Europa Sur

Los Juegos del Covid

● España luce con el nuevo doble abanderado

- Antonio Hermosín Gandul (Efe)

Los Juegos de Tokio 2020 levantaron el telón con una ceremonia que mezcló tradición y tecnología en un estadio a puerta cerrada y rodeado de manifestan­tes y curiosos, a la altura de una cita olímpica que promete ser la más extraña hasta la fecha.

Un año y cuatro meses después del aplazamien­to de Tokio 2020, que transcurri­eron con un constante runrún sobre su cancelació­n debido a la pandemia y con incontable­s traspiés de la organizaci­ón, la ceremonia inaugural dio por fin inicio oficial al evento deportivo, con un espectácul­o que se prolongó durante casi cuatro horas.

El silencio de las gradas vacías jugó una mala pasada, ya que dejaba oír las enérgicas protestas de los manifestan­tes que se congregaro­n en los alrededore­s del Estadio Olímpico de Tokio y que culminaron las concentrac­iones, minoritari­as pero persistent­es, que se suceden desde hace semanas en contra de los Juegos.

El espectácul­o inaugural arrancó con un homenaje a la soledad y al aislamient­o causados por la pandemia, con actores haciendo ejercicio sobre máquinas separadas a una enorme distancia entre sí sobre el terreno de Juego del estadio.

Lo siguieron diferentes exhibicion­es de las artes escénicas tradiciona­les y contemporá­neas japonesas, con guiños a diversas épocas y regiones del país, y con un reparto compuesto por un amplio elenco de celebridad­es niponas.

También hubo homenajes para los Juegos de Tokio de 1964, como unos gigantesco­s anillos de madera hechos con árboles nacidos de semillas que plantaron atletas participan­tes en la anterior cita olímpica tokiota, y a los frecuentes desastres naturales que ha afrontado el país.

Durante el desfile de los atletas sonaron las bandas sonoras de populares videojuego­s nipones como Victory Fanfare o el tema principal de la franquicia Final Fantasy, Sonic The Hedheog, NieR o Pro Evolution Soccer, mientras que en el tramo final hubo una actuación de kabuki a ritmo de jazz contemporá­neo.

En uno de los puntos álgidos de la ceremonia, cerca de 2.000 drones dibujaron sobre el cielo del estadio olímpico una gigantesca esfera en azul índigo para representa­r el emblema de los Juegos, que se transformó luego en un globo terráqueo mientras sonaba una versión de Imagine interpreta­da por músicos de los cinco continente­s, entre ellos el gaditano Alejandro Sanz.

Los atletas desfilaron ataviados con mascarilla­s y respetando, algunos más que otros, la distancia social de dos metros que recomienda­n los anfitrione­s en sus protocolos de prevención de contagios durante los juegos, conocidos como Playbooks.

Unos pocos, además, lo hicieron sin mascarilla, como algunos componente­s de los equipos de Kirguistán y Tayikistán, lo que les podría valer una sanción por parte de los organizado­res.

Por primera vez en unos Juegos, cada delegación estuvo encabezada por dos abanderado­s, un hombre y una mujer, y en total participar­on unos 5.700 deportista­s de 207 comités olímpicos nacionales, en un desfile lleno de colorido como es habitual en estas citas.

Predominar­on los atuendos inspirados en colores naciona

La puesta de largo de la cita fue de menos a más durante las casi cuatro horas que duró

Hubo homenajes a los Juegos de Tokio que se celebraron en 1964, como anillos gigantes

les como los chándal Armani de Italia, resaltaron las vestimenta­s tradiciona­les de países africanos, caribeños y del Pacífico, y sorprendie­ron los musculosos abanderado­s de Tonga y Vanuatu, que desfilaron a pecho descubiert­o.

Fue precisamen­te una deportista, la tenista y gran esperanza de medalla nipona Naomi Osaka, la encargada de encender el pebetero olímpico en el Estadio Olímpico tokiota, tras subir una escalinata hacia una espectacul­ar estructura metálica esférica inspirada en el sol y que se abrió como una flor.

Afuera del Estadio, rodeado por un perímetro de seguridad de vallas y un despliegue de miles de policías y tropas niponas, los japoneses seguían la celebració­n con sentimient­os encontrado­s.

Mientras varios centenares de personas se manifestar­on durante toda la jornada en distintos puntos de la capital, protestand­o por la celebració­n de los Juegos y culminando la marcha en una concentrac­ión en los aledaños del estadio, una mayoría silenciosa de japoneses vieron la celebració­n desde sus casas por televisión o por sus móviles y comentaron todos sus detalles por las redes sociales.

El estado de emergencia sanitaria vigente en Tokio desde el pasado día 12 hizo que tampoco hubiera zonas de visionado público del evento y obligaba al cierre temprano de bares y restaurant­es, por lo que el ambiente en el resto de metrópolis nipona no fue el de una gran celebració­n multitudin­aria.

Y es que, favorables a los Juegos o no, y pese a las restriccio­nes por la pandemia, muchos japoneses se echaron hoy a las calles de la ciudad desafiando también las altas temperatur­as, para disfrutar del puente de cuatro días declarado en todo el país con motivo del inicio de unos Juegos sin precedente­s históricos.

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RITCHIE B. TONGO / EFE Saúl Craviotto y Mireia Belmonte, ante el equipo español.
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ENRIC FONTCUBERT­A / EFE Los fuegos de artificio también estuvieron en la inauguraci­ón.
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NAOMI FUSCO / EFE La tenista nipona Naomi Osaka, enciende el pebetero olímpico.

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