Afganistán, a merced de los talibanes
● Los países occidentales dejan sus embajadas y se trasladan al aeropuerto
Muerte de un desastre anunciado. Después de veinte años de lucha, Occidente claudicó y dejó Afganistán a su suerte después de que los talibanes tomaran el control en poco más de una semana y sin oposición de todo el país, incluida la capital, Kabul. El presidente, Ashraf Ghani, abandonó Afganistán poco antes de que los insurgentes entraran definitivamente en Kabul. Estados Unidos y varios países occidentales trasladaron al aeropuerto de la capital a todo el personal de sus embajadas.
Ghani abandonó Afganistán mientras los talibanes entraban finalmente en Kabul para evitar, dijeron, robos ante la huida de las fuerzas de seguridad. “Para evitar actos de saqueo en Kabul y que los oportunistas no hagan daño a la gente, el Emirato Islámico (como se autodenominan los talibanes) ordenó a sus fuerzas entrar en las áreas de Kabul de donde salió el enemigo”, aseguraron los insurgentes en un comunicado.
Los talibanes, que previamente habían asegurado que no entrarían en Kabul hasta que se produjera una transición de poder pacifica, insistieron en que la población “no debe temer” a sus combatientes, que, afirmaron, entran en Kabul “con calma, no se meterán con nadie. Los militares y los empleados civiles del Gobierno deben confiar en que nadie les hará daño”. Tras la orden, muyahidines comenzaron a patrullar las calles de Kabul, registrando a las personas que se iban encontrando, para luego dejarlas seguir, según pudo ser testigo Efe.
Poco antes, se daba a conocer el anuncio de que el “ex presidente” Ghani había abandonado el país, lo que acercaba aún más la victoria de los talibanes tras veinte años de guerra. En un mensaje de vídeo, el presidente del Alto Consejo para la Reconciliación Nacional de Afganistán, Abdullah Abdullah, aseguró que “el ex presidente” Ghani había abandonado el país, y lo culpó de la situación que vive en estos momentos Afganistán.
“Mi esperanza es que Dios y el pueblo de Afganistán decidan sobre el expresidente de Afganistán,
que abandonó el país y puso a la nación en esta situación”, dijo Abdullah, que en el pasado llegó a compartir poder con Ghani. Abdullah pidió a los ciudadanos “paciencia para pasar estos días difíciles” en los que espera, dijo, los afganos puedan encontrar una forma de vida pacífica.
Los talibanes se apostaron por la mañana al norte, oeste, y sur de los límites de Kabul, marcando el asedio en casi todo el perímetro de la ciudad y con casi todas las provincias vecinas bajo su control, a la espera de una transición de poder pacífica. El ministro del
Interior afgano, Abdul Satar Mirzakwal, aseguró que Kabul no sería atacada, “ya que se acordó que la seguridad y el poder político de la ciudad se entregarán pacíficamente bajo una administración de transición”, reveló.
El acecho de los talibanes había aumentado la presión para tratar de encontrar una salida de urgencia de parte de la población ante la probable caída de la ciudad, un temor que se cierne sobre funcionarios públicos, académicos, periodistas y, sobre todo, entre aquellos que han trabajado con alguno de los países que enviaron tropas a Afganistán para combatir a los insurgentes.
A la espera de que se concrete la evacuación, EEUU y otros países occidentales trasladaron al personal de su Embajada al aeropuerto, que se convirtió en una improvisada sede diplomática donde se tramitan a toda prisa los preparativos para una salida.
En declaraciones a ABC News, el secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, dijo que se está trabajando “para asegurarnos de que nuestro personal está seguro y a salvo. Estamos trasladando a los hombres y mujeres
El ‘Emirato Islámico’ vuelve 25 años después de instaurar un régimen radical
de nuestra embajada a un lugar en el aeropuerto”. Alemania hizo lo propio a la espera de una evacuación segura en aviones militares. Los preparativos para la marcha se precipitaron por parte de Alemania y Suecia. Dinamarca y Noruega comunicaron el viernes el cierre de sus embajadas.
La OTAN, institucionalmente el máximo pilar defensivo y de seguridad de Occidente y que ha tenido una importante presencia en Afganistán en los últimos 20 años, consideró ayer que “es más urgente que nunca” una solución política al conf licto en el país centroasiático.