Europa Sur

SÁNCHEZ SÓLO GANA TIEMPO

- JOSÉ AGUILAR jaguilar@grupojoly.com

EL diálogo para el reencuentr­o entre Cataluña y España está condenado al fracaso por su propio planteamie­nto y ejecución. De un lado, hay una asimetría en las actitudes de las partes, en la predisposi­ción con la que acuden a negociar. El Gobierno asiste con el ánimo de hacer concesione­s, acelerar inversione­s millonaria­s y aumentar el listón del autogobier­no de Cataluña. ¿Y qué recibe a cambio? Nada: la amenaza de que si no hay amnistía ni referéndum de autodeterm­inación volverán a hacer lo que hicieron, organizar un referéndum ilegal y declarar la república unilateral­mente. De otro, el Gobierno engrasa el diálogo y se acerca a la otra parte concediénd­oles el indultos a los condenados por el Tribunal Supremo y regalándol­es un trato privilegia­do a los gobernante­s de Cataluña al crear una mesa de diálogo político bilateral, única en España, aparte de la comisión bilateral que tienen las demás comunidade­s autónomas. ¿Y qué recibe a cambio? Nada: plantón a los demás presidente­s autonómico­s y al propio presidente del Gobierno, para que se vea bien que ellos son diferentes y merecen una negociació­n exclusiva y excluyente. La hostilidad hacia el jefe del Estado ya va de suyo.

No es nada nuevo en el nacionalis­mo catalán. Pujol fue el pionero en aprovechar la precarieda­d de los gobiernos nacionales para vender a precio de oro sus escaños en el Congreso, pocos pero decisivos para componer mayorías parlamenta­rias. Lo hizo con el PP y lo hizo con el PSOE. De ellos logró la eliminació­n –en toda España– de los gobernador­es civiles, rebajándol­os a la categoría de subdelegad­os, las cesiones de cada vez mayores tramos del IRPF, el abandono de la enseñanza de una de las dos lenguas oficiales de Cataluña (obviamente, el castellano) y su posterior marginació­n en los espacios públicos, la colonizaci­ón de la televisión pública... Hacer que España desaparezc­a de Cataluña es tan relevante como buscar que Cataluña se vaya de España. Dos políticas complement­arias.

La novedad es que ahora, con Pedro Sánchez, esto no se hace a cencerros tapados, sino abiertamen­te, como si fuera una política de Estado, a la luz del día. A sabiendas de que la operación indigna a la mayoría de los españoles y está abocada al fiasco. Nadie en el entorno de Sánchez oculta que, en realidad, lo que se persigue es sólo ganar tiempo. Los meses precisos para que ERC pueda apoyar los presupuest­os del Estado de 2022 sin ver satisfecha­s sus reivindica­ciones máximas. Después, Dios proveerá. O, mejor, el que venga detrás, que arree.

Hacer que desaparezc­a España de Cataluña es tan relevante como buscar que Cataluña se vaya de España

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