“Plantar árboles es un beneficio infinito”
–Es del 72, un baby boomer. ¿Piensa en el futuro?
–Todos nos tenemos que preocupar por el futuro. Mi generación tiene un poco la responsabilidad de dejar el planeta algo mejor de lo que nos lo hemos encontrado.
–¿Dónde se retiraría?
–Hay varios sitios en los que pienso, pero uno seguro es las costas gaditanas. Desde que bajé una vez a Cádiz, me quedé enamorado. Desde entonces, todos los años bajo. He descubierto también otras zonas de Andalucía que me han encantado, pero me quedo con Cádiz.
–Los hombres y mujeres del tiempo siempre son esperados y están bien vistos.
–Somos muy afortunados. Hablamos de algo que nos afecta a todos y la gente nos sigue. Por ejemplo, los compañeros de Canal Sur hacen un gran trabajo. No sólo hablamos de las grandes ciudades. Y eso nos acerca bastante a los telespectadores. Ayuda a que nos quieran.
–Una curiosidad, ¿mira el tiempo del móvil?
–No. No sé si es deformación profesional, pero la verdad es que en el móvil no lo miro. Puedo mirar el tiempo de otros compañeros de otras televisiones. Ahí no tengo ningún problema. Pero el tiempo del móvil no me aporta mucha cosa.
–¿No se asusta cuando marca 40 grados en julio o agosto?
–No necesariamente tiene que ser un problema que haga 40 grados en julio o en agosto en algunos lugares de España, como el valle del Guadalquivir. Nuestro clima siempre ha sido así. Tenemos el problema cuando esto es más frecuente de lo habitual y cuando ocurre en lugares donde no debería ocurrir. Entonces sí me preocupo, porque lo que está ocurriendo con el tiempo en nuestro país es que cada vez lo extraordinario es más normal.
–¿Hacer divulgación sobre el cambio climático es uno de los nuevos retos del meteorólogo?
–No diría que es uno, es el gran reto de los meteorólogos. Nuestro trabajo, al margen de contar el tiempo que va a hacer mañana, es explica el porqué. Nuestra nueva obligación es tratar de explicar lo que está ocurriendo con este cambio en el clima, cómo nos está afectando y cómo nos va a afectar. Como sociedad, nos tenemos que sensibilizar y debemos actuar. Es una responsabilidad que tenemos los medios y, en concreto, los informadores del tiempo de todas las televisiones. Estamos entregados a esta labor.
–Más que la pandemia, ¿el gran problema de la humanidad es el cambio climático?
–Sí. Es tan urgente actuar que tenemos que cambiar muchas de nuestras costumbres y nuestra economía, principalmente basada en el carbono, para que vivir en nuestro planeta no sea mucho más duro.
–¿Influye también nuestra alimentación?
–Influye el tipo de alimentación que tenemos. Lo hemos visto con el follón que hemos tenido con la carne. Pero también cómo nos desplazamos con nuestros coches, nuestra forma de consumir la energía... En definitiva, influye cómo vivimos y cómo nos relacionamos con nuestro entorno.
–¿España se va africanizando?
–Lamentablemente, sí. España es un país especialmente vulnerable al cambio climático por el área en que se encuentra en el planeta. Estamos en la frontera de las influencias tropicales con las inf luencias polares. Esto siempre ha permitido que nuestro país tenga un clima muy diverso. Pero poco a poco esta parte tropical va ganando terreno y tenemos un clima más cálido con unas consecuencias más extremas. Una de ellas es que el clima árido y semiárido se está extendiendo por muchos puntos de la mitad sur peninsular.
–Nos han dado varios toques con Doñana. ¿Es muy preocupante?
–Sí lo es. España es el país europeo con mayor diversidad animal y vegetal. Tenemos una riqueza infinita en este aspecto y el clima está limitando todo ello. Doñana es un paraíso tremendamente frágil y se está viendo influenciado por los aspectos más evidentes del cambio climático. Nuestra labor como sociedad es proteger Doñana, pero es la punta del iceberg.
–¿Qué piensa cuando ve las calles sin sombra?
–Deberíamos plantar muchos más árboles. No sólo tenemos que pensar en encerrarnos y poner el aire acondicionado. En las ciudades debe haber muchos más árboles, menos coches y más espacios para caminar en sombras, pero no en sombras artificiales. Plantar árboles es un beneficio infinito comparado con el hecho de que pongamos el aire acondicionado o construyamos túneles como hacen en el desierto.
–No es la solución.
–No. Nuestros antepasados eran mucho más listos. Los pueblos blancos de la provincia de Cádiz son un ejemplo de cómo se intentaba, a través de la arquitectura, luchar contra las condiciones más extremas. Casas altas y calles estrechas eran soluciones que encontraban para intentar mitigar el calor. Ahora debemos buscar alternativas más evolucionadas. Tenemos que conseguir vivir mejor en condiciones más extremas, porque van a ser condiciones más extremas.
–¿Cómo se le dice a una población que no abuse del aire acondicionado cuando las temperaturas no bajan de 35 o 40 grados?
–La responsabilidad individual es muy importante. ¿Se nos puede exigir que utilicemos menos el aire acondicionado en situaciones de necesidad? No, todo lo contrario. Pero en una sociedad avanzada, conseguiremos otras edificaciones en las que no se necesite tanto el aire acondicionado. El aire acondicionado en verano es tan importante como la calefacción en invierno. Por ejemplo, con los fondos europeos se pueden hacer reformas en edificaciones viejas para que sean energéticamente más fiables.
–¿La Tierra sigue siendo un lugar confortable?
–Es el mejor lugar del universo que hemos encontrado para vivir. Somos afortunados de vivir en la Tierra y de momento continúa siendo un lugar confortable donde podemos desarrollarnos como especie, aunque la estamos destrozando un poco. Debemos encontrar un equilibrio.
Doñana es la punta del iceberg, un paraíso tremendamente frágil que tenemos que proteger”