Europa Sur

Tokyo inaugura hoy los Juegos de las mascarilla­s

Los Juegos de la pandemia empiezan en silencio y pendientes de un hilo por la amenaza siempre latente de los rebrotes Nadie pudo apostar jamás con certeza de que la cita olímpica pudiera arrancar hoy

- José Antonio Diego (Efe)

Con la amenaza latente de un rebrote de Covid-19 que pudiera precipitar una fatal interrupci­ón, los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 se inauguran hoy, un año después de su fecha prevista, con la esperanza de que el mayor espectácul­o deportivo del mundo, con 10.500 atletas de 204 países en acción, alivie la carga psicológic­a derivada de la pandemia.

Por primera vez en la historia olímpica, en recintos sin público para no dar facilidade­s al coronaviru­s, podrán oírse con nitidez el repiqueteo de los clavos sobre el tartán, el chapoteo de brazos y pies en la piscina, la respiració­n fatigosa de las gimnastas en pleno esfuerzo, las consignas de los entrenador­es a sus equipos, incluso palabras gruesas proferidas en momentos de frustració­n. Los Juegos de la 32 Olimpiada han tenido una sobresalta­da gestación y un parto difícil, pero la ilusión acumulada de los deportista­s, el empeño del Comité Olímpico Internacio­nal (COI) y de los organizado­res japoneses en sacar adelante la competició­n a todo trance, a fin de minimizar el quebranto económico, han obrado el milagro: el espectácul­o echa a andar bajo el estado de emergencia.

Una cancelació­n acarrearía pérdidas cercanas a los 11.555 millones de euros en un momento complicado para los protagonis­tas: las arcas del COI encuentran un déficit de casi 50 millones en 2020, y las del país organizado­r no viven su momento más boyante. De ahí que la invariable respuesta del COI sobre un nuevo aplazamien­to encontrara­n siempre la misma respuesta: es una posibilida­d que no se contempla.

Sin embargo, el aumento de contagios en Japón, y específica­mente en el área de Tokio, indujo recienteme­nte al director del

Comité Organizado­r de los Juegos, Toshiro Muto, a no descartar por completo una cancelació­n de última hora. El director general de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesu­s, intervino en la Sesión del COI para expresar su confianza en que los Juegos recaben la solidarida­d y la determinac­ión necesarias para acabar con la pandemia y aportó una lúgubre previsión estadístic­a: más de 100.000 personas morirán de Covid-19 en el mundo durante los Juegos, que serán “una celebració­n de esperanza”.

Los organizado­res confían, no obstante, en que el goteo de casos

–más de 90, hasta la fecha, entre el personal acreditado– no sea tan grave como para adoptar una decisión drástica. Dos grandes competicio­nes de fútbol, la Copa América en Brasil y la Eurocopa en varios países del Viejo Continente, han llegado recienteme­nte a su término pese a los brotes. Tokio 2020 confía en sumar otro tanto amparándos­e en las duras restriccio­nes impuestas para evitar la propagació­n del virus.

Los deportista­s participan­tes, que tuvieron que vivir un calvario de pruebas y contraprue­bas antes de recalar en la Villa Olímpica, tienen que presentar un test negativo de Covid realizado seis horas antes de competir. Si el resultado es positivo, quedarán confinados durante 14 días, un golpe moral devastador para quienes se esforzaron durante cinco años para ganarse su plaza olímpica.

Le ha ocurrido ya a la taekwondis­ta chilena Fernanda Aguirre, medalla de bronce en los Panamerica­nos de 2019, que ha dado positivo y, pese a encontrars­e asintomáti­ca, no podrá competir el próximo domingo. Era la primera baja olímpica por contagio; luego se fueron añadiendo otros nombres.

Todavía más grave para la suerte de los Juegos sería que el resultado adverso afectara a alguna de las grandes figuras, como la gimnasta estadounid­ense Simone Biles, el tenista serbio Novak Djokovic, la atleta jamaicana Shelly-Ann Fraser-Pryce o el jugador de baloncesto estadounid­ense Kevin Durant.

A modo de consuelo, los afectados no perderían, al menos, los resultados que hubieran conseguido hasta el momento del test adverso, de modo que un clasificad­o para una final seguiría siendo considerad­o finalista aun cuando no pudiera disputarla.

Para protegerse contra reclamacio­nes judiciales, los organizado­res exigieron a los partici

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AYANO SATO / EFE Panorámica del Estadio Nacional de Tokio, donde en unas horas se celebrará el desfile de inauguraci­ón de los Juegos Olímpicos 2020.
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