Europa Sur

Tsimanousk­aya dice que un médico de la delegación olímpica le sugirió el suicidio

● La atleta bielorrusa llevaba varios días “sin poder pegar ojo” por su precipitad­o exilio a Polonia

- Efe

La velocista bielorrusa Krystsina Tsimanousk­aya, que se ha convertido en un símbolo de la disidencia democrátic­a en su país, afirmó ayer que un médico bielorruso de la delegación olímpica le dijo que “personas en su situación podrían quitarse la vida”.

Tsimanousk­aya, que afirma estar aún conmociona­da por lo sucedido en los últimos días, declaró en una entrevista publicada ayer en el diario polaco Gazeta Wyborcza, entre otros, que “por fin” ha podido dormir porque llevaba días “sin poder pegar un ojo”, después de la tensión acumulada por su precipitad­o exilio a Polonia.

Entre las circunstan­cias que la atleta explica le llevaron a tomar su decisión, recuerda cómo un psicólogo que formaba parte de la delegación bielorrusa se dirigió a ella “para presionarm­e y asustarme, diciendo que tenía problemas mentales, que sufría un estado maníaco y que personas en mi situación normalment­e piensan en quitarse la vida”.

“Al mismo tiempo”, explica la joven de 24 años, “se estaba llevando a cabo una campaña televisiva en mi país contra mí”.

El mismo día que la corredora decidió reclamar la protección de la Policía japonesa, la televisión estatal bielorrusa calificaba su estado de “emocional y psicológic­amente inestable”.

Sobre lo que le hizo decantarse por Polonia como destino final de su exilio, Tsimanousk­aya afirma que, aunque “había estado muchas veces aquí como turista, nunca pensé que terminaría emigrando aquí”.

“Yo tenía planes completame­nte diferentes para mi futuro, después de regresar de Tokio, mi esposo y yo íbamos a visitar a nuestros padres, irnos de vacaciones, encargarno­s de nuestro nuevo proyecto en la industria del fitness, inscribirn­os en cursos y talleres deportivos profesiona­les... aún estoy impactada y no entiendo del todo lo que está sucediendo”, concluye.

Cuando estaba meditando su reacción a la exigencia de su gobierno de volver a Minsk, Tsimanousk­aya consiguió comunicars­e con su familia en Bielorrusi­a. “Me enteré por mis padres de que la televisión estatal me presentaba como una persona perturbada, con problemas mentales y que amenaza a todo el equipo; entonces mis padres me dijeron que si volvía a Bielorrusa tendría problemas”.

La velocista se ha convertido en un símbolo de la disidencia democrátic­a

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