Ucrania se convierte en el refugio de los enemigos de Lukashenko
“Me podrían condenar a diez años de cárcel por este tatuaje”, declara el periodista bielorruso Ihar, mientras muestra el rótulo Viva Bielorrusia. Igual que miles de compatriotas, ha huido a Ucrania de la represión del último dictador de Europa. Muestra orgulloso sobre la piel los símbolos de las tres mujeres líderes de la oposición bielorrusa, Svetlana Tijanovskaya, Maria Kolesnikova y Veronika Tsepkalo: un puño cerrado, una V de victoria y un corazón hecho con las manos.
El periódico en el que trabajaba fue clausurado en julio y tuvo que escapar a Ucrania para evitar la prisión, dejando atrás a su esposa e hijos. “Cuando abrí el chat de periodistas bielorrusos me di cuenta de que ahora todos están en Kiev. Me convertí en una diana de las autoridades bielorrusas”, dice.
Ucrania se ha vuelto uno de los destinos más socorridos de quienes escapan de Bielorrusia, ya que, además de ser vecino, las tensiones políticas entre ambos se convierten en un amparo que ofrece cierta sensación de seguridad a los emigrados.
Aunque el presidente bielorruso celebró la llegada al poder del líder ucraniano, Volodomir Zelenski, éste no le devolvió el gesto tras las últimas presidenciales bielorrusas. La crisis política, la represión de las manifestaciones pacíficas de la oposición y las amenazas de Lukashenko de reconocer la ilegal anexión de Crimea, terminaron de poner la cruz sobre las relaciones entre ambos países.
Pese a la sensación de seguridad, los exiliados no se sienten del todo a salvo, especialmente tras la muerte del activista Vitali Shishov. El líder de la Casa de Bielorrusia en Ucrania fue hallado ahorcado en un parque de Kiev. Viktoria Lavnikevich, administradora de varios canales de Telegram para bielorrusos en Ucrania, culpa a los servicios especiales bielorrusos y asegura que el activista “fue asesinado porque ayudó a otras personas” a escapar del régimen.
Ni en Kiev se sienten seguros los exiliados tras el asesinato del disidente Shishov