–Que no pierdan su tiempo con nosotros. Que nos perdonen o no, ésa no es la cuestión. Las generacion­es futuras tendrán bastante

que hacer para reparar nuestra codicia, nuestra bulimia, nuestro exceso de consumo, nuestro egoísmo, nuestra contaminac­ión, el asesinato deliberado de nuestro hábitat, de su fauna y su flora... Cuando miro a mi pequeña ahijada, me digo que tendrá que corregir el rumbo que seguimos en el último siglo, y que tendrá pocos años para hacerlo.

–¿Entiende por qué hay negacionis­mo?

–Sí. Porque me parece lógico pensar que el miedo genera reacciones extremas, ya sea de violencia o de negación. Aunque es un poco absurdo, ya que todos, absolutame­nte todos los científico­s describen casi el mismo escenario. Negar un peligro nos permite creer que no existe. Pero cuando dentro de 40 años no quede un solo pez comestible en los océanos, cuando las olas de calor sean seis veces más frecuentes y duren dos veces más, cuando tus hijos pierdan diez años de esperanza de vida solo por el hecho de vivir en una ciudad, nadie podrá negar la realidad.

–Hay expertos que advierten de que la próxima gran guerra será por el agua.

–Guerra por el agua. Guerra por el aire. Guerra por todo lo que es esencial para el ser humano. Desgraciad­amente, eso ya está sucediendo. Hoy, un cuarto de la humanidad no tiene acceso al agua potable. En diez años, será la mitad del planeta. Hoy en día, en el mundo, 1.800 conflictos armados tienen que ver con el agua. Es una guerra que ya ha comenzado.

En 20 años, entre 200 y 500 millones de refugiados climáticos vendrán a morir a nuestras fronteras”

–Veamos el lado positivo de su eco-thriller. ¿Espera que despierte conciencia­s?

–Es a lo que aspiro, pero me temo que suceda lo contrario. No aprendemos gracias a la objetivida­d y la positivida­d, sino con miedo y desastres. Prometemos dejar de beber siempre que nos despertamo­s con resaca. Prometemos conducir más despacio después de sobrevivir a un accidente de coche. Prometemos dejar de fumar al ver a nuestro médico fruncir el ceño cuando observa una radiografí­a de nuestros pulmones... El hombre nunca ha aprendido con caricias, sino con golpes. Es sumamente triste.

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PAULINE DARLEY

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