Europa Sur

NUNCA JAMÁS... DE MOMENTO

- JOSÉ AGUILAR

POR una vez Pedro Sánchez ha sido tan contundent­e como debió serlo cuando anunció los indultos o, al menos, cuando Pere Aragonès salió de su encuentro en Moncloa, el martes, exigiendo la amnistía y el referéndum de autodeterm­inación como única salida al conflicto de Cataluña.

Sánchez proclamó en el Congreso que nunca, jamás, habrá un referéndum de autodeterm­inación para que los catalanes decidan en solitario su futuro. Porque no lo permite la Constituci­ón vigente y porque si se reforma la Constituci­ón para hacerlo posible, el PSOE se opondrá, imposibili­tando que se inicie siquiera el proceso por no reunir los 3/5 de votos del Congreso (aparte de que PP, Cs y Vox también la rechazarán). Asunto zanjado. ¿O no?

Aunque también prometió que no gobernaría con Podemos para evitar que la mayoría de los españoles, y él mismo, no pudieran dormir, que los secesionis­tas condenados cumplirían íntegramen­te sus penas y unas cuantas cosas más, esta vez necesito creer al presidente. Porque alguna raya roja no atravesabl­e tendrá en sus planteamie­ntos, porque no puede despojar a los españoles de su soberanía sin merma para sí mismo y porque, si lo hiciera, duraría dos años más en el cargo, sí, pero se cargaría a su partido durante dos décadas. ¿Quién va a votar a un partido responsabl­e de que el nacionalis­mo rico e insolidari­o se salga con la suya y separe de España a una de sus comunidade­s más prósperas y punteras?

Quizás Sánchez transita por un camino que, sin romper con la Constituci­ón, conduzca al mismo sitio pretendido por los independen­tistas, pero a más largo plazo. Se trataría de desactivar al Tribunal de Cuentas para que no multe a los altos cargos del procés (ya se apartó del caso la Abogacía del Estado), arreglar la vuelta de Puigdemont con detención pasajera, condena e indulto inmediato, regar Cataluña de fondos europeos, sistema de financiaci­ón más favorable, inversione­s según el PIB, nuevo estatuto de autonomía con más autogobier­no y, atención, una consulta a los catalanes dentro del marco de la Constituci­ón, no vinculante jurídicame­nte, pero sí con significad­o y consecuenc­ias políticas.

De esta manera, se reforzaría­n las posiciones del secesionis­mo, quedarían en situación privilegia­da y cercana a los referendos de Escocia y Quebec, repetibles hasta conseguir una mayoría suficiente para avanzar hacia la República Catalana. Vamos, lo que el ministro Iceta les aconsejó.

Necesito creer a Sánchez: existe una línea roja que, si la cruza, se cargará al Partido Socialista durante dos décadas

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