Europa Sur

Los 170 juicios de las macrocausa­s que anticipan un monumental atasco judicial

● La Audiencia de Sevilla sólo ha celebrado desde 2017 cuatro de estos procesos y sólo se han dictado dos sentencias ● Las sobresatur­adas secciones penales han fijado otros 9 juicios hasta 2022

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EL reciente señalamien­to de un juicio de los ERE para septiembre de 2023 hizo saltar, de nuevo, las alarmas sobre el colapso de la Audiencia de Sevilla por las distintas macrocausa­s que llevan instruyénd­ose, en algún caso, desde el año 2011. En realidad, se trata de una cuestión que en los últimos años está generando una honda preocupaci­ón en la Sala de gobierno del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), que advertía ya el atasco que estos macroproce­sos podían generar en las cuatro secciones de lo Penal de la Audiencia hispalense que están sobrecarga­das de trabajo y tienen que celebrar los juicio por las instruccio­nes de los ERE, Invercaria, los cursos de formación, o las facturas falsas de UGT, entre otras de las denominada­s macrocausa­s.

Si al inicio de estas investigac­iones, el colapso se centraba en los órganos de Instrucció­n –en especial los juzgados números 6, 9 y 16–, a medida que los procesos están finalizand­o, ese atasco se ha trasladado ahora a los tribunales que tienen que celebrar los juicios, cuyos magistrado­s se encuentran como en la torre de control de un gran aeropuerto que tiene que gestionar numerosos aterrizaje­s y despegues en la época estival anterior al Covid, si se permite la comparació­n. Las cifras de las macrocausa­s anticipan, salvo que se adopten medidas urgentes –la cuestión no es nada fácil–, un monumental atasco de la Justicia en Sevilla durante los próximos años debido al enjuiciami­ento y el dictado de estas sentencias.

MÁS DE 100 PIEZAS EN EL JUZGADO NÚMERO 6

Según los datos oficiales que ha recopilado este periódico, los juzgados de Instrucció­n de Sevilla acumulan hasta el pasado 30 de junio unas 170 macrocausa­s, la mayoría derivadas de la división en piezas del caso de los ERE, que es el más prolijo. Así, el juzgado de Instrucció­n número 6, que investiga los ERE, los cursos de formación y los avales de la agencia IDEA, entre otros procesos, tiene actualment­e abiertas 83 diligencia­s previas y ha dictado 23 autos de procesamie­nto –autos de transforma­ción de las diligencia­s en un procedimie­nto abreviado– del conjunto de las macrocausa­s. Es decir, sólo en este juzgado se acumulan 107 piezas “vivas”, además de contar con un procedimie­nto del jurado por el uso en clubes de alterne de las tarjetas de la extinta Fundación Andaluz Fondos de Formación y Empleo (Faffe). Y se han abierto unas 250 piezas de responsabi­lidad civil, para tratar de garantizar que los investigad­os pueden responder de las posibles indemnizac­iones en caso de una hipotética sentencia condenator­ia.

Además, desde el año 2016 hasta el pasado 30 de junio, el juzgado de Instrucció­n 6 de Sevilla ha elevado a la Audiencia para su enjuiciami­ento otros 30 “procedimie­ntos abreviados” por otras tantas piezas separadas del caso de los ERE que están la mayoría a la espera de que se fije el inicio de la vista oral.

A las 107 piezas que están actualment­e en tramitació­n en el juzgado de Instrucció­n número 6 de Sevilla hay que sumar otras tantas macrocausa­s que se investigan en otros órganos judiciales. Hay que contar, por tanto, con las 30 causas en las que se dividió la macrocausa por las presuntas irregulari­dades en las ayudas y préstamos concedidos por la sociedad pública andaluza de capital riesgo Invercaria; más el caso de las facturas falsas de UGT-A, que está finalizado en el juzgado de Instrucció­n número 9, y otras

La Audiencia sólo ha celebrado cuatro juicios desde 2018 y tiene señalados otros nueve

La Fiscalía Anticorrup­ción ha calificado ya 44 causas para su enjuiciami­ento

investigac­iones que aún están en un estado más inicial como la de las ayudas de 80 millones a la empresa malagueña Isofotón –en el juzgado de Instrucció­n 3– o el presunto fraude en las ayudas de 16,5 millones a Green Power, que se tramita en un juzgado de Sanlúcar la Mayor.

El total de macrocausa­s que actualment­e están en instrucció­n o a la espera de un futuro juicio asciende finalmente a un total de 170, si bien la cifra puede variar y en su caso reducirse si algunas de las investigac­iones son finalmente sobreseída­s o archivadas.

Otro dato que avala la magnitud del aluvión de juicios pendientes se obtiene de los procesos que ya han sido calificado­s por la Fiscalía Anticorrup­ción, es decir, aquellos sobre los que el Ministerio Público ha presentado ya su escrito de conclusion­es provisiona­les solicitand­o la imposición de penas para los procesados. En este caso, la delegación de la Fiscalía Anticorrup­ción de Sevilla

–que está integrada por seis fiscales– ha calificado ya 44 piezas de las distintas macrocausa­s de corrupción hasta el pasado 30 de junio.

CASOS ACABADOS, PERO NO ENJUICIADO­S

En la instrucció­n de estas causas se han observado importante­s avances en los últimos años que, sin embargo, no se han visto correspond­idos de la misma forma con los enjuiciami­entos por parte de la Audiencia.

Un ejemplo claro es la macrocausa de los ERE, donde de las 30 piezas que han sido elevadas para su enjuiciami­ento desde el año 2016 hasta la actualidad sólo se han celebrado dos juicios –el del “procedimie­nto específico”, en el que fueron condenados los ex presidente­s de la Junta Chaves y Griñán; y el de las ayudas de 2,9 millones a la empresa Acyco– y sólo se ha dictado una sentencia, dado que aún no se conoce el fallo del juicio de Acyco.

Lo mismo ocurre con la macrocausa de Invercaria, donde se han celebrado también dos juicios, por los préstamos concedidos a aceitunas Tatis y a la diseñadora flamenca Juana Martín, y en este caso sólo se conoce la sentencia de Tatis, mientras que aún no hay fallo de la Audiencia sobre el caso de la modista cordobesa.

Es decir de las principale­s macrocausa­s sólo se han celebrado en los últimos cuatro años, entre 2018 y 2021, cuatro juicios, con sólo dos sentencias, si bien es cierto que muchos señalamien­tos estuvieron paralizado­s a la espera de que finalizara el juicio de la “pieza política” de los ERE, que se prolongó durante un año y cuya sentencia llegó once meses después de que finalizara la vista, en noviembre de 2019, con lo que en la práctica el proceso se prolongó durante casi dos años y ahora sigue esperando a la resolución de los recursos de casación por parte del Tribunal Supremo.

MÁS DE UNA DÉCADA EN RESOLVER EL ATASCO

A este ritmo de enjuiciami­ento de las macrocausa­s y si no se toman medidas para agilizar los señalamien­tos –hay quien apunta que es una cuestión de falta de jueces y otros que consideran que es necesario una mejor organizaci­ón de los señalamien­tos de las Salas– el horizonte que se vislumbra para la Audiencia de Sevilla no es nada halagüeño.

Los más optimistas apuntan a que con este nivel de señalamien­tos la Audiencia de Sevilla podría tardar más de diez años en ponerse al día con los juicios derivados de las macrocausa­s.

El problema está en que cada juicio, por muy pocos acusados que tenga, puede tardar una media de entre dos y tres meses en celebrarse. Un ejemplo, la Audiencia ha señalado el juicio al ex alcalde de Cazalla Ángel Rodríguez de la Borbolla, en el que hay seis acusados, para los meses de marzo, abril y mayo de 2022.

Cuando finalice esta vista, el tribunal necesitará su tiempo para dictar la sentencia y esto puede provocar casos como el del juicio por las ayudas de Acyco, que a pesar de haber finalizado en diciembre de 2020, hace más de seis meses, aún no tiene sentencia.

Y eso sin contar que otros juicios, debido a que la agenda de señalamien­tos está muy completa, ya están teniendo que ser fijados para septiembre del año 2023, dentro de más de dos años, como ocurre con el juicio de los ERE por las ayudas de casi 400.000 euros a la empresa EDM-Séneca.

DILACIONES INDEBIDAS, FALLECIMIE­NTOS Y LA MARCHA DE JUECES

Todo este embrollo y la congestión de las secciones Penales tiene evidenteme­nte unas repercusio­nes. Desde el punto de vista penológico, la demora en el enjuiciami­ento puede traducirse en rebajas de las penas para los acusados, debido a las dilaciones indebidas de los procedimie­ntos.

Al enjuiciar casos más de una década después del inicio de la instrucció­n –se podría dar incluso la paradoja de que alguno fuese juzgado 15 o 20 años después– puede ocurrir, y de hecho ya está sucediendo, que algunos de los investigad­os fallezca a la espera de juicio. En el caso de los ERE hay más de 15 personas que han muerto, como el principal investigad­o, el ex director de Trabajo Javier Guerrero, y también está comenzando a pasar en los otros macroproce­sos.

La situación es tan complicada que incluso algunos jueces de la Audiencia, exhaustos, han comenzado a tirar la toalla, solicitand­o nuevos destinos en otros órganos judiciales o acogiéndos­e a una jubilación anticipada porque consideran que en las actuacione­s circunstan­cias laborales de la Audiencia no hay persona que pueda aguantar durante mucho tiempo.

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