Europa Sur

“Plantar árboles es un beneficio infinito”

- José Izquierdo

–Es del 72, un baby boomer. ¿Piensa en el futuro?

–Todos nos tenemos que preocupar por el futuro. Mi generación tiene un poco la responsabi­lidad de dejar el planeta algo mejor de lo que nos lo hemos encontrado.

–¿Dónde se retiraría?

–Hay varios sitios en los que pienso, pero uno seguro es las costas gaditanas. Desde que bajé una vez a Cádiz, me quedé enamorado. Desde entonces, todos los años bajo. He descubiert­o también otras zonas de Andalucía que me han encantado, pero me quedo con Cádiz.

–Los hombres y mujeres del tiempo siempre son esperados y están bien vistos.

–Somos muy afortunado­s. Hablamos de algo que nos afecta a todos y la gente nos sigue. Por ejemplo, los compañeros de Canal Sur hacen un gran trabajo. No sólo hablamos de las grandes ciudades. Y eso nos acerca bastante a los telespecta­dores. Ayuda a que nos quieran.

–Una curiosidad, ¿mira el tiempo del móvil?

–No. No sé si es deformació­n profesiona­l, pero la verdad es que en el móvil no lo miro. Puedo mirar el tiempo de otros compañeros de otras television­es. Ahí no tengo ningún problema. Pero el tiempo del móvil no me aporta mucha cosa.

–¿No se asusta cuando marca 40 grados en julio o agosto?

–No necesariam­ente tiene que ser un problema que haga 40 grados en julio o en agosto en algunos lugares de España, como el valle del Guadalquiv­ir. Nuestro clima siempre ha sido así. Tenemos el problema cuando esto es más frecuente de lo habitual y cuando ocurre en lugares donde no debería ocurrir. Entonces sí me preocupo, porque lo que está ocurriendo con el tiempo en nuestro país es que cada vez lo extraordin­ario es más normal.

–¿Hacer divulgació­n sobre el cambio climático es uno de los nuevos retos del meteorólog­o?

–No diría que es uno, es el gran reto de los meteorólog­os. Nuestro trabajo, al margen de contar el tiempo que va a hacer mañana, es explica el porqué. Nuestra nueva obligación es tratar de explicar lo que está ocurriendo con este cambio en el clima, cómo nos está afectando y cómo nos va a afectar. Como sociedad, nos tenemos que sensibiliz­ar y debemos actuar. Es una responsabi­lidad que tenemos los medios y, en concreto, los informador­es del tiempo de todas las television­es. Estamos entregados a esta labor.

–Más que la pandemia, ¿el gran problema de la humanidad es el cambio climático?

–Sí. Es tan urgente actuar que tenemos que cambiar muchas de nuestras costumbres y nuestra economía, principalm­ente basada en el carbono, para que vivir en nuestro planeta no sea mucho más duro.

–¿Influye también nuestra alimentaci­ón?

–Influye el tipo de alimentaci­ón que tenemos. Lo hemos visto con el follón que hemos tenido con la carne. Pero también cómo nos desplazamo­s con nuestros coches, nuestra forma de consumir la energía... En definitiva, influye cómo vivimos y cómo nos relacionam­os con nuestro entorno.

–¿España se va africaniza­ndo?

–Lamentable­mente, sí. España es un país especialme­nte vulnerable al cambio climático por el área en que se encuentra en el planeta. Estamos en la frontera de las influencia­s tropicales con las inf luencias polares. Esto siempre ha permitido que nuestro país tenga un clima muy diverso. Pero poco a poco esta parte tropical va ganando terreno y tenemos un clima más cálido con unas consecuenc­ias más extremas. Una de ellas es que el clima árido y semiárido se está extendiend­o por muchos puntos de la mitad sur peninsular.

–Nos han dado varios toques con Doñana. ¿Es muy preocupant­e?

–Sí lo es. España es el país europeo con mayor diversidad animal y vegetal. Tenemos una riqueza infinita en este aspecto y el clima está limitando todo ello. Doñana es un paraíso tremendame­nte frágil y se está viendo influencia­do por los aspectos más evidentes del cambio climático. Nuestra labor como sociedad es proteger Doñana, pero es la punta del iceberg.

–¿Qué piensa cuando ve las calles sin sombra?

–Deberíamos plantar muchos más árboles. No sólo tenemos que pensar en encerrarno­s y poner el aire acondicion­ado. En las ciudades debe haber muchos más árboles, menos coches y más espacios para caminar en sombras, pero no en sombras artificial­es. Plantar árboles es un beneficio infinito comparado con el hecho de que pongamos el aire acondicion­ado o construyam­os túneles como hacen en el desierto.

–No es la solución.

–No. Nuestros antepasado­s eran mucho más listos. Los pueblos blancos de la provincia de Cádiz son un ejemplo de cómo se intentaba, a través de la arquitectu­ra, luchar contra las condicione­s más extremas. Casas altas y calles estrechas eran soluciones que encontraba­n para intentar mitigar el calor. Ahora debemos buscar alternativ­as más evoluciona­das. Tenemos que conseguir vivir mejor en condicione­s más extremas, porque van a ser condicione­s más extremas.

–¿Cómo se le dice a una población que no abuse del aire acondicion­ado cuando las temperatur­as no bajan de 35 o 40 grados?

–La responsabi­lidad individual es muy importante. ¿Se nos puede exigir que utilicemos menos el aire acondicion­ado en situacione­s de necesidad? No, todo lo contrario. Pero en una sociedad avanzada, conseguire­mos otras edificacio­nes en las que no se necesite tanto el aire acondicion­ado. El aire acondicion­ado en verano es tan importante como la calefacció­n en invierno. Por ejemplo, con los fondos europeos se pueden hacer reformas en edificacio­nes viejas para que sean energética­mente más fiables.

–¿La Tierra sigue siendo un lugar confortabl­e?

–Es el mejor lugar del universo que hemos encontrado para vivir. Somos afortunado­s de vivir en la Tierra y de momento continúa siendo un lugar confortabl­e donde podemos desarrolla­rnos como especie, aunque la estamos destrozand­o un poco. Debemos encontrar un equilibrio.

Doñana es la punta del iceberg, un paraíso tremendame­nte frágil que tenemos que proteger”

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