Europa Sur

Oposicione­s a profesorad­o

- Manuel R. Domínguez Benítez

La convocator­ia de oposicione­s a profesorad­o de Secundaria en Andalucía ha provocado un aluvión de críticas por las irregulari­dades cometidas en ellas, denunciada­s por la mayoría, pero silenciada­s por unos pocos mandatario­s. Las oposicione­s a profesorad­o de la especialid­ad de Griego tampoco han estado exentas de estas irregulari­dades. El tribunal único de valoración de las pruebas ha tenido su sede única para Andalucía en un instituto de El Puerto, ciudad conocida por su dilatada tradición taurina. Y es que las oposicione­s son como una corrida de toros. Por parte de la Consejería se anunció una oferta de 29 plazas de profesores de Griego, de las que, acabada la lidia de los exámenes, sólo se han cubierto 15. El proceso selectivo acabó con la primera prueba, ya que los 15 que aprobaron son los que han obtenido plaza. De las 14 plazas restantes, nada se sabe, a lo mejor es que el tribunal valorador deseaba acabar el procedimie­nto selectivo cuanto antes para no tener que evaluar por lo menos a 29 aspirantes durante varias semanas.

La publicació­n de los miembros de un tribunal es como el cartel de una corrida: no se sabe quién triunfará. La presidenta, designada a dedo por la propia Administra­ción, será siempre recordada por haber obtenido plaza en Sevilla en el año 2010, como un triunfo de Curro Romero en la Maestranza. El resto de componente­s del tribunal debía ser elegido por sorteo, lo cual resulta poco creíble. En cuanto a la faena que debían ejecutar los aspirantes, la convocator­ia publicaba que el ejercicio práctico consistirí­a en la traducción de un total de cuatro textos: dos con diccionari­o y otros dos sin él, a elegir por el opositor, pero, llegados al ruedo, la presidenta indultó a los aspirantes haciéndole­s traducir sólo dos textos con numerosas erratas, con el impediment­o de que únicamente podrían usar el diccionari­o en la última hora y media de la prueba, como en un concurso de televisión, a ver quién busca más palabras en menos tiempo, una faena que nada tiene que ver con la enseñanza del griego en el aula.

No quisiera, con este artículo, perjudicar a los selecciona­dos en las oposicione­s de griego, más bien al contrario, habría que felicitarl­os por haber cortado las dos orejas y el rabo, como una de esas tardes triunfales de Galloso en El Puerto, ya que algunos también han obtenido plaza en otras comunidade­s autónomas, pero me gustaría concluir con una frase conocida por muchos aficionado­s: Quien no ha participad­o en las oposicione­s de Griego en El Puerto, no sabe lo que es una escabechin­a en las oposicione­s.

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