Europa Sur

“En el mundo apresurado en que vivimos, la poesía debería ser el género estrella”

● El gaditano regresa a la poesía con ‘El pájaro de la soledad’, un original libro que abraza dos poemarios, ‘Libro de la melancolía’ y ‘Versos en el alambre’, escritos entre 2014 y 2019

- Tamara García

–Su último poemario, ‘Las gafas de Allen’, vio la luz en 2013. ¿Regresa a la poesía o a la publicació­n de poesía?

–A la publicació­n porque la poesía no se deja de escribir, ni de trabajar en ella, aunque e el género que depende más del momento, de las musas, aunque suene antiguo decir eso de las musas (ríe). El poema se escribe todos los días pero el trabajarlo eso es ya diferente. Y, de todas formas, la poesía es de los pocos géneros que no tiene la necesidad de publicar con periodicid­ad. Es más, hay que dejarla madurar, reposar, que tenga su ritmo...

–El tiempo necesario hasta dar con tu verdad, supongo...

–Exacto, tu verdad y la verdad de los otros. Porque aunque se habla de poeta muy pomposamen­te, el poeta debería ser un hombre de la calle que está observando la realidad y la contempla y la interpreta. Siempre una realidad limitada, circunscri­ta al entorno que uno tiene, vive y respira pero que, al fin y al cabo, es con el que se relaciona.

–En esta vuelta a la publicació­n con ‘El pájaro de la soledad’ apuesta por un curioso formato donde se encuentran dos poemarios diferentes, según por donde empiece el libro. ¿A qué se debe?

–Pues es que tenía tal volumen de poemas escritos entre 2014 y 2019, y escritos en procesos distintos, que hablando con el editor, Paco Mesa, pensamos que era buena idea hacer dos libros en uno, Versos en el alambre y Libro de la melancolía. Se planteó la originalid­ad de hacer un doble libro, uno más corto, el otro un pelín más extenso, convirtien­do de alguna forma la portada y contraport­ada en dos portadas. Creo que es interesant­e esa dualidad. Y bueno estos juegos te los permite la poesía al ser un género más minoritari­o o, mejor dicho, un género que está menos publicitad­o que lo que debiera.

–¿Cree que no se anima al ciudadano a consumir poesía?

–Pues tengo esa impresión porque debería ser el género estrella teniendo en cuenta del mundo apresurado en el que vivimos, en el que leer una novela de 600 páginas es complicado por esa misma dinámica del tiempo en la que vivimos... El poema se lee en el autobús, un par de ellos antes de dormir, el poema te permite que cualquier persona en cualquier momento se pueda acercar a ella...

–Sin embargo, ¿se percibe como algo críptico, no apto para todos, todavía?

–Sí como si hubiera que conocer unas claves para acceder a ese mundo complicado. Y hay poetas que son más difíciles de interpreta­r pero otros, no. Poetas que utilizan más el lenguaje de la calle, que son más claros a la hora de expresarse, y eso no significa que sean fáciles. La difícil de sencillez, de la que hizo gala Antonio Machado.

–¿Y qué opina de esta nueva hornada salida de las redes sociales?

–Es que al igual que hay que desterrar la idea de la poesía encerrada en la torre de marfil, sólo para los escogidos, también pienso que la poesía exige que no se caiga en la tentación de la facilidad o del eslogan o del aforismo, o la ocurrencia, o la cursilería excesiva. La poesía, como todo, exige cierto rigor, cierto conocimien­to del género, cierto bagaje de lecturas... Digamos que hay que tener alguna referencia. Mira, también ha ocurrido con el tema de los cantautore­s, que hay ahora muchos que se dedican a escribir poesía y antes el cantautor tenía un cierto reparo a escribir poesía... Y me parece que está muy bien, porque acerca la poesía a gente que nunca ha tenido oportunida­d de leerla pero también la poesía se banaliza. Así que, quizás, habría que tirar por la calle de en medio. No todo es poesía, pero merece la pena que la poesía llegue a otros lugares.

–Vuelvo a sus poemarios, ¿hay algún hilo que los una? Yo detecto que ambos están recorridos por la melancolía...

–Sí, la melancolía es algo que está y que siempre me ha interesado, también la melancolía alegre, que yo reivindico mucho. Ser melancólic­o no significa ser un amargado. El poeta no debe ser un amargado, ni me gustaría que alguien dijera, uff, qué triste esta poesía... El poeta también celebra la vida en este libro, a pesar del pájaro, de la soledad... (ríe) Pero sí, está muy apegado a la melancolía que responde también a un momento concreto. Y es que creo que eso en mis poemarios se puede ir viendo muy bien, los de los 20, los de los 30, ahora en los 40 .... Voy contando en cada época mis soledades, mis sentimient­os que me inquietan, lo que me preocupa del mundo que me rodea...

–Y ahora le inquieta más el tiempo

–Sí, cierto. Ahora es una relación más angustiosa. Ya los quebrantos emocionale­s son también quebrantos físicos, empiezas a perder gente de tu entorno, a darte cuenta que la vida es más frágil, cuando eres padre también empiezas a preocupart­e por el futuro de tu hija, a preocupart­e no sólo por tu tiempo sino por el tiempo que va a heredar tu hija... La paternidad está muy presente en los poemas, claro... La guerra, como en el poema de Alepo... En realidad, todo lo que me desconcier­ta está ahí, en la poesía, porque, a veces, o te das dos cabezazos o escribes un poema.

Todo lo que me desconcier­ta está en la poesía porque, a veces, o te das dos cabezazos o escribes un poema”

–También están todas sus pasiones, su firme militancia cultural y, sobre todo, cinéfila

–Por supuesto. Habré pasado yo tardes, hace muchos años, discutiend­o con algunos escritores sobre cine, pues considerab­an que era más entretenim­iento que arte, que es lo que yo defiendo. Así, desde mi primer libro de poemas hay cine, cinefilia. Cinefilia como concepto. No es que me guste el cine, es que el cine es una forma de vida.

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JULIO GONZÁLEZ El escritor Luis García Gil.

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