Emmanuel Reyes Pla, una piedra en el zapato de los grandes

Tras vencer al subcampeón olímpico kazako Vasili Levit y de lastimar al campeón olímpico cubano Julio la Cruz, el español Enmanuel Reyes se confirmó como una piedra en el zapato para los grandes del peso pesado. Reyes, fruto de la escuela cubana de boxeo, abandonó la isla quejoso por la falta de oportunidades en el equipo nacional en el que, según cree, lo minimizaron. Naciel en La Habana en 1992, Reyes comenzó en el boxeo para defenderse del bullying en la escuela primaria; pronto se percató de poseer una mano derecha prohibida y con ella se abrió camino y llegó al equipo nacional de Cuba. Cansado porque, según su opinión, lo valoraron poco, emigró y luego de sufrir soledad en varios países, fue a parar a España, el país que representó en Tokio con dos convincentes demostraciones que lo colocaron en las Grandes Ligas del boxeo olímpico. En cuartos de finales, Reyes fue la sensación en la categoría de 91 kilos al derrotar por nocaut al uzbeko Vasili Levit, subcampeón olímpico y en cuartos de finales tutear al cuatro veces campeón mundial Julio la Cruz, de Cuba. Sin sentirse menos, el español, buscó el combate y en el primer asalto con su prodigiosa derecha le rompió la ceja al caribeño, campeón olímpico, que recibió el favor de cuatro de los cinco jueces en una pelea cerrada. En el segundo asalto, Reyes derribó con una izquierda a La Cruz, pero el árbitro no le hizo conteo de protección al caribeño. De haberlo hecho la ventaja que tuvo el español en el round hubiera sido superior y le hubiera dado la victoria en el pleito. No fue un despojo la decisión,

combate fue parejo, pero números apartes, olvidado el dolor de que mereció ganar medalla y no la tuvo, Reyes se confirmó como una de las sensaciones del boxeo olímpico, al que los duros del peso pesado preferirán evitar en los próximos torneos internacionales. Reyes fue calificado de poco humilde por anunciar que iba a arrancarle la cabeza a los rivales. Es una frase común en los púgiles de las dido