Borrones en el examen de dibujo
● Los opositores denuncian incorrecciones en la convocatoria a la especialidad de Dibujo para profesores de Secundaria ● En la provincia han sido 147 los candidatos a la prueba
Un examen con erratas sobre la fe de erratas, indefiniciones en la redacción y distintos plazos de tiempo según tribunal. Ese es el escenario que encontraron los 127 candidatos a las oposiciones de Dibujo para Secundaria en la provincia el pasado mes de junio. Una convocatoria que ha provocado protestas a nivel autonómico a causa de las irregularidades que, afirman tanto los candidatos como la Asociación 09 de Profesorado de Dibujo, Artes Plásticas y Educación Plástica y Visual, podían encontrarse en la parte práctica de la prueba.
Los exámenes se entregaron con errores iniciales que en principio, eran corregidos en un anexo de fe de erratas, tres en seis ejercicios: correcciones –afirman los afectados – en las que seguían existiendo inexactitudes, que se puntualizaron de forma particular desde los distintos tribunales. Además de las contabilizadas, el ejercicio
Desde la Junta, ya se ha hecho oficial que el ejercicio no se va a repetir
tenía otras erratas adicionales: “En un momento así, simplemente que haya un enunciado mal redactado te hace perder el tiempo”, abunda uno de los opositores.
Los errores de la parte técnica de la convocatoria eran “claros y totales”: “Había fallos en los dos primeros ejercicios y su redacción era confusa”, apunta Ester Martínez, preparadora para oposiciones en Dibujo Técnico en la Academia La Cova, en la Comunidad Valenciana. Dado que, a lo largo del último año, se ha potenciado la formación online, muchos de sus alumnos competían en la prueba andaluza. “Para mí –prosigue–, el enunciando es el propio de un profesor novato de dibujo técnico”.
“Un problema de dibujo técnico –continúa uno de los consultados– es, al fin y al cabo, un problema de matemáticas, y hay circunstancias en las que sí se admiten muchos resultados y hay otras, en las que no. Aquí se presentaban varios resultados, omitiendo determinadas informaciones en los ejercicios con la intención de complicar la cosa”.
“Se trataba de un enunciado por apartados independientes: se puede solucionar pero en el conjunto de todo el examen, en el estado de nervios y ansiedad, no es lo más apropiado. Ahí ya podemos entrar en cómo vas a entrar a medir la competencia y cribar, o a hacerlo imposible”, comenta al respecto Ester Martínez.
La parte artística tampoco se libra de las críticas: “A las oposiciones de plástica se puede presentar cualquier licenciado. Para gente que venimos de otras materias, o de formación artística, arquitectos e ingenieros son competidores brutales, como es lógico –continúa un opositor–. La parte artística es la que nos da, digamos, un poco más de aire. Aquí teníamos la opción de desarrollar un storyboard y un diseño gráfico, pero esta la sustituyeron por un diseño de azulejo que, al fin y al cabo, es creación de redes modulares, se acerca más a lo técnico”. Cuando llegan al story -board, “vemos que han metido el tema del sonido, algo que no estaba explícito en la convocatoria”. Ante las quejas, hubo algunos tribunales que siguieron adelante tal como estaba la redacción; otros, que no; otros que dijeron que no hacía falta a mitad de la prueba... “Un tribunal interpreta la norma de una manera y con toda la buena intención –prosiguen–, pero las decisiones no son uniformes”. De igual modo, ante el desorden, hubo mesas que decidieron añadir media hora extra al desempeño, mientras que otras continuaron dentro del tiempo propuesto.
“Aquí lo que dicen es que lo importante es la competición dentro de un mismo tribunal por un número de plazas –comenta Ester Martínez–. Pero es que luego, a nivel global, para el tema de las bolsas de trabajo sí que hay desigualdad entre lo que ha sucedido en unos tribunales y otros”.
La especialidad, en cualquier caso, parece gafada. La anterior convocatoria, en la que también se detectaron incongruencias, se repitió. No así esta, “y estos errores –indica Martínez–, son peores”. El comunicado oficial desde la Junta de Andalucía ante las quejas es que se dieron una serie de erratas menores y se subsanaron sobre la marcha, y no existe por tanto motivo para repetir. Pablo Quesada, director de Profesorado de la Consejería de Educación y Deporte, reseñaba como única incidencia en las oposiciones a Secundaria un problema en canto para piano.
Detrás de algo tan gris como una convocatoria a oposiciones, la vida. Quien aprovecha los años de paro. Quien busca reunirse con sus hijos. Quien retrasa tener hijos. A la papelera. “No te mereces un examen así”, cuenta Ester Martínez que les decía a sus alumnos. La formadora asegura que nunca, en su trayectoria como profesora, se ha encontrado casos como los de las últimas convocatorias andaluzas: “Si hay erratas, pues se corrigen y ya está, pero el problema era el conjunto de todo –explica–. Te dicen cuatro horas y media pero el tiempo varía dependiendo del tribunal, te plantean el trabajo sobre una línea y te dicen que no, el cuadernillo estaba mal organizado y mal estructurado, había aulas en las que no había siquiera espacio y el material de dibujo estaba todo por el suelo...”
La pregunta es cómo llega un examen de estas características a las mesas de los opositores: “Nosotros creemos que el verdadero problema es que es una sola persona, la que lo redacta, la que impone su criterio sobre lo que debería ser un examen –indica uno de los portavoces de los afectados–, mientras que debería ser algo consensuado por distintos especialistas, y orientado al ámbito de la educación, con el objetivo de averiguar cuál es nuestro nivel de formación y si estamos preparados para ser profesores”.
Dado que no tiene visos de solucionarse, los opositores quieren al menos que se abra “un debate que ponga sobre la mesa la necesidad de otro modelo de elaboración de exámenes”. Que en próximas convocatorias se acoten “con la máxima exactitud el nivel y la forma del examen práctico”.
“Ahora ya sólo queda esperar a ver cómo evalúan esto, que será la segunda parte de la historia”, indica Ester Martínez.