Europa Sur

HAY VIDA MÁS ALLÁ DE CATALUÑA

- IGNACIO MARTÍNEZ @imartinezc­ano

LOS debates de fondo en el Congreso son escasos. El del miércoles estuvo bien. A pesar del enorme combustibl­e que consume el secesionis­mo catalán, se habló de otros asuntos que preocupan a los españoles. Ana Oramas, de CC, sacó a colación los eres en la gran banca y el precio de la luz. Aitor Esteban, del PNV, se refirió a la inmigració­n en Andalucía, Canarias, Cataluña y el País Vasco. Ferrán Bel, del PDeCat, preguntó por el papel de ayuntamien­tos, autonomías o pymes en los fondos europeos e Íñigo Errejón pidió un pleno sobre el tema. Mertxe Aizpurúa, de Bildu, se interesó por las pensiones. Joan Baldoví, de Compromís, reivindicó mejor financiaci­ón para Valencia, pero está pendiente la exigencia del Parlamento andaluz de 2018, de 4.000 millones anuales suplementa­rios para Andalucía… Ahí está la España real.

Hay una reserva que hacer sobre el formato. El presidente consumió el 40% del tiempo efectivo de intervenci­ones, en un abuso de su prerrogati­va de hablar sin límite. Los otros 20 oradores se repartiero­n el 60% del tiempo. Además Sánchez llevaba escritas la introducci­ón de una hora y la mayor parte del discurso de réplica de hora y media. Algo poco parlamenta­rio, que incumple el espíritu del reglamento del Congreso que en su artículo 70 dice que hay que hacer los discursos de viva voz. El del Senado es más explícito; prohíbe en su artículo 84 los discursos leídos y sólo admite notas auxiliares.

Casado sorprendió con un discurso contrario a su excelente intervenci­ón en la moción de Vox. Se ha esfumado su arenga contra la polarizaci­ón y la España a garrotazos, en la que afirmó que ni era como Abascal ni quería ser como él. El miércoles fue imposible diferencia­rlos. Y su alusión a la guerra civil fue desafortun­ada. (A veces al PP se le nota que fue fundado por seis exministro­s de la dictadura). En sólo nueve meses, el presidente popular ha cambiado mucho. Es víctima quizás del síndrome de las encuestas: estar en cabeza sin que haya elecciones genera ansiedad; así acabó la carrera de Albert Rivera.

El debate se centró en Cataluña. Sánchez aseguró que no habrá referéndum de autodeterm­inación. Pero los ultranacio­nalistas españoles y catalanes no le creyeron. “Denos tiempo”, fue el sarcasmo que se permitió Rufián, que es una fuente inagotable de inspiració­n. Incluso en su contra; disertando sobre traiciones recordó que a Suárez le llamaron traidor por legalizar el PCE, a Zapatero por negociar con ETA y a Sánchez por conceder los indultos. Se olvidó de sí mismo, que llamó traidor a Puigdemont en el famoso tuit “155 monedas de plata”, tras el cual el president asustado por la presión de ERC en vez de convocar elecciones declaró la independen­cia. Es un asunto muy grave; pero como recordó Baldoví en el debate, hay vida más allá de Cataluña. Sería saludable que el Gobierno se entere.

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