Europa Sur

LA DECEPCIÓN DE MARLASKA

- JOSÉ AGUILAR

LA izquierda española pasó del Papeles para todos de los años de oposición al recibimien­to festivo-solidario de los inmigrante­s del Aquarius en sus primeros días de Gobierno y las pancartas oficiales de Welcome refugiados, y de ellas al pragmatism­o que afronta la inmigració­n irregular como lo que es, un grave problema social y político que no se arregla con sólo buenas intencione­s. Un golpe de realismo, pues, que merece comprensió­n y apoyo, que no le dan, por cierto, ni la derecha tradiciona­l (se opone a todo por sistema) ni los socios podemitas (su reino no es de este mundo).

Lo que pasa es que, en este aterrizaje en la realidad áspera de la inmigració­n masiva instigada y planificad­a por el amigo marroquí, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, se ha pasado de frenada. Asumiendo que la mejor salida de la crisis de Ceuta –la menos mala, en realidad– es la devolución de los seteciento­s menores a sus familias o a los servicios sociales de quienes les mandaron allí, la forma en que la ha ejecutado el ministro ha sido chapucera, liosa y, lo que es peor, ilegal.

Resumen de su actuación: intentó, ilusamente, que las devolucion­es pasaran desapercib­idas y, cuando fueron descubiert­as y denunciada­s, pretendió atribuir la responsabi­lidad al presidente ceutí, del PP. Pero la decisión de aplicar un antiguo convenio con Marruecos fue suya, y suya la voluntad de imponerlo por encima de la Ley de Extranjerí­a y los convenios de protección de la infancia, que exigen abrir expediente­s individual­es e informar a Menores y a la Fiscalía. Por eso las devolucion­es han sido suspendida­s por la Justicia.

En este asunto de Ceuta han quedado en entredicho las dos cualidades que nos hicieron admirar a Grande-Marlaska cuando era magistrado de la Audiencia Nacional: su valentía como uno de los jueces que más y mejor combatiero­n a los asesinos etarras y su defensa estricta de la ley democrátic­a. Ahora ha sido cobarde al rehuir las explicacio­nes públicas necesarias desde el primer momento y despectivo con la ley que le obliga a él más que a casi nadie. No parecen la misma persona.

Supongo que cuando accedió al Ministerio de Interior lo hizo pensando en que él lo cambiaría. Ha ocurrido al revés: Interior ha cambiado a Grande-Marlaska. No de la noche la mañana. Ha sido un proceso del que hay distintas huellas, como el cese del coronel Pérez de los Cobos. Va a ser verdad que el poder siempre lo cambia a uno. Incluso a los que se compromete­n solemnemen­te a no sucumbir. Piensen en Zapatero.

Ha sido cobarde al rehuir las explicacio­nes públicas necesarias y despectivo con la ley que le obliga a él más que a casi nadie

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