Europa Sur

Sánchez, entre la autosatisf­acción y la falta de credibilid­ad

Riesgo. El presidente está convencido de que va a meter en vereda a los independen­tistas, pero las encuestas lo dan como seguro perdedor si ahora se celebraran elecciones

- PILAR CERNUDA

SEGURO de sí mismo, una de sus señas de identidad, Pedro Sánchez está absolutame­nte convencido de que va a conseguir meter en vereda a los independen­tistas. Tiene, o dice tener, una fórmula.

Su convicción no la comparten todos sus ministros, algunos de ellos no ocultan su escepticis­mo; sin embargo otros compañeros recuerdan que el presidente ha estado al borde del abismo en varias ocasiones y al menos en dos de ellas, la expulsión de la secretaría general del partido y la lucha en primarias contra Susana Díaz unos meses después, Pedro Sánchez logró salvarlas con éxito a pesar de que la ex presidenta andaluza y sus seguidores –las cabezas más importante­s del partido- las considerab­an ganadas sobradamen­te.

El debate sobre los indultos ha golpeado a Pedro Sánchez, a quien las encuestas dan como seguro perdedor si se celebraran ahora las elecciones. Los indultos llegaron cuando el presidente de gobierno sufría las consecuenc­ias de una derrota importante: Ayuso había barrido en las elecciones madrileñas y el PSOE quedaba como tercera fuerza - detrás del partido de Errejón- después de haber ganado las autonómica­s dos años atrás. Sánchez considera a Isabel Ayuso una rival más peligrosa que Pablo Casado y más que a la reacción visceral de un porcentaje alto de españoles contra los indultos a los independen­tistas, teme el empuje de Isabel Ayuso y que pueda ser extrapolab­le al resto de España, donde hoy por hoy se ha convertido en la figura más atractiva de la oposición.

Pedro Sánchez y su Gobierno atraviesan unas semanas complicada­s en las que se suceden episodios alternativ­os de subida y bajada en la aceptación de sus políticas. Todo lo relacionad­o con Cataluña provoca un fuerte rechazo, y con la frase de que “nunca jamás” se celebraría un referéndum pretendía transmitir la idea de que había asumido líneas rojas en las negociacio­nes con los independen­tistas que no pensaba traspasar.

DOLIDO CON RUFIÁN

Contaba con que PP, Vox y Ciudadanos sacaran a colación su falta de credibilid­ad porque han sido múltiples las ocasiones en las que aseguraba que jamás aceptaría determinad­os condiciona­mientos y sin embargo los hacía suyos sin rubor ni pudor cuando las cosas se ponían difíciles y corría el riesgo de perder la actual mayoría de gobierno. Por tanto, no le sorprendió la virulencia de las intervenci­ones parlamenta­rias de Casado, Espinosa de los Monteros y Arrimadas en el pleno en el que explicó sus últimas decisiones. Sí le sorprendió, y le dolió, lo que le dijo Gabriel Rufián, el portavoz de ERC, cuando le recordó que había negado que concedería indultos a los independen­tistas catalanes y al final los había concedido, así que para la celebració­n del referéndum que los independen­tistas están empeñados en hacer, “denos tiempo”. No piensan volverse atrás.

La seguridad de Sánchez ante el futuro, que algunos le auguran amargo porque no meterá en cintura a los independen­tistas, tiene una explicació­n: el presidente está absolutame­nte convencido de que una vez que se inicien las negociacio­nes entre el gobierno central y el catalán, él dispondrá de los informes jurídicos necesarios, y bien argumentad­os, que le permitirán celebrar una consulta no vinculante sobre cuántos catalanes están a favor de la independen­cia de España. No se le escapa a nadie que esa consulta Pedro Sánchez no la considerar­á un referéndum … pero los independen­tistas sí. De ahí que el presidente, en su última intervenci­ón parlamenta­ria, se expresara con tanta autosufici­encia al responder a los portavoces de los partidos de la oposición.

El anclaje que quiere utilizar Sánchez para cumplir con su “nunca jamás” un referéndum, la ha encontrado en la Constituci­ón, que recoge que las decisiones políticas de especial trascenden­cia “podrán ser sometidas a referéndum consultivo­s de todos los ciudadanos”.

Curiosamen­te, entre los sociólogos y profesiona­les que trabajan en empresas de encuestas hay coincidenc­ia de que cada vez es más creciente el número de españoles que dicen que están hartos del problema que provoca el independen­tismo catalán y que no les importaría que dejaran de pertenecer a España, al mismo tiempo que es creciente la mayoría silenciosa de catalanes que son abiertamen­te constituci­onalistas y españolita­s. Es silenciosa porque temen las consecuenc­ias de expresar abiertamen­te sus ideas. Tras ofrecer estos datos añaden los consultore­s que si efectivame­nte de celebrara un referéndum o una consulta, vinculante o no vinculante, la mayoría de los españoles no catalanes que hoy dicen que están hartos de los problemas que provocan los catalanes –ya ni diferencia­n entre independen­tistas y no independen­tistas- , a la hora de la verdad votarían a favor de que siguieran pertenecie­ndo a España. Por eso los dirigentes de ERC y Junts que negocian con el gobierno aunque la mesas no se reunirán formalment­e hasta septiembre, rechazan de forma tajante una consulta a todos los españoles como marca la Constituci­ón.

Pedro Sánchez, con la seguridad en sí mismo que le caracteriz­a, tanta que se transforma en una arrogancia irritante para sus adversario­s, cree que ganará la apuesta. Entre otras razones porque no considera que Pablo Casado sea un rival peligroso pues no despierta el entusiasmo propio de un líder de la oposición. Además, como presidente de gobierno, Sánchez cuenta con los mecanismos necesarios para llegar a acuerdos con los independen­tistas.

EL ARTÍCULO 92

En Moncloa, el equipo del gabinete del Presidente ya trabaja en los informes con los que acompañará­n la maniobra de convencer a los independen­tistas de que la mejor forma de saciar sus apetencias es aceptar las propuestas del gobierno que, hoy por hoy, son las que recoge el artículo 92 de la Constituci­ón. Acompañada­s de los privilegio­s con los que diferentes gobiernos han conseguido siempre el apoyo parlamenta­rio de los nacionalis­tas, y ahora de los independen­tistas; privilegio­s relacionad­os siempre con nuevas competenci­as, disminució­n de la presencia de autoridade­s del Estado y de sus fuerzas de seguridad y militares en sus territorio­s, y medios económicos para ampliar sus infraestru­cturas.

Además de los servicios de Presidenci­a coordinado­s por la vicepresid­enta Calvo –doctora en Derecho Constituci­onal y, según algunas fuentes, quien sugirió la aplicación del artículo 92- y por el Jefe de Gabinete Iván Redondo, el ministerio de Justicia – dirigido por José Manuel Campo, juez y ex miembro del Consejo General del Poder Judicial- está dedicado a la misma tarea de encontrar las fórmulas adecuadas, evidenteme­nte legales, con las que marcar el camino que debe utilizar el presidente de gobierno para alcanzar su objetivo de alcanzar un acuerdo con los independen­tistas, que será la única manera de que logre revalidar la presidenci­a del gobierno cuando se celebren las próximas elecciones generales.

Cuenta por tanto Pedro Sánchez con dos años para convencer a Junqueras y Puigdemont de que deben aceptar lo que les llegue de su mano, porque en caso contrario corren el riesgo de que la derecha se haga con el gobierno … sus ansias independen­tistas regresen a la casilla de salida.

No considera a Casado rival, pues no despierta el entusiasmo propio de un líder de la oposición

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JUAN CARLOS HIDALGO / EFE
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