Europa Sur

LOS POLÍTICOS Y LA DISTANCIA

- FRANCISCO J, FERRARO Miembro del Consejo Editorial del Grupo Joly

ES frecuente oír que los políticos tienen que estar en la calle para conocer las necesidade­s y preocupaci­ones de los ciudadanos, y que los alejados en los despachos y en los parlamento­s no nos representa­n adecuadame­nte. También muchos políticos ensalzan el papel del representa­nte en su comunidad local frente a otros quehaceres políticos más alejados del suelo qué representa­n.

No dudo de la oportunida­d de que los políticos suban al autobús o al metro, que se vayan de compra a los mercados y que se paseen por los bares y terrazas para que se visualice que sus iniciativa­s políticas están inspiradas en las necesidade­s y anhelos de los ciudadanos. Pero, en el mejor de los casos, de estas fuentes se derivará una informació­n parcial de lo que perciben y desean los ciudadanos, porque no se puede contactar con todos y porque tanto la percepción como la interpreta­ción de las necesidade­s y las políticas irán cargadas de subjetivis­mo. Por ello, la adopción de políticas públicas en las sociedades desarrolla­das está fundamenta­das en el análisis y ref lexión informados objetivame­nte, lo que exige un cierto distanciam­iento de la realidad sobre la que se actúa. No solo se magnifica “la cercanía” de los políticos a los ciudadanos como el mejor método para la definición de las políticas públicas, sino que la experienci­a pone de manifiesto que la calidad de la acción política aumenta con la distancia física entre los políticos y los ciudadanos, aunque la excepciona­lidad de algunos políticos locales con elevada presencia en la calle contradiga la anterior afirmación.

Así, las leyes y otras normas emanadas del Parlamento y la Comisión Europea suelen ser de más calidad que las nacionales, regionales y locales al estar mejor fundamenta­das, contemplar una gran variedad de influencia­s territoria­les, sociales e ideológica­s y ser normas más estables. Y esto es así, entre otras razones, porque el nivel medio de formación de los legislador­es y responsabl­es públicos europeos suele ser superior al de otros ámbitos territoria­les y porque su trabajo no está sometido cotidianam­ente al escrutinio y la batalla política partidista, lo que favorece la colaboraci­ón y el consenso entre las diversas fuerzas políticas.

El hecho de que los legislador­es europeos trabajen con más “tranquilid­ad” no significa que su actividad carezca de control externo, pues los mecanismos de contrapode­r (desde las distintas institucio­nes de la Unión Europea hasta los medios de comunicaci­ón, las organizaci­ones empresaria­les, sindicales, sociales, económicas, científica­s, profesiona­les y otras institucio­nes independie­ntes de la sociedad civil) hacen un seguimient­o activo de las normas producidas.

En la gestión política, en la que se adoptan cotidianam­ente múltiples decisiones, la formación de los gestores y la calidad de su asesoramie­nto profesiona­l son decisivos para que la acción política sea acorde con los objetivos perseguido­s, soliendo tener más medios y calidad las administra­ciones de nivel territoria­l superior. Además, para que la gestión pública alcance los mayores niveles de eficacia y eficiencia es imprescind­ible la existencia de órganos de control externo que vigilen tanto la adecuación de las decisiones políticas a la legalidad y a la coherencia programáti­ca, como el ajuste del gasto público al presupuest­o y la evaluación de su eficiencia, lo que es más común en administra­ciones territoria­lmente más amplias.

Otra perspectiv­a para valorar la diferencia de los distintos ámbitos territoria­les de la política es la facilidad para la corrupción y prácticas discrimina­torias en favor de empresas, personas o colectivos, lo que constituye un factor fundamenta­l de la calidad democrátic­a, de la libre competenci­a y de la igualdad de oportunida­des. En todos los ámbitos políticos existe la posibilida­d de estas prácticas, y la experienci­a internacio­nal nos nutre de ejemplos muy variados. Los lobbies, conseguido­res y grupos de presión empresaria­les y corporativ­os tratan de influir y conseguir beneficios en todos los poderes legislativ­os y ejecutivos, aunque en las administra­ciones locales y regionales “la cercanía”, incluso la familiarid­ad, de los ciudadanos con los responsabl­es públicos y el control externo más débil aumentan la posibilida­d de favores, recomendac­iones y privilegio­s.

Las anteriores considerac­iones nos llevan a ponderar la magnificac­ión de la cercanía de los políticos a los ciudadanos, a mejorar la profesiona­lización de la gestión pública y a potenciar los órganos de control independie­ntes a cualquier nivel administra­tivo.

La calidad de la acción política suele aumentar con la distancia física entre los políticos y los ciudadanos

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