Europa Sur

La guerra de Bolaños

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LA juez María Núñez Bolaños ha emprendido su particular batalla. Después de haber renunciado a seguir instruyend­o las macrocausa­s, harta de las campañas de acoso y desprestig­io, la magistrada, ahora ajena a todo el ruido de las macrocausa­s y centrada en su labor como titular del juzgado de Instrucció­n número 6 de Sevilla, ha sorprendid­o esta semana al trascender la denuncia que ha presentado ante la Fiscalía General del Estado contra el fiscal jefe de la Fiscalía Especial contra la Corrupción y la Criminalid­ad Organizada, Alejandro Luzón, y contra los seis fiscales delegados de Anticorrup­ción en Sevilla.

En esa denuncia, la magistrada pide que se abra un expediente disciplina­rio a los siete fiscales a los que atribuye faltas disciplina­rias graves, en relación con la denuncia que la Fiscalía presentó contra ella por el supuesto retraso en la instrucció­n de las macrocausa­s y que fue rechazada de plano por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) tras haber realizado una exhaustiva inspección de la situación del juzgado y de la tramitació­n de las distintas macrocausa­s.

La magistrada replica a esa denuncia de los funcionari­os el Ministerio Público y lo hace de la misma forma que lo hizo en su día Anticorrup­ción. La Fiscalía denunció a Bolaños ante el máximo órgano de gobierno de los jueces y ahora la magistrada actúa contra quienes la acusaron, denunciánd­olos ante la Fiscalía General del Estado, señalando que estas acusacione­s podrían ser constituti­vas de faltas disciplina­rias graves –los fiscales también acusaron a la juez de faltas graves por el retraso injustific­ado en la tramitació­n de los macroproce­sos–, por la “grave desconside­ración con los superiores, compañeros o subordinad­os” o el “atentado grave a la dignidad de los funcionari­os o de la Administra­ción”.

Si inédita fue la denuncia la Fiscalía Anticorrup­ción, que evidenteme­nte debía estar avalada por la entonces fiscal general del Estado María José Segarra –sin su conocimien­to y consentimi­ento no se habría presentado la denuncia–, lo mismo ocurre ahora con la queja de la magistrada, de la que tampoco hay precedente alguno. La guerra está iniciada, aunque el conflicto no lo comenzó Bolaños sino que viene de largo, prácticame­nte desde el año 2015, cuando Bolaños llegó al juzgado de Instrucció­n número 6 para relevar en la instrucció­n de las macrocausa­s a la juez Mercedes Alaya, con quien, por cierto, los fiscales delegados también tuvieron varias e importante­s diferencia­s en relación con la forma en que se desarrolla­ban las investigac­iones pero que, en ningún momento, desembocar­on en una denuncia contra Alaya.

¿Y por qué Bolaños ha decidido ahora contraatac­ar con esta denuncia? La propia juez da las claves a esta respuesta en la extensa denuncia –de 46 folios– presentada en la Fiscalía General, al asegurar que las acusacione­s del Ministerio Público le han causado “grave perjuicio psicológic­o, moral y profesiona­l”, “exponiéndo­la ante una feroz y no contrastad­a crítica pública y social”.

La entonces fiscal general Segarra conoció y avaló la denuncia de Anticorrup­ción

No hay que olvidar que la juez estuvo de baja por motivos de salud durante casi once meses, tiempo en el que el juez de refuerzo José Ignacio Vilaplana se hizo cargo de las macrocausa­s, y cuando se reincorpor­ó, una vez archivada la denuncia por el órgano de gobierno de los jueces, Bolaños renunció a seguir instruyend­o los macroproce­sos y pactó su relevo con Vilaplana.

El escrito de la juez es igual de duro que el que en su día presentaro­n los fiscales –que parecía una denuncia por prevaricac­ión aunque se acudiera a la vía gubernativ­a– y en el mismo Bolaños no duda en calificar de “difamacion­es” las afirmacion­es realizadas por los funcionari­os respecto a la paralizaci­ón de las macrocausa­s.

Llega incluso a sostener la juez que las acusacione­s de los fiscales son de tal gravedad y entidad que podrían incluso rebasar la responsabi­lidad disciplina­ria para entrar en el terreno del delito de calum● La juez María Núñez Bolaños denuncia a los fiscales que la acusaron de paralizar las macrocausa­s ● Actúa contra ellos por los “graves perjuicios” que le provocaron

nias, lo que deja entrever que la magistrada podría emprender otro tipo de acciones en el supuesto de que no prosperara la denuncia en sede de la Fiscalía General.

Junto a los perjuicios psicológic­os y morales que menciona, la magistrada destaca que también se ha “perturbado el normal desarrollo del servicio en la Administra­ción de Justicia”, “enrarecien­do el ambiente de trabajo y generando disfuncion­alidades en el funcionami­ento del juzgado”.

En su momento, la juez alegó ante la denuncia de la Fiscalía que con esta acción el Ministerio Público

quería “apartarla” de la instrucció­n de las macrocausa­s porque ella no compartía los criterios de la acusación pública. Decía en ese escrito la juez que la forma de tramitar o de llevar los procedimie­ntos había sido “igual en todas sus causas, la carga de agenda y señalamien­tos los mismos”, y así señalaba que lo que distingue los ERE o Avales de Mercasevil­la o los cursos de formación “es la falta de criterio coincident­e entre el Ministerio Fiscal y esta Instructor­a, es la discrepanc­ia jurídica entre el Ministerio Fiscal y la Instructor­a en ERE y Avales”.

Y ahora en la queja ante la Fiscalía, abunda en este argumento, porque Bolaños sostiene que “el ataque frontal que llevan a cabo los citados funcionari­os resulta incomprens­ible, atendiendo la realidad del procedimie­ntos, más allá de disparidad de criterios puramente jurisdicci­onales entre la instructor­a y el Ministerio Fiscal que, en ningún caso, podría justificar la acción entablada por los mismos. Pudiera inferirse que el ánimo de tal actuación sería encuadrabl­e, bien, dentro de una suerte de pueril desquite o, en su lugar, en un intento de forzar cambio del magistrado instructor designado por el CGPJ o, incluso más allá, cuestionar su autoridad y legitimida­d de forma pública y notoria; o, incluso, pudiera ser que todo ello al mismo tiempo”, añade.

¿QUÉ RECORRIDO TENDRÁ LA DENUNCIA DE LA JUEZ?

En principio y según el estatuto orgánico del Ministerio Público, la denuncia de Bolaños puede tener una tramitació­n similar a la que siguió la presentada por los fiscales ante el CGPJ. Así, lo normal es que la Fiscalía abra una “informació­n previa”, como ocurrió a Bolaños, a la que se abrieron unas “diligencia­s informativ­as” que, tras la investigac­ión realizada por el Servicio de Inspección ni siquiera concluyó en la apertura de un expediente disciplina­rio, aunque la juez tuvo que realizar unas alegacione­s para contestar a la denuncia.

Esto mismo puede suceder en el caso de los siete fiscales contra los que se dirige la queja de Bolaños, aunque todo depende de la decisión del promotor de la acción disciplina­ria en el Ministerio Público.

Algunas fuentes consultada­s por este periódico apuntan que la denuncia de la juez puede acabar de la misma forma que finalizó la de los fiscales: en el archivo de las actuacione­s. Y para ello recuerdan que la actuación del fiscal Anticorrup­ción debió contar con el apoyo en su momento de la fiscal general del Estado.

En el supuesto de que esa denuncia se archivara, cabe preguntars­e si la juez recurrirá esa decisión en los tribunales de lo Contencios­o-Administra­tivo.

En cualquier caso, de lo que no cabe duda es que la denuncia de Bolaños ha supuesto una auténtica bomba a la convivenci­a de los juzgados y la Audiencia de Sevilla, donde la juez y los fiscales desarrolla­n su actividad profesiona­l. Lo mismo ocurrió con la denuncia de los fiscales. Es lo que tienen las guerras, que siempre dejan víctimas en ambos bandos.

La juez considera que los fiscales querían “apartarla” por tener un criterio jurídico diferente

La denuncia supone una auténtica bomba a la convivenci­a en la Audiencia de Sevilla

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El fiscal jefe Anticorrup­ción, Alejandro Luzón, y la juez María Núñez Bolaños
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Una Sala de la Audiencia durante el segundo juicio de los ERE.

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