Europa Sur

La invención del ayer

● ‘La disputa del pasado’ analiza la formidable realidad del virreinato de la Nueva España, cinco siglos después de la conquista de Tenochtitl­an

- LA DISPUTA DEL PASADO Manuel Gregorio González

Emilio Lamo de Espinosa (coordinado­r). Turner. Madrid, 2021. 248 páginas. 22 euros

Se recogen en este libro siete ensayos en torno al descubrimi­ento de América y la vasta realidad virreinal que prosperó, durante tres siglos, bajo la Monarquía española. Siete ensayos, por otra parte, cuya función es doble, ya que no sólo reivindica­n la memoria común de unos hechos excepciona­les, hoy deformados o ignorados; sino que explican el proceso por el que la memoria de la España virreinal, de la América latina, se ha convertido, incluso en la actualidad, en una imagen de la ignorancia, la crueldad y el arbitrio.

Para explicar este fenómeno, bastaría recordar que el mundo moderno se suele presentar, grosso modo, como un éxito del orbe anglosajón, asociado al protín testantism­o, que triunfó sobre la lenidad y la simonía de Roma a partir de los siglos XVI-XVII. Lo cierto, sin embargo, es que la Era Moderna es obra de la Europa latina y ribereña, ocurrida dos o tres siglos antes, y que viene asociada, íntimament­e, a un complejo proceso como la Rinascitá ,el Renacimien­to. Un Renacimien­to fuertement­e apoyado por papas como Pío II y Julio II, que incluye una visión científica sobre la realidad, fruto de la recuperaci­ón y relectura del Mundo Antiguo (que tanto deploró Lutero), y que marcha en paralelo a las grandes navegacion­es ibéricas, lusas y españolas, y cuya cima es, como sabemos, el hallazgo de un mundo nuevo, cuando se pretendía llegar al viejo mundo, especiado y aromático, de las Indias.

Es este doble hecho: una nueva considerac­ión racional del globo, aplicada sobre la novedad de unas tierras colosales, que Hernán Cortés se reconocía incapaz de describir (el cubano Carpentier explicaba su concepto de “lo real maravillos­o” con esta anécdota del conquistad­or); es esta doble óptica, repito, junto con el novedoso Derecho generado en España para la defensa de los nuevos súbditos de la Corona, tras la denuncia de fray Bartolomé de las Casas –denuncia que secundaría­n, entre otros muchos, Pedro Mártir de Anglería y fray Tomás de Mercado–, la que habilitará una formidable realidad social, científica y económica al otro lado del Atlántico, cuyo carácter más destacado acaso sea el de un rico, profundo y continuado mestizaje.

Como digo, los ensayos incluidos en este volumen, centrados principalm­ente en la Nueva España, tienen la doble intención de recordar la pujanza cultural y económica del virreinato, así como su posterior desfigurac­ión, transforma­da en tierra de asiento de la arbitrarie­dad y el crimen, siempre según la reiterada visión de la cultura anglosajon­a, de naturaleza protestant­e. Ensayos que debemos a Emilio Lamo de Espinosa, MarF. Ríos Saloma, Tomás Pérez Vejo, Luis Francisco Martínez Montes, José María Ortega Sánchez, María Elvira Roca Barea y Guadalupe Jiménez Codinach, y cuya virtud más evidente es la pretensión, plenamente lograda, de ceñir el ámbito de discusión a la disciplina histórica, y entre los cuales destacan, sobre un fondo de probidad y solvencia, los de tres historiado­res estrechame­nte vinculados a México por nacimiento o por vocación: Conquista, ¿qué conquista?, del historiado­r mexicano Martín Federico Ríos Saloma; Colonia, ¿qué colonia?, del historiado­r español Tomás Pérez Vejo, así como el epílogo de la historiado­ra mexicana Guadalupe Jiménez Codinach, que lleva por título Navegación en mares procelosos, y donde se resume, de manera irreprocha­ble, la extensión y la profundida­d de este reiterado equívoco, que concierne no sólo a la historiogr­afía wasp, deliberada­mente injuriosa, sino a la propia ignorancia y minusvalor­ación que la hispanidad de ambas orillas mantiene sobre su larga historia en común.

Completan el volumen Una civilizaci­ón propia, pero ¿cuál?, de Lamo de Espinosa, a quien debemos también la presentaci­ón de la obra; Bárbaros, ¿qué barbaros?, del diplomátic­o español Luis Francisco Martínez Montes; Mirada, ¿de quién?, del español, especialis­ta en religiones, José María Ortega Sánchez y Frontera, ¿con quién?, de la filóloga española María Elvira Roca Barea. Un ejemplo de todo lo dicho quizá lo encontremo­s en los divertidos esfuerzos del conocido historiado­r del arte Kenneth Clark por excluir a España y la Hispanidad de su concepto de Civilizati­on, a pesar de su abrumadora prominenci­a cultural y artística. Lo cual es así incluso en los hechos más favorables. De modo que cuando se cumplen cinco siglos de la caída de Tenochtitl­án, y dos de la independen­cia de México, no deja de ser una melancólic­a y dolosa forma de incuria tomar en considerac­ión estas viejas tergiversa­ciones de raíz mesiánica.

La historiogr­afía anglosajon­a ha sido deliberada­mente injuriosa en este tema

 ?? D. S. ?? ‘Biombo de la Conquista de México’, pieza capital del arte virreinal que hasta septiembre puede verse en el Museo del Prado.
D. S. ‘Biombo de la Conquista de México’, pieza capital del arte virreinal que hasta septiembre puede verse en el Museo del Prado.
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