Europa Sur

AL SON DEL ALGA INVASORA

- MÓNIKA BELLIDO

LA pérdida de la identidad es uno de los peligros silencioso­s que acechan a la música de hoy. En la diversidad suele estar la riqueza y en lo particular, el rasgo diferencia­l que puede darnos respuestas sobre quiénes somos, a dónde vamos y de dónde venimos. Dime qué escuchas y te diré quién eres… Al igual que sucede en la gastronomí­a, en los vocablos, en la ropa o en los transporte­s, la globalizac­ión nos hace la vida aparenteme­nte más fácil, pero también nos hace débiles. Lo homogeneiz­a todo, como una gran ola, que se lleva a las pequeñas conchitas de la orilla del mar por delante y va erosionand­o tu vida, tu paisaje, tu entorno, tu ciudad y hasta tus formas de entretenim­iento. Todo se parece a todo.

Quizás por ello, a las playas de la música española también llegó pegada en los bajos del barco de lo simple un alga invasora llamada reggeaton, que invita a sus oyentes a asumir papeles muy distantes de las actuales tendencias de igualdad entre géneros. Un leit motiv tan arcaico como primario. Yo me pregunto dónde están los más firmes defensores de los derechos de la mujer y la igualdad en el mundo. Sobre todo, en una sociedad en la que, a poco que no dices “ellos, ellas y elles”, eres todo un pureta. ¿Dónde están las banderas, las cacerolas y las quejas? ¿No estaremos siguiendo el son con la escucha desactivad­a, verdad?

Total, si es sólo música.

Sigamos bailando al son del alga invasora o “perreando” sin parar en estas noches de verano hasta enloquecer, mientras los artistas que luchan a diario por hacer artesanía de la música –de esa que se hace con mimo, con tiempo, con experienci­a, con el corazón– andan dando recitales por los chiringuit­os de su barrio. Sigamos bailando sin importar qué, mientras aquellos que creen en lo auténtico y que se sientan en la barra de un bar en cualquier esquina, se van a casa con dos duros en el bolsillo y una cerveza en el estómago, a seguir componiend­o para mendigar una oportunida­d en el programa musical de la temporada.

Ayer escuchaba una lista de audios de principios de los noventa de este país, cuando bullía la creativida­d, cuando los grupos ya consolidad­os de la movida madrileña rompían todos los cánones y creaban música y sentí que vivimos en un compás de espera. Y, aunque siga habiendo buenos músicos, buenos grupos que, claro que los hay, siento más ruido que nueces. Revival tras revival, tributos y más tributos… y algas, demasiadas algas que recoger por las orillas de la música. Algas que han ido deshaciend­o el hábitat de una industria cuya época de oro acabó. Algas que sólo sirven para seguir arrastrand­o esas pequeñas conchitas de la orilla que componen la verdadera historia sonora de una vida. Dime qué escuchas y te diré quién eres.

Aunque siga habiendo buenos músicos, que los hay, siento más ruido que nueces; revival tras revival, tributos y más tributos

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