Craviotto, con otra plata, iguala las medallas de David Cal y ya es leyenda del K4
● El kayak español, comandado por el catalán, logra la medalla de plata ● Con cinco metales olímpicos, Saúl iguala a David Cal como el hispano más galardonado
Los piragüistas Saúl Craviotto, Marcus Cooper Walz, Carlos Arévalo y Rodrigo Germade se colgaron la plata en la prueba del K4 500 de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, la decimocuarta medalla para España y una presea que convierte al palista ilerdense, su capitán, en leyenda del deporte español.
El cuarteto se coló en la final tras disputar en las horas centrales de la competición una semifinal en la que terminaron como cabezas de serie, toda una declaración de intenciones.
La jornada amenazaba lluviosa y fue justo cuando comenzaba su semifinal, la última del día, cuando rompió a llover a mares, obligó a los periodistas y cámaras a buscar refugio o protegerse debajo de lonas de plástico en sus puestos, y embraveció las aguas, quizá preludio de la fiera regata que iba a disputarse horas después.
El tiempo amainó cuando los ocho contendientes de la final del K4 se colocaron en posición de salida. Los españoles tuvieron un buen arranque y encabezaron la carrera durante la mayor parte del tiempo. Pero desde el primer momento esta fue una reñida batalla entre dos viejos conocidos por coronar lo más alto del podio olímpico. Los alemanes Max Rendschmidt, Ronald Rauhe, Tom Liebscher y Max Lemke, que ya se intuían como su mayor amenaza en la prueba, remaron muy cerca durante toda la regata y apretaron en los últimos metros en el carril contiguo para colar la proa de su kayak 226 milésimas de segundo por delante en la meta a la de los españoles.
El K4 comandado por Craviotto, que en la jornada previa se había metido en las semifinales con un récord olímpico de 1.21,658, firmó un tiempo en la final de 1.22,445; el alemán paró el crono en 1.22,219. El bronce fue a parar a manos de los eslovacos Samuel Baláz, Adam Botek,
Denis Mysák y Erik Vicek, con un tiempo de 1.23,534.
La plata del K4 500 en la última jornada del piragüismo en Tokio, y penúltima de los Juegos en sí, supone, además, la quinta presea olímpica para Saúl Craviotto, que se convierte en leyenda del deporte español, igualando la cifra de medallas de este tipo en el palmarés del también palista David Cal, los deportistas más condecorados del país en unos Juegos.
El ilerdense, afincado en Gijón, mostró su satisfacción por este logro y fue el palista del equipo más reclamado por los medios en esta jornada histórica para él, pero ante las preguntas de los periodistas habló en tono distendido sobre las ganas que tiene de tomarse unas vacaciones, que bromeó con que se prolonguen seis meses. “Somos un equipo increíble, no sólo este K4, tenemos la suerte de disfrutar de una selección con un gran nivel, que hemos conseguido seguir sumando medallas para nuestro país”, subrayó el catalán.
Craviotto, que fue el abanderado de la delegación española en la ceremonia inaugural, relevando como palista a David Cal (Pekín 2008), se refirió al ex atleta gallego ante las ineludibles comparaciones y aseguró que es un deportista “absolutamente excepcional, un ejemplo del que el piragüismo se siente muy orgulloso”.
Walz sí se deshizo en halagos hacia Craviotto al ser preguntado sobre su logro en la rueda de prensa de los medallistas, a la que asistió con Germade, y en la que se dijo recompensado tras un último ciclo olímpico “duro” por la pandemia de Covid-19 y los dimes y diretes que rodearon la selección de los miembros de la embarcación. “Es un gran honor estar con nuestro capitán (Craviotto), ser su amigo, entrenar con él diariamente y estar en la misma embarcación y ahora tiene cinco medallas olímpicas. Es espectacular”, señaló.