Piscinas naturales en lugares imposibles
Son una de las mejores opciones para huir del calor de estos días. Las piscinas naturales permiten combatir las altas temperaturas del verano y relajarse lejos del bullicio de las playas y las piscinas convencionales.
Lo mejor es que se trata de lugares naturales, en los que el encanto de la naturaleza no se pierde y donde el hombre solo ha intervenido para construir elementos como puentes, escaleras o casetas que aportan más calidad aún al destino.
De todas las que existen en el mundo hay algunas que destacan por ser más exclusivas que las demás por el entorno en el que están ubicadas y su preciosidad.
México es un país en el que predominan los cenotes, uno de sus grandes atractivos turísticos. Uno de los más idílicos es el Ik Kil, con extensa vegetación y cascadas, donde con unas aletas y unas gafas se puede disfrutar de la fauna marina.
La piscina Las Grietas, en Ecuador, es perfecta para hacer saltos al agua y desprenderse del estrés. También las hay peligrosas, como la piscina del diablo, en Zambia, que cuenta con 360 metros de altura.
Sliding Rock, en Carolina del Norte, es una de las mejores opciones para ir con niños, aunque hay que llevar bastante dosis de repelente de mosquitos, ya que a estos insectos les encanta la zona.
En Hawai, además de refrescarse en playas exclusivas, se puede disfrutar del buen tiempo en la piscina natural de Queen’s Bath. En invierno es bastante peligrosa por el fuerte oleaje, por eso solo se permite el acceso durante los meses de verano.
En el Pacífico Sur hay otras piscinas dignas de ver: Agujero azul de Nanda, en Vanuatu y la gruta oceánica de To Sua, en Samoa. Hacer snorkel en estas aguas es una experiencia irrepetible.
En Australia está Gunlom Plunge Pool, una piscina a la que cuesta bastante subir pero cuyas vistas son irrepetibles.
En Italia se sitúa Grotta della Poesia, una piscina natural con misterio y encanto rodeada de rocas. También en Europa, al sur de Escocia se encuentra Fairy Pools. Entre las montañas aparece una gran cascada que conduce a las piscinas. Para llegar hasta allí hay que pegarse una buena caminata pero merece la pena.
Las piscinas naturales son lugares ideales para desconectar entre la fauna y la flora y huir del estrés de las aglomeraciones de los turistas en las playas. El gran encanto de estas piscinas es que el hombre apenas ha intervenido en su construcción.