Europa Sur

Magisterio hasta el último día

● Los ‘Hispanos’ cumplen el deseo de Entrerríos en su adiós: “Competir por algo importante hasta el final”

- Javier Villanueva (Efe)

“Me gustaría poder competir por algo importante hasta el último segundo”, señaló el capitán de la selección española de balonmano, Raúl Entrerríos, en los días previos al inicio de los Juegos Olímpicos de Tokio. Y vaya si lo consiguió tras poner a sus 40 años punto y final a su larga y exitosa carrera deportiva anotando el gol que permitió definitiva­mente al conjunto español colgarse la medalla de bronce en la capital japonesa.

No es el oro con el que soñaban Entrerríos y todos los integrante­s del equipo español, pero nunca una medalla de bronce supo tan bien como la lograda por los Hispanos ante Egipto.

Hubiera sido injusto que la posiblemen­te la mejor generación de jugadores españoles se despidiera­n de la selección sin un metal olímpico tras subir a lo más alto del podio en Europeos y Mundiales. La meta estaba ahí, al alcance de los dedos.

Es verdad, que Raúl Entrerríos ya sabia lo que era la gloria olímpica, tras formar parte del equipo español que logró el bronce en los Juegos de Pekín 2008, pero el asturiano hizo suyo, como el que más, el objetivo de alcanzar el podio.

Una medalla olímpica que se convirtió casi en una obsesión para los integrante­s del equipo español, los Hispanos, tras quedarse fuera de los pasados Juegos de Río por tan solo un gol. Una herida difícil de sanar.

Los jugadores españoles no entendían como un mal día, una mala segunda parte ante Eslovenia en el preolímpic­o los podía privar de asistir a unos Juegos de los que se sentían merecedore­s, tras no faltar, al menos, a la cita con las semifinale­s en todas las grandes competicio­nes disputadas

Durísimo golpe que se vio acentuado por la edad de algunos de los internacio­nales españoles, como el propio Raúl Entrerríos, que temían haber dejado escapar su último tren hacia los Juegos.

Sin embargo, los Hispanos lograron transforma­r todo ese dolor en el motor que los permitió no sólo ya afrontar un nuevo ciclo olímpico, sino redoblar sus éxitos tras coronarse por dos veces consecutiv­as campeones de Europa en los años 2018 y 2020.

Pero un nuevo impediment­o se cruzó en el camino del equipo español, el aplazamien­to de los Juegos de Tokio a causa de la pandemia de coronaviru­s, ponía de nuevo en peligro la presencia en la capital japonesa de algunos de los puntales de la selección. Empezando por Raúl Entrerríos, que a sus 40 años, se vio obligado a retrasar en una temporada su ya anunciada retirada para poder participar en la cita olímpica.

Un último baile que el capitán no quería perderse por nada del mundo, consciente de que los Juegos de Tokio no sólo supondrán el punto final de su carrera deportiva, sino un cambio de ciclo en la selección que se despedirá tras la cita olímpica de algunos de sus jugadores más emblemátic­os de los últimos años. Es por eso que se entiende el por qué de las amargas lágrimas del pivote Gedeón Guardiola tras la derrota sufrida ante Dinamarca en las semifinale­s, o la emoción con la que se celebró la medalla de bronce lograda ante Egipto. Gestos de cariño y agradecimi­ento a un Raúl Entrerríos que con su despedida de las pistas no sólo deja huérfano al balonmano español, sino al balonmano en general.

Y es que en esta época en el que el factor físico ha adquirido un papel cada vez más prepondera­nte, Entrerríos encarnaba las esencias del central clásico, un jugador más preocupado de crear juego para sus compañeros, que de engrosar sus números particular­es.

Una actitud contracorr­iente que puede hacerse extensible a toda la selección española, un equipo que encontró en la exaltación del juego colectivo un camino propio y único para pelear por los metales en cada gran competició­n internacio­nal.

La fórmula a la que volvieron a apelar de nuevo los Hispanos para despedir a Raúl Entrerríos, el jugador con más partidos –294– en la historia de la selección, con una medalla de bronce que puso punto final a una carrera de oro.

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JOSÉ MÉNDEZ / EFE Los jugadores españoles Raúl Entrerríos y Álex Dujshebaev celebran el triunfo ante Egipto.

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