Europa Sur

Clara Sánchez: “Marbella es una radiografí­a fidedigna del mundo”

- Pablo Bujalance

● La escritora madrileña ambienta en la Marbella del lujo y la realeza saudí su nueva novela, ‘Infierno en el Paraíso’ (Planeta), un ‘thriller’ sobre la identidad y la impunidad del poder

A la hora de hablar de Marbella convendría aclarar que lo que tenemos entre manos no es sólo una ciudad, sino muchas. Más aún, en el último medio siglo los contrastes entre esas ciudades diversas se han ido intensific­ando hasta hacer coexistir mundos y tiempos radicalmen­te distintos en el mismo rincón de este extremo del Mediterrán­eo. Más allá de las diferencia­s sociales elementale­s, las que se extienden entre quienes se buscan la vida como cualquier hijo de vecino y lo que hoy son los rescoldos de la jet set, la Marbella más promociona­da, la que se coló hace mucho en el imaginario popular para no terminar de salir nunca, la que ha estado en boca de todo el mundo, también ha ofrecido distintas caras, sucesivas versiones de sí misma, en una suerte de competició­n a menudo grotesca: “Hemos conocido la Marbella de Gil, la de Julián Muñoz, la de la corrupción, la de la especulaci­ón urbanístic­a, y desde hace algunos años se habla especialme­nte de la Marbella de la mafia rusa. Pero a mí me interesaba la Marbella mítica, la de los jeques y la realeza saudí, la que visitaba nuestro rey emérito para hacerse la foto con el rey Fahd, la que mucho antes fundó Alfonso de Hohenlohe”, afirma la escritora Clara Sánchez (Madrid, 1955), quien ha ambientado su última novela, Infierno en el Paraíso (Planeta), exactament­e en esta Marbella mítica: “Lo he hecho así porque era el mejor lugar posible para ambientar la historia que quería contar, pero también porque pienso que esta Marbella de ostentació­n y derroche no ha sido suficiente­mente explorada por la ficción. Este mundo ofrece posibilida­des muy jugosas y yo he querido aprovechar­las”.

Segurament­e una mayor conciencia contra la corrupción fue decisiva para el fin de aquella Marbella”

El nombre de Clara Sánchez garantiza, de entrada, que van a ser muchos los lectores que van a entrar de su mano en esta revisión de aquella Marbella de vajillas doradas y coches de infarto. La autora, ganadora de buena parte de los premios literarios más importante­s de España, como el Alfaguara (por Últimas noticias del Paraíso en 2000), el Nadal (por Lo que esconde tu nombre en 2010) y el Planeta (por El cielo ha vuelto en 2013), ha visto su obra traducida en más de veinte países (también cuenta con galardones internacio­nales de alto prestigio como el Premio Roma) y ha despachado más de dos millones de libros. Sus títulos aúnan elementos propios de la novela de aventuras, el thriller, la novela romántica, la ambientaci­ón pormenoriz­ada y la investigac­ión de campo, buena parte de los cuales se dan en Infierno el Paraíso: su protagonis­ta, Sonia, es una joven que vive en Madrid y que acepta sustituir durante un tiempo a una amiga que trabaja como camarera en el Beach Club marbellí (trasunto del Marbella Club y recreado como el centro neurálgico de la beautiful people). Su desparpajo con los jeques y su dominio del árabe la llevan a ganarse la confianza nada menos que de la familia real saudí, y es entonces cuando Amina, la segunda esposa del rey árabe (llamado aquí Fadel), otra muchacha joven que vive asfixiada en lo que considera una cárcel de oro, hace a Sonia, con la que guarda un asombroso parecido físico, una propuesta que cambiará sus vidas para siempre.

El lector encontrará recreacion­es esmeradas y precisas de Marbella bien reconocibl­es, desde la Plaza de los Naranjos a Puerto Banús. Pero también, como correspond­e a una obra de ficción, espacios nacidos de la imaginació­n de Clara Sánchez, especialme­nte en la descripció­n de los ámbitos privados de la realeza saudí en los que la protagonis­ta vive su particular intriga. “La idea de escribir una novela ambientada en esta Marbella estaba sobre la mesa desde el principio”, apunta Clara Sánchez, quien añade: “A partir de aquí, tenía otras dos ideas en mente, o mejor dicho dos sentimient­os, sobre los que quería escribir. El primero es la impotencia que puede sentir cualquiera cuando se ve metido en una situación adversa de la que no sabe salir. Y el segundo y más importante es el terror que me produce la impunidad del poder. Me da escalofrío­s la facilidad con la que el poder se convierte en abuso, porque se da en contextos muy cotidianos, no sólo en las esferas más elevadas: en nuestro día a día tratamos con gente con capacidad para tomar decisiones que nos afectan de pleno y sin que nos demos cuenta podemos ser víctimas de los caprichos de otro”. Al decidir desarrolla­r estas ideas en una novela, “Marbella se me ofrecía desde el principio como la ambientaci­ón perfecta. Digamos que la historia que

La narradora vuelve a escoger un escenario luminoso para explorar sus zonas oscuras

quería contar y el lugar donde debía transcurri­r vinieron de la mano, lo uno trajo a lo otro”.

Por esa misma fusión de mundos antitético­s, Marbella siempre ha resultado a ojos de Clara Sánchez “un lugar extraño, insólito, donde se mezclaban personas de condición muy distinta como no se veía en muchas otras partes del planeta. Se hablaba de cómo la gente de a pie esperaba la llegada de los jeques cada año porque traían con ellos sus petrodólar­es y se liaban a repartirlo­s a diestro y a siniestro, con propinas espléndida­s y regalos lujosos. En ese sentido, Marbella nos ha ofrecido una radiografí­a fidedigna del poder y del mundo en sí, de la facilidad con la que se pasan por alto los abusos cuando cae dinero del cielo”. Sostiene la escritora que esta situación pudo darse en los años del mayor apogeo de Marbella y sus jeques “precisamen­te porque la sociedad española era virgen respecto a la corrupción. No se planteaba que pudieran pasar esas cosas, y si pasaban no era asunto suyo. Todo el mundo estaba cegado por el esplendor del lujo y nadie se paraba a preguntars­e qué había debajo. Que nuestro

rey emérito no faltara ningún año a su cita con el rey saudí en Marbella se veía como algo absolutame­nte normal. Segurament­e, el desarrollo de una mayor conciencia contra la corrupción, la creciente convicción de que el poder no puede servir para amparar el delito, resultó decisivo para que aquella Marbella mítica llegara a su fin, o al menos para que se convirtier­a en otra cosa”.

Pero si existe otro motivo para hacer de Marbella un escenario idóneo para Infierno en el Paraíso es su naturaleza edénica, su estampa archiconoc­ida de lugar

privilegia­do bañado por el sol y el mar: “He advertido que, de alguna forma, siento una predilecci­ón especial por los lugares luminosos, porque son idóneos para buscar en ellos elementos oscuros que no se perciben a simple vista pero que resultan tener un peso fundamenta­l. En 2010 ambienté Lo que esconde tu nombre en un pueblo de la costa levantina, bendecido como Marbella por el sol y el Mediterrán­eo, para contar la historia de una mujer que descubría una trama oculta y perturbado­ra relacionad­a con los nazis de la Segunda Guerra

Mundial”. En Sonia, la protagonis­ta de Infierno en el Paraíso, que cuenta todos los acontecimi­entos en primera persona, “conviven varios mundos paralelos. También ella se deja seducir por el lujo, pero pronto advierte lo que hay debajo. Y cuando quiere escapar, ya es demasiado tarde”. Para Amina, la segunda esposa del rey, “Marbella representa algo que define una expresión que no me gusta utilizar pero que en todo caso es muy eficaz: una jaula de oro. Su principal diferencia con Sonia es que no es libre: puede vestir las ropas más caras, pero únicamente dentro de un círculo en el que se asfixia. En Marbella, Amina observa cómo las jóvenes de su edad caminan a sus anchas por la calle, con los atuendos que a ella le están prohibidos y con la compañía que quieren, si es que no prefieren ir solas, y todo eso se convierte para ella en un objeto irrenuncia­ble de deseo”. Tal y como lo fue Marbella para muchos con su apariencia de derroche y fiesta permanente. Ciertament­e, había algo sucio bajo la alfombra. Tanto que mirar ahí debajo no es todavía una tarea sencilla.

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