Un extremeño trepa al cielo de Tokio
● Alberto Ginés, de 18 años, se convierte en el primer campeón olímpico de la nueva disciplina de escalada deportiva
Alberto Ginés, un extremeño de 18 años, supo combinar velocidad y sangre fría sobre un muro para encaramarse hasta el oro en Tokio, por encima de todos los favoritos y escribiendo su nombre en la historia olímpica. Ginés conquistó la primera final en unos Juegos de escalada, una deporte que se estrenaba con una combinación de tres de sus variantes: búlder, velocidad y dificultad, también conocido como lead o ascenso con cuerda.
El español se coronó como mejor escalador todoterreno del mundo al sumar sus puntuaciones en estas tres disciplinas en las que tradicionalmente se había competido por separado hasta que fueron aunadas para debutar en el programa olímpico.
Lo logró con 28 puntos, por delante de pesos pesados de la escalada mundial como el estadounidense Nathaniel Coleman, plata (30 puntos), y del austríaco Jakob Schubert (35), bronce, en una prueba donde contaba la menor puntuación final y celebrada en el Parque de Deportes Urbanos de Aomi.
EL MÁS VELOZ
El cacereño exhibió potencia y agilidad para imponerse en el primer tercio de la final, la prueba de velocidad, al lograr completar en 6,42 segundos el ascenso de 15 metros que separan la base de la cima en su último emparejamiento contra el japonés Tomoa Narasaki, campeón de combinadas en 2019.
Ginés, en cambio, sufrió en la segunda prueba, la de búlder, o bloque, en la que los atletas escalan tantas vías fijas como puedan en cuatro minutos en una pared de 4,5 metros de altura, a la que se enfrentan sin cuerda de seguridad.
El escalador no logró completar ninguno de los tres recorridos, quedándose muy cerca en el segundo intento de agarrar con ambas manos la última presa, un paso necesario para sumar la máxima puntuación.
PROBLEMAS DE DIFÍCIL SOLUCIÓN
La disciplina de búlder la dominó Captain America Coleman, quien completó la primera vía y rozó la segunda, en una prueba de enorme complejidad técnica donde ninguno de los ocho participantes logró resolver los tres problemas planteados en el muro tokiota.
Los contendientes escalan tantas vías fijas como puedan en cuatro minutos en una pared de 4,5 metros de altura y diferentes ángulos de inclinación, a la que se enfrentan sin cuerda de seguridad.
La tercera de las vías, con una diabólica forma de espiral y presas mínimas que apenas se podían agarrar con las yemas de los dedos, supuso un quebradero de cabeza tan grande para los participantes que ninguno de ellos logró superar su primera zona mientras el sol se ponía sobre el horizonte de la bahía de Tokio y bajo la atenta mirada de robots, al más puro estilo Transformers, que completaban el sorprendente paisaje.
UNA CUERDA HACIA EL CIELO
El mayor espectáculo de la final lo trajo la tercera y decisiva parte, la de lead, donde los escaladores intentan llegar lo más alto posible en una pared que mide más de 15 metros de altura en seis minutos y con una cuerda de seguridad.
Captain America hizo un escorzo imposible para llegar a las 34 presas y ponerse en cabeza de la competición, pero en el siguiente turno el checo Adam Ondra logró alcanzar 42 con una facilidad pasmosa antes de caer cuando casi palpaba el final del recorrido.
Ginés fue el siguiente en enfrentarse al muro, y lo hizo con su estilo enérgico hasta plantarse en la parte más complicada a falta de tres minutos. Consiguió llegar a la presa número 38 antes de perder el agarre con la mano izquierda, pero suficiente para mantenerse al frente de la clasificación.
El austríaco Jakob Schubert fue el único en terminar todo el recorrido y logró la máxima puntuación en esta manga final, lo que le valió para meterse en el podio dejando a Ginés como campeón.
Además de encumbrar al cacereño, y al igual que otros deportes debutantes en Tokio como el skate y el ciclismo BMX Freestyle o el kárate, disciplina en la que España logró también el primer oro olímpico de la historia, la escalada dejó momentos entrañables de camaradería entre los contendientes, como cuando todos analizaban y comentaban juntos las vías que tenían delante antes de encaramarse a ellas.
Frente al muro donde se competía, situado a modo de escenario al aire libre en la isla artificial donde se ubica el Parque de Aomi, los entrenadores, afortunados espectadores de las hazañas de sus pupilos, jaleaban a los escaladores, con gritos que se entreoían bajo la música club que ambientaba el espectáculo deportivo.
De haber sido el DJ, Ginés habría pinchado La vereda de la puerta de atrás, de Extremoduro, para celebrar su oro.
En la primera prueba se colocó líder; sufrió en la segunda y en la tercera dio el estoque