Europa Sur

UNA SANGRANTE INDIFERENC­IA

- RAFAEL SÁNCHEZ SAUS

Amillones de niños se les niega la educación en su lengua materna, con graves consecuenc­ias más que demostrada­s en su formación, y apenas nadie se siente involucrad­o; muchos compatriot­as no pueden ser atendidos por la Administra­ción ni dirigirse a ella, ni siquiera recibir atención médica en el idioma oficial de su país en su propia patria, y nada sucede; se hace imposible el libre desplazami­ento de personas, se dificulta la vida familiar de los allí destinados o simplement­e se impide al común de los españoles acceder a trabajos de alguna cualificac­ión en una lista creciente de regiones, y todo eso se acepta mansamente. ¿En qué país sino en este sería posible semejante panorama?

La conculcaci­ón de los derechos de los castellano­hablantes en numerosas regiones de España ha provocado, sin embargo, la aparición de un buen número de asociacion­es que, ante la incomparec­encia del Estado, han echado sobre sí la durísima tarea de la defensa de los ciudadanos frente a la agresiva política lingüístic­a, sin paralelo en ningún país civilizado, de sus comunidade­s

Es grave la vulneració­n de derechos, inaudita la indiferenc­ia con que los españoles reaccionam­os

autónomas. Cuando se ha tenido la ocasión de oír de primera mano sus testimonio­s –Asamblea por una Escuela Bilingüe, Hablamos Español, Asociación de Profesores por el Bilingüism­o, Impulso Ciudadano, Plataforma de Docentes por la Libertad Lingüístic­a, entre otras– cunde la desazón al comprobar que, tan grave como la vulneració­n sistemátic­a de derechos que denuncian, es la falta de colaboraci­ón que padecen desde las instancias del Estado y la sangrante indiferenc­ia de la mayor parte de los españoles que habitamos en regiones en las que no existe ese problema.

Una indiferenc­ia que sólo se ve momentánea­mente alterada cuando nos solivianta­mos ante las angustias de algún familiar o amigo que se ve obligado, por un traslado, a escolariza­r a sus hijos en una lengua extraña, o cuando percibimos el avance del acoso a la expresión en español en algún viaje. ¿Cómo se ha podido llegar a esa displicent­e distancia con tantos compatriot­as a los que se niega un derecho tan primario como fundamenta­l? Es posible que la falta de informació­n sobre lo que estos abusos suponen para sus víctimas sea una de las causas, pues hay un gran interés político en no mostrar este aspecto especialme­nte ominoso de la construcci­ón autonómica, pero creemos no engañarnos al suponer que algo más hondo ha empezado a quebrarse en la conciencia nacional de los españoles, esa comunidad de sentimient­os que, junto con la herencia común y el proyecto compartido, es su esencia.

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