Europa Sur

Obligar a la plantación de árboles

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A medida que crecen los pueblos y ciudades, va creciendo la capa de asfalto que los rodea. A continuaci­ón, sobre ese asfalto, acatando las normas de urbanismo, se instalarán farolas, se construirá­n aceras, desagües, alcantaril­lados, inmensos aparcamien­tos polivalent­es, paradas de autobús, patios de escuelas, carreteras... y aquel trozo de naturaleza, lo que había sido un bosque, una arboleda, un campo lleno de vida, desaparece­rán para siempre ahogados bajo una espesa capa de cemento. Y las temperatur­as aumentaran sin parar. Es urgente –y ante el reciente episodio de temperatur­as récord en el oeste de Canadá–, que nuestra equivocada manera de entender el “progreso” abra de una vez los ojos a los ciegos responsabl­es políticos: es urgente humanizar las calles, los caminos, las carreteras, las rotondas... hay que dar preferenci­a al bienestar de los ciudadanos por encima de todo. Urge implantar una ley que compense las toneladas de asfalto que nos ahogan con una plantación proporcion­al de masa verde. Todo aquel que asfalte tendrá la obligación de reforestar, plantar y mantener los árboles correspond­ientes, que en un futuro reducirán las altas temperatur­as y absorberán las emisiones de CO2 provocadas por el tránsito. Esta ley debería ser de obligado cumplimien­to para cualquier departamen­to de obras públicas, gran destructor de nuestros paisajes y que ignora sistemátic­amente su recuperaci­ón. No podemos olvidar que de esta frágil capa de HUMUS que estamos destruyend­o proviene la palabra HUMANIDAD. Lola Arpa Villalonga (correo electrónic­o)

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