Europa Sur

El sueño roto de la Bélgica de Roberto Martínez

- Javier Albizu (Efe)

A Bélgica le cuesta tragar. Se le atasca en la garganta una Eurocopa áspera que los Diablos Rojos mordieron sabiendo que estaban entre los grandes favoritos y de la que Hazard, De Bruyne, Lukaku y Courtois se van sin hacer historia, ni acercarse.

“Enorme decepción para Bélgica. Otro fracaso de los Diablos Rojos”, señalaba la web del diario francófono Le Soir tras la derrota contra Italia por 1-2 en cuartos de final, lejos de su mejor registro, la final de 1980.

Bélgica es un país con carácter humilde que está acostumbra­do a perder al fútbol. Lo ha hecho siempre, salvo en los Juegos Olímpicos de Amberes de 1920. “Somos poco nacionalis­tas, poco patriotas, poco ambiciosos, modestos y acomplejad­os. No tenemos la mentalidad de querer ser los mejores. Así que, por una vez, no podemos impedirnos decir: tenemos un equipo que, sobre el papel, puede ganar. Y no sabemos muy bien qué hacer con ese sentimient­o ganador”, explicó el profesor de ciencia política de la Universida­d Libre de Bruselas Jean-Michel De Waele horas antes del partido.

Ese sentimient­o no ha surgido de pronto, sino que ha ido madurando. Siete de los futbolista­s que jugaron contra Italia cayeron en el Mundial de Brasil 2014 contra Argentina en cuartos de final. Pero era la Argentina de Leo Messi, a la postre subcampeon­a del mundo, y suponía la reaparició­n de Bélgica en un gran torneo desde 2002. Dejó buen sabor de boca.

Después tocó la Eurocopa de Francia en 2016, en la que comparecie­ron con más experienci­a y ciertas expectativ­as y cayeron estrepitos­amente en cuartos tras dejarse remontar por Gales. Le costó el puesto al selecciona­dor, Marc Wilmots.

Entonces llegó el Mundial de Rusia 2018, con Roberto Martínez en el banquillo. Bélgica se presentó con muchas ganas pero con pocas certezas. Fue tercera, perdiendo en semifinale­s con la Francia de Mbappé campeonay eliminando por el camino a la todopodero­sa Brasil de Neymar. Se celebró por todo lo alto en Bruselas.

Los grandes futbolista­s belgas rondaban entonces los 27 años. En esta Eurocopa, las estrellas llegaban consagrada­s y con una edad perfecta: entre 28 y 30 años y acostumbra­dos a competir por títulos en clubes de primer nivel. Ni por esas.

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