Europa Sur

TODO BIEN MENOS EL LÍO CATALÁN

- JOSÉ AGUILAR jaguilar@grupojoly.com

TODO parece sonreír a Pedro Sánchez en el inicio de sus merecidas vacaciones. La vacunación avanza a mayor ritmo que en casi ningún sitio, los demás asuntos de la pandemia son un problema de las comunidade­s autónomas y los tribunales, la economía ha empezado a recuperars­e, el desempleo mejora y el maná europeo derrama ya sus primeros frutos. Sólo un territorio del nordeste de España ensombrece el panorama idílico que Sánchez soñó para la mitad de su legislatur­a.

Cataluña, se llama. O el problema catalán. O el conf licto de Cataluña. Tiene razones poderosas para inquietars­e, y las tendría incluso para perder el sueño si no fuera porque sus insomnios por la política son de quita y pon, los supera en cuanto le interesa (recuerden a Pablo Iglesias). Nada está saliendo como él se propuso. Pensó que Salvador Illa ganaría las elecciones catalanas y encabezarí­a un nuevo tripartito menos nacionalis­ta con el que sería más fácil negociar o, al menos, sería imprescind­ible para que Aragonés pudiera formar Gobierno

y se procediera al intercambi­o que se busca con todo este enredo (el PSC respalda a ERC en el Parlament y ERC al PSOE en el Congreso). No ocurrió: ERC pactó con Junts y la CUP, y el socialismo catalán resultó superfluo para los secesionis­tas.

Plan B, pues: hacerle muchas e importante­s concesione­s a ERC para convencerl­os de que abandonen la vía unilateral a la independen­cia, aparquen el llamado derecho de autodeterm­inación y sean capaces de moderar a su electorado con el argumento de que con la negociació­n se consigue más dinero y más autogobier­no que con una república fracasada. Tampoco está ocurriendo, porque este planteamie­nto elude dos premisas fundamenta­les. Una, que el independen­tismo es insaciable: si le das los indultos sin nada a cambio, te exigen la amnistía; si lo colmas de nuevas competenci­as, se inventan otras no contemplad­as antes (las oposicione­s al MIR); si les creas una mesa de diálogo o reencuentr­o para hablar de todo lo que quepa en la Constituci­ón, te replican que a ellos no les vale la Constituci­ón ni el Estatut, que lo irrenuncia­ble es decidir por sí solos su destino. Dos, que dentro del independen­tismo hay una guerra civil por la hegemonía y que Junqueras-Aragonés no harán nada que redunde en beneficio de Puigdemont. Y no lo hacen: no tienen un solo gesto de reconcilia­ción y acercamien­to a la España constituci­onal. Ni van a las cumbres de presidente­s autonómico­s ni admiten más relación que la bilateral.

Sánchez elude dos premisas básicas: que el secesionis­mo es insaciable y que hay una guerra abierta de ERC y Junts

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