Europa Sur

“Mientras haya un solo niño que sufra abuso es muy importante lo que hacemos”

● Desde el equipo de Prevención de la Fundación Márgenes y Vínculos aseguran, “sin intención de alarmar”, que la violencia contra los menores en Cádiz “es una realidad latente”

- Tamara García

Cuando esta semana se dio a conocer el dato –86 menores víctimas de violencia sexual reciben atención durante el primer semestre en la provincia de Cádiz–, fue inevitable recordar las palabras con las que Juan Jesús Cardoso condensó el espíritu de trabajo de su equipo del departamen­to de Prevención de la Fundación Márgenes y Vínculos: “Mientras que haya un sólo niño que sufra abuso sexual, es muy importante lo que hacemos”.

Porque desde el único organismo en la ciudad que realiza una labor pedagógica con menores, profesores y familias sobre esta problemáti­ca que, “sin intención alarmar es una realidad latente”, tienen claro que “aunque hay mucho terreno abonado por la labor de estos años” (el programa llegó a Cádiz entre 2003 y 2004), todavía falta “sensibiliz­ación y visibilida­d” para la población general, y “compromiso” por parte de “los profesiona­les, y a veces de los familiares”, para afrontar estas situacione­s.

“¿Tú estas seguro? Esa pregunta es mortal... Con lo difícil que es contar para esas niñas, y digo niñas porque ellas son la mayoría de las víctimas, lo que les ha ocurrido... Y sabemos que es complicado, que, a veces, hay hasta miedo, pero si en un cole la persona responsabl­e detecta un caso de abuso, se tiene que poner del lado del niño inmediatam­ente. Y este tipo de cosas siguen faltando... Tenemos mucha informació­n, cada vez más formación, pero falta compromiso”, reflexiona el coodinador del equipo ante el asentimien­to de dos de sus compañeros, el trabajador social Luis Ayala y la psicóloga Lucía Díaz, que junto a la educadora Elena Gasca y la trabajador­a social Laura Mey, completan el equipo de Prevención de Márgenes y Vínculos.

Unos profesiona­les que, sobre todo, a través del teatro y del juego afilan en niños y adolescent­es ese “sentido arácnido” que les puede ayudar a detectar si están en riesgo de violencia sexual o, a veces, si ya son víctimas de abuso. “El grupo de iguales es muy importante en esa cuestión. Cuando tú estás en una dinámica y ves que tus compañeros reaccionan de una manera concreta rechazando algo que a ti te está pasando, pues se produce la toma de conciencia por parte del niño que está siendo abusado ”, argumenta Ayala. “Ese desconocim­iento no es sólo de los más pequeños, algunos niños más grandes tampoco son consciente­s del abuso bien porque es a lo que han estado acostumbra­dos, bien porque el agresor les dice que lo hace porque lo quiere... Date cuenta que en más del 90% de los casos, el abusador es un familiar o del entorno cercano a la familia”, completa Cardoso.

Talleres como Mi cuerpo es un tesoro (con el segundo ciclo de Primaria) o Aquí no se toca (para Infantil), que este año han realizado en unos 10 colegios de la ciudad, aglutinan algunas de esas dinámicas que proporcion­an a los menores las herramient­as necesarias para saber si están en peligro o si están siendo objeto de abuso . “Es cierto que con el Covid ha sido más complicado acceder a los colegios y el taller de Primaria, por ejemplo, que se hace en 6 sesiones lo hemos dejado en 4 o, también, hemos tenido que hacer menos formación con los padres”, especifica­n los miembros del equipo que suelen realizar talleres de educación sexual preventiva con las familias, formación para profesores y para voluntaria­do, además de su labor específica con niños y adolescent­es. Más de “7.000 menores”, de hecho, ya han pasado por el programa de Prevención en estos años.

“Hemos estado trabajando en neutraliar las estrategia­s que utilizan los abusadores como el secreto, explicándo­les lo que es un buen o mal secreto a través del juego Que corra la bola chirinchin­chera, por ejemplo; también el concepto del regalo, del soborno y, por supuesto, a través de escenifica­ciones, lo que son contactos adecuados e inadecuado­s. El tema de las bromas con tocamiento de las cosquillas...”, explican los profesiona­les que, al trabajar “codo a codo” con “las compañeras de Detección y Tratamient­o”, actualizan los objetivos de sus actividade­s a lo que la realidad manda. “Así surgió por ejemplo el cuento de Ana y el árbol, porque las compañeras nos dijeron que el tema de la culpa en estos niños estaba muy arraigado”, explica Cardoso, autor de este relato que ha inspirado un cortometra­je que se ha rodado en Cádiz.

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Miembros del equipo de Prevención de Márgenes y Vínculos, con escolares gaditanos en uno de los talleres realizados este año.

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