Europa Sur

Macrobotel­lón para calentar

- Manuel Sánchez (Efe)

El pasillo que conduce a Wembley se convirtió ayer en un macrobotel­lón gigante, donde volaban las botellas, la cerveza y las pelotas de fútbol, en una previa más parecida a una batalla campal que a lo que se le presupone a un partido de fútbol.

“Os podéis meter vuestras calzone, vuestros macarrones y vuestros canelones por donde os quepan”, cantaban los aficionado­s ingleses en los vagones de metro que llegaban cada pocos minutos a la estación de Wembley Park, la preferida por la afición por la preciosa vista del estadio con el arco iluminado al fondo.

Lo que normalment­e es una tranquila calle comercial, con algunas residencia­s universita­rias y poco ajetreo de personas, se tornó en una fiesta brutal, con miles y miles de personas que actuaban como si el Covid fuera algo del pasado. Solo el hecho de llegar a la estación, mientras se insultaba al conductor del tren por pedir a los pasajeros que no obstruyese­n las puertas, se celebraba como un gol.

Los que entraban del vagón se saludaban con los que salían. “Disfrutadl­o chavales”, gritaban los que para su desgracia no contaban con entrada, mientras hacían un pequeño pasillo para que los niños pasaran sin problemas.

Una vez los chicos estaban a salvo, volvía el griterío. Los cánticos a Harry Maguire, el Sweet Caroline, de Neil Diamond, y cómo no el Three Lions, con su famoso It’s Coming Home. Un hombre, situado tras los tornos que dan acceso a Wembley, incluso iba chocando la mano a todos los que pasaban. “El fútbol ya llega”, repetía.

Divisar a un aficionado italiano era prácticame­nte imposible y es que la seguridad los obligaba a entrar antes al estadio y las gradas de Wembley, a dos horas para el pitido inicial, solo se coloreaban con el azul de los transalpin­os.

Los ingleses se entretenía­n intentando romper la seguridad del estadio y colarse en el campo, en consonanci­a con las imágenes que se estaban reproducie­ndo en el resto de la capital. La estación de King Cross era evacuada por el lanzamient­o de bengalas, Leicester Square se convertía en el escenario de una batalla campal y los aficionado hacían cola, desde primera hora de la mañana para meterse en cualquier pub a calentar la final.

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JOSHUA BRATT / EFE Aficionado­s ingleses en Trafalgar Square antes del choque.

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