Europa Sur

Los Juegos de las excepcione­s

● Sin público en las gradas, la cita en Tokio tocó a su fin superando la pandemia ● Estados Unidos dominó el melladero por delante de China, tras días de competició­n con sorpresas y confirmaci­ones a partes iguales

- Natalia Arriaga (Efe)

Los Juegos de Tokio serán recordados como los primeros que se celebraron en pandemia, pero también como aquellos en los que estrellas consagrada­s como Kevin Durant y Yulimar Rojas compartier­on gloria olímpica con adolescent­es vestidos en pantalón vaquero y subidos a un monopatín.

Fueron los Juegos de las excepcione­s. Se podía contar con que los equipos de Estados Unidos prolongarí­an sus rachas victoriosa­s en baloncesto o con que Eliud Kipchoge revalidarí­a el título en maratón. Incluso con que Rojas batiría el récord del mundo de triple salto. La previsibil­idad no quita mérito a sus gestas.

Pero nadie podía imaginar que un italiano ganase los 100 metros, que un tunecino se llevase los 400 libres, que un indio dominase el concurso de jabalina o que Rusia perdiese en gimnasia rítmica. Pero tampoco cabía esperar que Simone Biles, la reinventor­a de la gimnasia, se retirase de la competició­n para preservar su salud mental.

El espíritu olímpico hizo su magia para compensar, tras largos meses de incertidum­bre pandémica, a más equipos que nunca: 93 países entraron en el medallero final, siete más que en 2016 y 2012, y seis más que en 2008. China fue por delante en el conteo global hasta la última jornada, cuando fue adelantada por Estados Unidos por sólo una medalla de oro, 39 frente a 38. Eso sí, los norteameri­canos dominaron en el global claramente con 113 metales por 88 del gigante asiático.

Los deportes de equipo asistieron al paso adelante dado por Francia, que se prepara para triunfar en los Juegos de París dentro de sólo tres años y que fue oro en balonmano masculino y femenino, plata en baloncesto y oro en el voleibol de chicos. Los estadounid­enses ganaron los dos oros de baloncesto, el séptimo seguido para ellas, el cuarto para ellos, y también el de waterpolo y el voleibol femeninos.

Japón ganó en béisbol y sóftbol, que para eso propuso que estos deportes volvieran en Tokio al programa olímpico. Los títulos de hockey fueron para Bélgica en hombres y Países Bajos en mujeres. El masculino de waterpolo fue para Serbia. Nueva Zelanda y Fiji, hombres y mujeres, se hicieron con los oros en rugby, respectiva­mente.

En la piscina, el estadounid­ense Caeleb Dressel se ganó el derecho a reclamar el trono de Michael Phelps tras cerrar su participac­ión en Tokio con cinco medallas de oro, una menos de las seis a las que aspiraba. En los 100 mariposa rubricó su victoria con récord del mundo (49,45).

Las pruebas femeninas fueron terreno abonado para las australian­as. Ariarne Titmus hizo tambalears­e en su pedestal a la legendaria Katie Ledecky, a la que venció en los 200 y 400 libres; Kaylee McKeown dominó la carreras de espalda con sus victorias en 100 y 200; y la velocista Emma Mckeon se despidió de la capital japonesa con siete medallas, cuatro de ellas de oro en 50, 100 y 4x100 libre y 4x100 estilos.

El tunecino Ahmed Hafnaoui, de 18 años, se llevó el oro en los 400 metros libre tras entrar en la final con el peor tiempo. No tenía resultados relevantes en competicio­nes internacio­nales salvo algún podio en campeonato­s africanos.

Tres récords mundiales se batieron en el atletismo, a cargo de la venezolana Yulimar Rojas, en triple salto; y el noruego Karsten Warholm y la estadounid­ense Sydney McLaughlin, en 400 vallas. La retirada de Usain Bolt, que parecía facilitar a Estados Unidos la recuperaci­ón de la hegemonía en 100 y 200 metros, no fue aprovechad­a por el equipo norteameri­cano. El heredero fue, para sorpresa de todos, un italiano: Marcell Jacobs. Ganó una de las cinco medallas de Italia, todas de oro.

La jamaicana Elaine ThompsonHe­rah repitió doblete en 100 y 200 y se colgó un tercer oro como miembro del relevo 4x100, superando la cosecha de la holandesa Sifan Hassam, que obtuvo los títulos de 5.000 y 10.000 metros junto a un bronce en 1.500.

La estadounid­ense Allyson Felix, de 35 años, aumentó a once (siete de oro, tres de plata y un bronce) su récord universal de medallas olímpicas con un bronce individual en 400 metros y sendos oros como miembro de los dos relevos.

Entre las excepciona­lidades, la victoria de un europeo, el noruego Jakob Ingebrigts­en, en 1.500; la del indio Neeraj Chopra en jabalina, ante la mirada del gran dominador de la disciplina, el alemán Johannes Vetter; y la del marroquí Soufiane el Bakkali en los 3.000 obstáculos, tras nueve

títulos seguidos de Kenia.

El más grande maratonist­a de la historia, el keniano Eliud Kipchoge, echó el cierre al estadio con su zancada majestuosa y su segundo oro consecutiv­o. Es el tercer hombre capaz de conservar su corona en los 42,195 metros de la prueba.

Simone Biles pegó una patada al tablero del sistema deportivo al llegar a Tokio como probable estrella de los Juegos y retirarse el segundo día de competició­n, abrumada por la presión. Sufrió un episodio de desconexió­n cuerpo-mente que le impidió hacer sus ejercicios. Sólo participó en la final de barra, en la que no necesitaba hacer piruetas, y ganó la medalla de bronce.

La gimnasta estadounid­ense trasladó al escenario olímpico el problema de la salud mental de los deportista­s que ya había apartado del circuito durante casi dos meses a otra participan­te en los Juegos, la tenista japonesa Naomi Osaka. Sin Biles, los dos grandes protagonis­tas en el Ariake fueron el local Daiki Hashimoto, que con 19 años se convirtió en el más joven de la historia en ganar el concurso completo, y la brasileña Rebeca Andrade, plata general tras la norteameri­cana Sunisa Lee y oro en salto, que logró las primeras medallas de la gimnasia

femenina latinoamer­icana.

Novak Djokovic, en su mejor temporada en cuanto a títulos, dilapidó en Tokio sus opciones de ganar el Golden Slam y quedó incluso fuera del podio, apeado a raquetazos de buen juego por Pablo

Carreño. El oro fue para el alemán Alexander Zverev. En mujeres, para la suiza Belinda Bencic.

Otro deportista consagrado que añadió brillo olímpico a su palmarés fue el ecuatorian­o Richard Carapaz, que en la carrera de fondo derrotó en el circuito de Fuji a dos pesos pesados del ciclismo mundial como son el belga Wout van Aert y el esloveno Tadej Pogacar, reciente ganador del Tour de Francia.

Los Juegos contaron con la participac­ión de la primera deportista transgéner­o, la levantador­a de pesas neozelande­sa Laurel Hubbard, quien quedó eliminada a las primeras de cambio tras tres intentos fallidos en arrancada. Luego se mostró agradecida por la oportunida­d y anunció su retirada.

Los nuevos deportes aportaron brisa fresca a los Juegos, a la par que un ramillete de campeones adolescent­es a los que casi les costó comprender la trascenden­cia de sus logros olímpicos.

El estreno del skate se saldó con el podio más joven de la historia, formado por la japonesa Momiji Nishiya y la brasileña Rayssa Leal, ambas de 13 años, oro y plata, y la también nipona Funa Nakayama, de 16, bronce en la modalidad de calle.

En la prueba de parque la británica Sky Brown, asimismo con 13 años, compartió la alegría por su medalla de bronce con sus 1,2 millones de seguidores en Instagram.

También el cacereño Alberto Ginés, campeón de escalada, aportó con sus 18 años savia nueva a otro deporte que hacía su debut en los Juegos.

Se estrenaron igualmente en Tokio el surf, que como los anteriores tendrá continuida­d como deporte olímpico, y el kárate, que no estará en los Juegos de París. Su lugar lo ocupara el breakdanci­ng, otro deporte urbano con el que el COI quiere lanzar la caña al público más joven.

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KAI FÖRSTERLIN­G / EFE Sandra Sánchez, abanderada española en la clausura.

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