Sayonara, Tokio
● Los Juegos del Covid se despiden con Yulimar y Dressel como esperados reyes y Jacobs como sorpresa en la prueba reina
Los Juegos Olímpicos de Tokio concluyeron con una ceremonia de clausura que estuvo rodeada de sentimientos encontrados hasta el final, con bailes y DJ en el Estadio Olímpico y protestas en su exterior cercado por la policía.
El ambiente, que debía ser festivo, estaba enrarecido por el fuerte cordón policial y se tornó más agridulce cuando llegó un grupo de manifestantes contrario a los Juegos, el mismo que durante la ceremonia de inauguración gritó sus consignas desde las afueras y se presentó en algunos torneos, como la final de tenis. Se vivieron algunos momentos de tensión cuando los protestantes increparon a los agentes de policía para intentar marchar al estadio y se lo impidieron, como al resto de los que querían acercarse.
En el estadio una banda sonora muy especial, la de una de las películas japonesas más aclamadas de la historia del cine, Cuentos de Tokio (1953) de Yasujiro Ozu, abrió la ceremonia de clausura con Japón a la cabeza, unos anfitriones que han demostrado que avanzan contra viento y marea. Son los medallistas nipones como el judoca Takato quienes portan la bandera, junto a un médico (nunca se olvidan de los héroes de la pandemia en Tokio 2020), una estrella local del breakdance, que se estrenará en París 2024, y una modelo con una pierna artificial.
Les siguen todos los abanderados de cada país. Tres comités destacaron con un guiño al kárate, un deporte que ha triunfado en estos Juegos y que no continuará en París. Sandra Sánchez representó a España, un a de los 4.600 atletas que cerraron los Juegos.