UNA CITA DE SIEMPRE EN EL PRIMER ESCAPARATE
MERECERÍA la cita de hoy en el primer escaparate del fútbol el calor en la grada de unas aficiones que se encuentran con el stop de Downing Street. Cita de lujo la de hoy en Wembley con la sordina de la ausencia de un público que choca con las restricciones impuestas por Boris Johnson para que el espectáculo se sienta menoscabado. Pero aun así, este Italia-España llega con una carga emocional formidable por lo que fue, es y será.
Un partido con los transalpinos siempre llega con la mochila llena de sensaciones que arrancaron en aquel Mundial que Mussolini diseñó a su gusto, que tiene su punto agrio en el mamporro de Tassotti a Luis Enrique y el colofón de aquel recital de fútbol y goles que el tiquitaca le propinó al vigente catenaccio cuando aquel 4-0 en Kiev. Pero han sido 37 las veces que nos enfrentamos para que ganase once partidos cada uno y que se firmase tablas en el resto de los pleitos.
Afloran recuerdos positivos y también negativos, como fue en la última Eurocopa, la de 2016 en Francia, en que la squadra azzurra nos mandó a casa en octavos. Todo eso es agua que no mueve molino alguno, sobre todo porque las cosas cambiaron una barbaridad. Y el cambio mayor es cómo Roberto Mancini le ha cambiado a Italia el ADN, alejándola de aquella racanería que tanto la distinguió y, por qué no reconocerlo, tantos réditos le acarreó durante años y años.
También Luis Enrique le ha dado una vuelta de tuerca a los suyos, mediante una inyección de savia nueva que aunque no desecha del todo su sello de cuando los éxitos, hay que decir que combina frescura con cierta vulnerabilidad en retaguardia. Son, no obstante, elucubraciones de vísperas de partido grande. Italia quizá parta de favorita por su larga serie de victorias consecutivas, pero España ha ido de menos a más y son argumentos que hacen especial este partido.
En esta semifinal, Italia y España desempatarán tras once triunfos por bando en 37 encuentros