Europa Sur

Camino solidario

● Un jimenato va de Sotogrande a Santiago para pagar la formación de un profesor en Marruecos

- Juanjo Rodríguez

Ceó una recaudació­n de fondos a través llamado ‘Un kilómetro, un euro hacia la formación’

El Camino de Santiago es una de las rutas de peregrinac­ión más populares del mundo y la más importante de España, sin ninguna duda. Cada año centenares de personas se enfundan unas zapatillas y se cuelgan una mochila al hombro para recorrer cada día decenas de kilómetros con el objetivo de llegar a la ciudad gallega y rendir homenajea Santiago Apóstol, patrón de España.

Hay infinidad de motivos para realizar el Camino. Algunos lo hacen por motivos religiosos, otros por superarse a sí mismos y los hay que simplement­e quieren vivir unas vacaciones diferentes. Barme Rondán, natural de Jimena y profesor de educación física en el Colegio Internacio­nal de Sotogrande, lo ha realizado por una promesa que se hizo a sí mismo.

“Hice una promesa cuando terminé Magisterio en 2009, porque estaba la cosa tan mal a nivel laboral, que cuando comenzara a trabajar de profesor, haría el Camino de Santiago. Llevo desde 2015 trabajando en el Colegio Internacio­nal de Sotogrande y desde hace tres años soy fijo. Entre una cosa y otra y la pandemia, lo he retrasado hasta este año. Tenía pensado hacer el Camino francés, el más conocido, pero luego creí que sería más bonito y emotivo empezar desde el colegio en el que trabajo. El día 24 de junio fui a trabajar y cuando terminó la jornada me fui andando hacia mi casa en Jimena, que era la primera etapa”, explica el docente.

Aparte de los motivos personales, este profesor de 33 años quería aportar algo a la sociedad con su peregrinac­ión: “Tenía claro que cuando lo realizara tendría que ser por alguna causa benéfica. Dentro del colegio internacio­nal hay una asociación que se llama The Kindred Project, en la que trabajamos con los alumnos de secundaria para implicarlo­s en campañas sociales. Tenemos varias expedicion­es a nivel mundial, una de ellas en Marruecos. Hace dos o tres años contaron conmigo para visitar uno de los proyectos en ese país, cerca de Marrakech, y conocí a la comunidad Asni, con la que me involucré y con la que colaboro habitualme­nte”.

Para ayudar, Barme Rondán creó una recaudació­n de fondos a través de gofundme.com con el nombre de Un kilómetro, un euro hacia la formación, que aún sigue abierta y que ya lleva acumulados 2.600 euros. “En este caso concreto los fondos eran para formar a un profesor nativo en Marruecos para que dé clases en inglés. Desde la asociación llevamos varios años pagando a profesores locales para que impartan clases a los niños de allí, para que los más pequeños puedan tener formación de manera gratuita. Se le va a pagar su título para que conste de manera oficial que es profesor de inglés. Necesitaba 1.700 euros para costeársel­o y van ya 2.600 euros recaudados. Lo que sobra se destinará a mejorar el aula, comprar material escolar”, detalla el docente.

Rondán se propuso al comienzo de su Camino un reto un poco más modesto, pero se ha visto desbordado por una ola de solidarida­d: “Al principio me puse un pequeño objetivo de 1.200 euros, para cubrir gran parte de ese curso, pero en dos semanas ya teníamos esa cantidad. Aún está abierta la recaudació­n por si alguien más quiere colaborar con el proyecto”.

Este profesor quiere además, con su iniciativa, tender puentes entre dos culturas tan cercanas geográfica­mente como son la española y la marroquí: “Hoy en día la islamofobi­a está a la orden del día y hay mucha gente que todo a lo que suene a Marruecos le da un poco de miedo. Quería hacer ver que yo he estado allí y la gente es muy hospitalar­ia y bondadosa. Es muy diferente a lo que nos venden desde muchas partes”.

En total, este jimenato ha caminado 1.152 kilómetros, según consta en su Compostela­na, hasta alcanzar Santiago: “Ha sido largo. Salí el día 24 de junio y llegué el día 1 de agosto. Paré dos días para esperar a mi pareja Maripaz, que hacía los últimos 100 kilómetros conmigo desde Ourense. He hecho 37 etapas, 39 días en total”.

Al principio de su periplo, Rondán tuvo que elaborarse su propia

ruta, ya que no existe ninguna etapa del Camino de Santiago desde San Roque hasta Sevilla: “Salí desde Sotogrande, y hasta Sevilla no hay ningún Camino señalizado. Cogí el mapa, hice una línea recta hasta Sevilla y fue planifican­do paradas que estuvieran cerca de algún pueblo”. Esta ruta lo llevó de Sotogrande a Dos Hermanas, pasando por Jimena, Ubrique, Villamartí­n y el Palmar de Troya, antes de enlazar con la Vía de la Plata hasta Montamarta, donde se desvió hacia el Camino Sanabrés.

A pesar de lo bonito de la experienci­a, el profesor reconoce que se viven momentos difíciles en esta ruta de peregrinac­ión: “Con la pandemia había muchos albergues cerrados y a veces me he tenido que quedar en los únicos sitios abiertos en la zona. Había muchos que llevarían semanas o meses sin limpiarlos, donde me soltaron como si fuese un perro. También ha sido difícil la soledad, porque he estado dos semanas o más prácticame­nte solo, no solo durante la caminata sino también en los albergues. La monotonía del Camino también ha sido una prueba, porque la Vía de la Plata es muy dura, son rectas sin sombra, con mucho calor”.

Cualquier persona que haya realizado el Camino de Santiago conoce a uno de los grandes enemigos del peregrino, las ampollas, de las que Rondán no se libró: “Las dos primeras semanas fueron horribles con las ampollas, sobre todo con el tema del asfalto, que me cocía el pie. Después fui tratándome­lo, cuidándome­lo bien y no me volvieron a salir. Pero luego a la tercera semana fui arrastrand­o una fascitis plantar que aún me dura y me va a obligar a ir al fisio. También he tenido alguna que otra sobrecarga, contractur­as... El muslo derecho lo tengo dormido desde la primera semana, creo que por un pinzamient­o que tengo en la espalda, aunque no me duele”.

Con 1.152 kilómetros recorridos, este joven profesor ha caminado una media de 31 kilómetros diarios: “He hecho etapas más cortas cortas, pero también hubo días en los que tuve que andar casi 50 kilómetros porque no encontraba albergues abiertos. Es otra de las caracterís­ticas de la Vía de la Plata, que puedes caminar durante 30 kilómetros sin encontrart­e ni un pueblo, ni siquiera una fuente, lo que te obliga a hacer más kilómetros de la cuenta”.

“La experienci­a es muy buena, muy gratifican­te. Aunque he estado mucho tiempo caminando sólo no me he sentido así porque todos los días he recibido un montón de mensajes y llamadas. También como era una causa benéfica me mandaban vídeos desde Marruecos del profesor y los niños”, comenta Barme.

A su vuelta a Jimena, ha recibido un caluroso recibimien­to por parte de sus familiares, compañeros de trabajo y amigos: “Ha sido una sorpresa. Tenía ganas de volver a casa porque han sido 40 días sin ver a mi gente”, concluye.

Este jovenn profesor ha recorrido una media de 31 kilómetros diarios, aunque hubo días de 50

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 ?? E.S. ?? Barme Rondán, delante de la catedral de Santiago de Compostela.
Barme Rondán, avanzando hacia Santiago de Compostela.
E.S. Barme Rondán, delante de la catedral de Santiago de Compostela. Barme Rondán, avanzando hacia Santiago de Compostela.
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En varios momentos del camino.
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E.S. Maripaz, pareja de Barme, realizó junto a él los últimos 100 kilómetros del Camino.
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E.S. La Vía de la Plata se caracteriz­a por sus interminab­les rectas sin sombras.
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